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CAPITULO NOVENOLos Siete Métodos de Curación |
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[e506][i693]
SERÁ
EVIDENTE que si las técnicas, o los siete métodos de curación
-relacionados como lo están con las energías de los siete rayos-,
fueran impartidas con toda exactitud, resultaría raro verdaderamente
encontrar un curador competente que pudiera emplearlas en este período
intermedio de los asuntos mundiales. Estamos saliendo de una era y
entramos en otra y lógicamente trae dificultades hasta ahora no
reconocidas. Por primera vez en la historia humana, la humanidad es
suficientemente inteligente como para comprender las implicaciones de
tales acontecimientos y posee bastante previsión como para visualizar,
imaginar y planear para el nuevo futuro. Por otra parte, el rayo del
alma del aspirante común rara vez ejerce un control tal, que
proporcione la adecuada iluminación y potencia de rayo, y hasta que éste
no controle, tales métodos y técnicas de rayo, que determinan el
empleo y dirección de las energías de rayo, serán inútiles. Esto no
debe producir desaliento, sino una actitud expectante, particularmente
en lo que concierne a los estudiantes y lectores jóvenes. Después de
todo, este lapso entre la expectativa y la posibilidad es excesivamente
bueno. Tanto se ha impartido en el último siglo acerca del trabajo mágico, que ya no sería conveniente ampliarlo. Se dieron a conocer tantos mántram de Palabras de Poder y se difundió tanto el empleo del [i694] OM, que puede traer como resultado grandes perjuicios, que aún no se han producido. El grado relativamente inferior de evolución del estudiante común y del investigador, ha servido de protección, y muy poco -bueno o malo- de lo que han intentado hacer se ha puesto en movimiento. Con frecuencia se han efectuado curaciones (por lo menos temporarias), debido en gran parte a que el paciente es susceptible a sugestionarse y a confiar en el curador. Ninguna de estas curaciones pueden atribuirse esotéricamente a los métodos científicos del ocultismo. A pesar de tal protección, o más bien debido a ella, no comunicaré en la actualidad Palabras de Rayo como las que emplea el iniciado entrenado cuando se dedica al trabajo de curación. Estas [e507] Palabras deben ir acompañadas por el empleo entrenado de la voluntad espiritual, pero (en lo que concierne al hombre común y al curador) hasta el aspecto más inferior de la voluntad permanece aún sin desarrollar, y sólo se expresa la propia voluntad (determinada por el deseo egoísta). Por consiguiente, perdería el tiempo si diera instrucciones sobre estas líneas. He
creído necesario explicar esto, para no despertar la indebida
expectativa de que impartiré lo misterioso y hasta ahora desconocido. Sólo
trato de sentar las bases para una futura estructura del conocimiento,
cuando sea inteligente y correcto y no haya peligro en impartir los
“Puntos de enfoque”, las “Palabras organizadoras” y las
“Intenciones expresadas” del curador ocultista correctamente
entrenado. También trato de generar una sabia e investigadora expectación
que los inducirá a emplear lo poco que puedo impartir y las palabras
simbólicas que pueda dictar, y así prepararse para una mayor comprensión
posterior. Mientras
tanto, puedo enseñar ciertas cosas que serán de provecho y quizás
acrecienten las dificultades percibidas y comprendidas, pero no obstante
probarán ser útiles para señalar el terreno que se deberá [i695]
abarcar antes de que el curador llegue a curar en forma
correcta y permanente. Este
capítulo en realidad será muy breve, comparado con los otros de este
tomo. Consistirá simplemente en una serie de afirmaciones resumidas
y condensadas, que constituirá el libro de texto para el curador, un
libro de asesoramiento, que puede consultar, las cuales se dividen en
tres acápites: I.
Las Energías de los Siete Rayos. II.
Los Rayos a que pertenece el Curador y el Paciente. III.
Las Siete Técnicas de la Curación. Estas
afirmaciones completan el Tomo IV del Tratado sobre los Siete Rayos
y contienen mucha información para el discípulo-iniciado, y también
especialmente para el aspirante inteligente; harán que su trabajo de
curación sea más eficaz, aunque únicamente expliquen el trabajo
preliminar y las reglas elementales. Es innecesario agregar que el
curador debe perfeccionarse en esta actividad inicial y -a medida que
trabaja- puede penetrar (sólo y sin ayuda) en los más profundos
significados de esta fase de la Sabiduría Eterna. 1.
LAS ENERGÍAS DE LOS SIETE RAYOS Quince
afirmaciones. 1.
Los siete rayos contienen y expresan todas las energías que
circulan a través de nuestra forma planetaria [e508] 2.
Las siete energías de rayo son las siete fuerzas que componen en
conjunto el rayo primario de Amor-Sabiduría. Es el segundo rayo de
nuestro sistema solar y el que predomina en cada expresión planetaria,
en el sistema solar. Los siete rayos son, todos, rayos subsidiarios de
este gran rayo cósmico. [i696] 3.
No importa a qué rayo pertenezca el curador, siempre deberá
trabajar por medio del segundo subrayo de ese rayo -el rayo de
Amor-Sabiduría de cada rayo. Por su intermedio se vincula o relaciona
con los rayos regentes del alma y la personalidad. El segundo rayo tiene
la facultad de la omninclusividad. 4.
El segundo rayo y el segundo subrayo de todos los rayos son de
expresión dual. El curador debe aprender a trabajar por medio del
aspecto amor y no del aspecto sabiduría. Esto exige mucho entrenamiento
en la práctica de la diferenciación espiritual. 5.
Los vehículos de la naturaleza forma, pertenecientes a los rayos
2-4-6, son los que debe emplear el curador cuando practica el arte de la
curación. Si no cuenta con vehículos o cuerpos que pertenecen a esas líneas
de energía básica, no será capaz de curar. Esto pocas veces es
comprendido. Sin embargo, es muy raro hallar un equipo que carezca
totalmente de salidas para la energía de segundo rayo. 6.
Los curadores que pertenecen al segundo rayo, o están equipados
con un poderoso vehículo de segundo rayo, son generalmente grandes
curadores. Cristo, siendo el verdadero exponente de segundo rayo, como
nunca se ha conocido en la tierra, fue el más grande curador entre los
hijos de Dios. 7.
El rayo del alma condiciona y determina la técnica que debe ser
empleada. El rayo al cual pertenecen los vehículos de la personalidad
relacionado más estrechamente con el segundo rayo (para el cual todos
los subrayos actúan como canales) es aquél a través del cual debe
afluir la energía curadora. 8.
El segundo subrayo del rayo del alma determina el acercamiento al
problema de la curación, que enfrenta inmediatamente al curador; esta
energía es trasmutada en fuerza curadora cuando pasa a través del
adecuado vehículo de la personalidad. Para ser adecuado debe pertenecer
a los rayos 2-4-6. [i697] 9.
Este vehículo puede ser el cuerpo mental o el emocional. Debido
a que las masas están centradas en la naturaleza astral, la curación
generalmente será exitosa si el canal de transmisión del curador es
también el cuerpo astral. [e509] 10.
En consecuencia, se forma un triángulo de energías compuesto
de: a.
La energía del alma. b.
El vehículo adecuado. c.
El cuerpo etérico, por medio del centro cardíaco o el centro
plexo solar. 11.
En el cuerpo etérico se forma un triángulo secundario para la
circulación de energía entre: a.
El centro coronario, el centro de recepción. b.
El centro ajna, el centro para dirigir la distribución. c.
El centro que registra -como línea de menor resistencia- la
energía del rayo del alma, cualquiera sea de los siete rayos. 12.
Este triángulo secundario está relacionado con el triángulo
primario por un “acto de deliberación”. Esta parte de la técnica
no la explicaré. 13.
El curador sincero y experimentado puede (si no posee la fórmula
esotérica que produce conexión entre los dos triángulos) hacer mucho
para lograr una relación definida, mediante un deliberado acto de fe, y
por la firme declaración de su inflexible intención. 14.
El triángulo mayor afecta al curador y lo convierte en un agente
transmisor; el triángulo menor produce efecto sobre el paciente y a
través del mismo el curador actúa -en el plano físico. 15.
El procedimiento del curador, por lo tanto, comprenderá tres
etapas, previamente al acto consciente de curación: [i698]
Primer
Procedimiento. a. El curador, definida y conscientemente, se vinculará con su
propia alma. b. Determinará qué vehículo de su personalidad debe ser empleado,
basándose en su reacción a las energías, canalizadas en la línea de
los rayos 2-4-6. c. Por un acto de voluntad relacionará luego la energía del alma,
por intermedio del vehículo elegido, con el adecuado centro en el
cuerpo etérico; el cardíaco o el plexo solar, preferentemente el
primero. Segundo
Procedimiento. a. Creará a continuación el triángulo secundario, enfocando su
atención en el centro de recepción, el coronario. [e510] b.
Luego vinculará el centro coronario, mediante el poder de la
imaginación creadora, con el centro entre las cejas, manteniendo allí
la energía por ser el agente rector. c. Se esforzará para reunir en el centro ajna, la energía de ese
centro que se halla en su cuerpo etérico, relacionado con el rayo de su
alma. Tercer
Procedimiento. Luego,
deliberadamente, ejecuta el acto de vincular los dos triángulos; una
vez realizado esto, está preparado para la acción curativa. II.
LOS RAYOS DEL CURADOR Y DEL PACIENTE Será
evidente, hasta para el lector más superficial, que la variación o la
similitud entre los rayos del curador [i699] y
su paciente constituyen un factor importante; pueden presentarse muchos
factores condicionantes y también haber un contraste entre los rayos
del alma y de la personalidad de ambos. Por lo tanto, las condiciones
pueden ser las siguientes: 1.
Que los rayos del alma son idénticos y los rayos de la
personalidad distintos. 2.
Que los rayos de la personalidad son los mismos, pero no los
rayos del alma. 3.
Que los rayos son iguales en ambos casos. 4.
Que ni los rayos del alma ni de la personalidad son los mismos. 5.
Que no se conozca el rayo del alma, pero se evidencie el de la
personalidad. El rayo de la personalidad es fácilmente determinado,
pero a menudo nada indica cuál es el rayo del alma. Esto es aplicable
al curador y al paciente. 6.
Que nada se sabe acerca de los rayos de cualquiera de las partes
interesadas. En
esta descripción no hago ninguna referencia sobre los rayos de los vehículos
mental, astral o físico, aunque tienen un definido y algunas veces
decisivo efecto y su conocimiento resulta de utilidad. Cuando el curador
entrenado posee este conocimiento, puede utilizar una técnica
secundaria, como una ayuda para el método básico, y emplear el vehículo
inferior apropiado (ya sea el propio o el del paciente) a través del
cual verter una corriente secundaria de energía curadora, aumentando así
el trabajo de la corriente primaria. El agregado de esta corriente
secundaria implica que el curador posee un conocimiento bastante
avanzado, o [e511] una exacta
información facilitada por el paciente. Esto, como puede suponerse, es
muy raro de hallar. La gente puede, mediante un cuidadoso estudio, y la
recopilación de ejemplos análogos conocidos, averiguar con muchas
probabilidades de éxito, la naturaleza de los dos rayos [i700]
mayores; sin embargo, sólo un iniciado de determinado grado
puede reconocer y trabajar por medio de los rayos de uno de los cuerpos
inferiores, y por lo tanto estar en condiciones de distribuir simultáneamente
la fuerza de curación a través de dos centros. No consideraremos en
consecuencia nada más que la relación de los rayos que controlan al
curador y al paciente, desde el ángulo del alma y de la personalidad. No
me es posible tomar cada uno de los rayos de ambos, curador y paciente,
ni trazar la técnica apropiada, que se aclarará si se considera el
sinnúmero de dificultades que se presentan cuando los dos rayos, el del
curador y el del paciente, establecen relación. En el libro Discipulado
en la Nueva Era se dan los rayos a que pertenece un gran número de
discípulos. Podrían, como ejercicio experimental, tomar los diversos
rayos, como han sido asignados, y colocar a cada uno de esos discípulos
en el lugar del curador o del paciente, y ver qué centros podrían ser
empleados en el caso de alguna enfermedad (cada una localizada en un
lugar distinto del cuerpo humano), y luego decidir qué método, modo o
procedimiento sería conveniente que el curador aplicara. Al mismo
tiempo deben recordarse dos cosas: primero, que estas personas son
miembros de un Ashrama de segundo rayo; segundo, son discípulos, por lo
tanto sus rayos son evidentes y obvios para el curador, lo cual ayuda
mucho. Además podrían determinar qué energía de rayo debería
emplearse en el proceso de curación, a través de qué centro suyo, si
usted fuera el curador, y el discípulo el paciente, debería trabajar,
o si está en condición de utilizar una técnica secundaria. Después
de haber trabajado y curado imaginativamente, buscar entre sus amigos y
conocidos, a quienes usted cree que poseen iguales condiciones de rayo y
-si están enfermos o indispuestos- procurar ayudarlos en la misma forma
como lo hizo con un paciente imaginario; luego observe lo que acontece.
Evitar el empleo [i701] de una técnica
secundaria, porque se está más propenso a error cuando se emplean los
tres vehículos inferiores respecto a las dos expresiones mayores de
vida. Lo
que resta de este tema quizás pueda ser esclarecido por ciertas
afirmaciones que serán más claras a medida que la psicología esotérica
emerja en las futuras décadas como un definido tema educativo. 1. El curador debería averiguar cuáles son sus rayos, y luego [e512]
proseguir con su trabajo, basado en esa información. Cuando
no posee este conocimiento deberá abstenerse de curar. 2. Cuando no puede llevar a cabo el trabajo de curación -porque
carece de este conocimiento- debe limitarse a la tarea de actuar como
canal para que afluya al paciente la energía de amor. 3.
El curador hallará más fácil, en la mayoría de los casos,
descubrir sus rayos, o por lo menos uno de ellos, que conocer los rayos
del paciente. Existen dos razones para esto: a. El hecho de que desea curar y ayudar, indica que ha avanzado
cierta medida en el camino espiritual. Dicho progreso es necesario para
descubrir correctamente la cualidad de rayo. Un pequeño estudio de sí
mismo y de los posibles rayos presentes, podrán mostrarle con el
tiempo, la naturaleza de las energías que lo controlan. b. El paciente, si es una persona evolucionada, quizás no busque su
ayuda, pero solucionará su propio problema a través del alma y del
Ashrama, si está afiliado a alguno. Si no es evolucionado, será más fácil
descubrir el rayo de la personalidad que el del alma, y por lo tanto
proporcionará el punto de contacto. [i702] 4.
El curador, habiendo determinado satisfactoriamente el rayo o
rayos que lo condicionan, deberá prepararse para la tarea de curación
durante, por lo menos, cinco horas de cuidadosa preparación,
relacionada con su mente, el mecanismo pensante. No quiero significar
cinco horas de consecutivo control mental y reflexión, sino un período
de pensamiento tranquilo, en el cual -cuando es posible- el curador
estudia al paciente, y se familiariza con: a.
El problema de la enfermedad y su particular naturaleza. b.
Su localización en el cuerpo físico. c. El centro involucrado y (cuando es un discípulo iluminado) su
condición. d.
La gravedad de la enfermedad y la probabilidad de lograr la
curación. e.
El peligro o no de muerte. f.
La condición psicológica del paciente. g. Los rayos del paciente, si ello es factible; éstos, si se
conocen, condicionarán su acercamiento. 5.
Así preparado, el curador
enfoca su atención en su propio rayo. Cuando posee un conocimiento
general y no específico de su propio rayo o rayos y los del paciente,
el curador [e513] puede continuar
suponiendo que uno o ambos pertenecen a los rayos 1-3-5-7 ó 2-4-6, y
actuar sobre esta suposición general. Es útil poseer un
conocimiento especifico y particularizado, pero donde éste no existe y
determinados rayos no pueden ser asignados, a menudo puede determinarse
si la tendencia general del carácter va hacia la línea del amor o de
la voluntad, y luego actuar de acuerdo. El problema entonces reside en
la relación entre el curador y [i703] el
paciente, ya sea de personalidad a personalidad, de alma a alma, o de
personalidad a alma y viceversa. 6.
Cuando la relación se establece entre personalidad y
personalidad (y ello será más común), la energía con la cual el
curador trabajará es simplemente la del prana planetario; su efecto será
estimular los procesos
naturales del cuerpo físico y (en colaboración con la naturaleza y de
acuerdo al karma del paciente) fortificar de tal manera su vehículo físico
que pueda
expulsar la enfermedad o ser ayudado para enfrentar con confianza el
proceso de la muerte, y con calma e inteligente comprensión entrar en
los reinos más sutiles del ser. 7. Cuando la relación se establece entre el alma del curador y la
personalidad del paciente, el curador trabajará con la energía de
rayo, derramando su propia energía de rayo a través del centro que está
controlando la zona enferma. Cuando las almas del curador y del paciente
actúan en colaboración, puede producirse la mezcla de dos energías o
(cuando están presentes rayos similares) el fortalecimiento de una
energía y un gran aceleramiento del trabajo de curación o disolución. 8.
El curador siempre debe recordar que su tarea es curar -de
acuerdo a la ley kármica- o ayudar en el proceso de disolución,
logrando, por lo tanto, una forma superior de curación. 9.
A no ser que el curador sea un iniciado elevado y pueda trabajar
con pleno conocimiento de las circunstancias y condiciones
prevalecientes, no podrán ocurrir curaciones súbitas ni dramáticamente
ser detenida la enfermedad. Si esto sucede se deberá a tres cosas: a.
Al destino del paciente, que no le ha llegado la hora. b.
A la interposición del alma del paciente, que, en último análisis,
es el agente del karma. [i704] c.
A la ayuda del curador, que resultó suficientemente adecuada
como para proporcionar al paciente la necesaria confianza y mayor
fortaleza para efectuar su propia curación. 10.
Nadie cuyo karma indica que ha llegado su hora, ha regresado de
las “puertas de la muerte”; entonces termina el ciclo [e514]
de vida en el plano físico, a no ser que sea un trabajador
del Ashrama, un discípulo de cierta categoría, cuyo trabajo y
presencia son aún necesarios en la tierra, para terminar su tarea
asignada. Entonces el Maestro del Ashrama puede agregar Su conocimiento
y energía a la del curador o a la del paciente, postergando
temporalmente su partida. Ni el curador ni el paciente pueden depender
de esto, pues no conocen las circunstancias que lo justifique
plenamente. 11.
Existen ciertos requisitos elementales o condiciones necesarias
en que el curador debería trabajar: a.
En lo posible, completo silencio en la habitación del enfermo. b.
Un mínimo de personas en la habitación del paciente, según nos
dicta la lógica. Los pensamientos y las formas mentales de los
presentes pueden causar distracción o ser distraídos y así desviar
las corrientes de curación; por otra parte algunas veces pueden ser de
gran ayuda en el trabajo del curador. c.
Repito, el paciente -cuando es posible- debería estar decúbito
dorsal, o de costado, para que los centros a lo largo de la columna
vertebral enfrenten al curador. En algunos casos (y el mismo curador
debe determinarlo) debería permanecer en tal posición que el curador
pueda mantener sus manos encima de la zona enferma, pero en ningún caso
debe tocar el cuerpo del paciente. 12.
Cuando se ha logrado quietud, paz y silencio, el curador comenzará
a aplicar la técnica apropiada. La [i705] quietud,
la paz y el silencio mencionados no sólo se refieren a las condiciones
físicas, sino a los estados emocional y mental del curador y del
paciente, así como a los de los presentes, lo cual no siempre es fácil
de obtener. Cuando
el curador no conoce las técnicas apropiadas o no comprende las fórmulas
dadas posteriormente en esta instrucción, puede recopilar sus propias técnica
y reglas, después de un minucioso estudio de estas instrucciones de
curación, las que contienen material y sugerencias suficientes para tal
acción. III.
LAS SIETE TÉCNICAS DE CURACIÓN Tendré
que dar las técnicas en forma de siete antiguas afirmaciones simbólicas
o fórmulas; extraídas del Libro de las Reglas para Discípulos
Iniciados. No me atrevo aún a dar la simple aplicación física de
estas técnicas de rayo, porque sería demasiado peligroso. Cuando se
las emplea y comprende correctamente [e515] tienen
una terrible fuerza y -en malas manos- podrían causar un real daño.
Recordaré aquí que los iniciados de la Logia Negra curan o producen la
muerte y la enfermedad, y emplean técnicas muy similares; la diferencia
estriba en que sólo pueden trabajar con los rayos de la personalidad
del curador y paciente, y debido a que son más poderosos, en el
plano físico, que los Miembros de la Gran Logia Blanca, su trabajo
frecuentemente es muy eficaz. Cuando el curador espiritual puede
trabajar con las energías de la luz, raras veces es tan eficaz físicamente. Los
Miembros de la Logia Negra, o los curadores que trabajan bajo su
influencia, son, sin embargo, totalmente incapaces de trabajar sobre un
paciente que está, en lo más mínimo, orientado espiritualmente y por
lo tanto es controlado por su alma; tampoco pueden trabajar a través de
un curador espiritualmente orientado. Cuando ellos intentan hacerlo, son
combatidos por la energía proveniente del Ashrama, hacia [i706]
el cual el curador o el paciente se dirige o con el cual está
afiliado, aunque su lugar se halle únicamente en la periferia. Cuando
concierne al hombre común ignorante, el peligro de la interferencia
“negra” es nula; las fuerzas oscuras no se interesan por ninguna
persona que no sea importante, salvo aquellas cuya potencia e influencia
pueden servir sus fines. Su trabajo maligno sólo es posible realizarlo
en el momento (o ciclo) en que el hombre decide si emprenderá una vida
espiritual, si permanecerá estático donde se encuentra, o si penetrará
deliberadamente (lo cual es excesivamente muy raro) en el sendero del
egoísmo puro que conduce a la Logia Negra. Algunos
discípulos a principios del próximo siglo tomarán estas técnicas o
afirmaciones mágicas, relativas al trabajo curador, y las interpretarán
y dilucidarán, siendo susceptibles de tres significados. Los modernos
estudiantes pueden interpretar la más inferior de ellas, si reflexionan
adecuadamente y viven espiritualmente. He aquí las siete afirmaciones. LAS
SIETE AFIRMACIONES 1.
La técnica de primer rayo. Que
venga en mi ayuda la fuerza dinámica que rige los corazones de todos
los que están en Shamballa, pues merezco esta ayuda. Que descienda
hasta el tercero, pase al quinto y se enfoque en el séptimo. Estas
palabras no significan lo que a primera vista parece. El tercero, el
quinto y el séptimo se hallan en el primero y provienen del Sol central
de la vivencia espiritual. El superior entonces despierta en aquel que
conoce y en quien debe ser curado, y así ambos son uno. Esto es un
profundo misterio. La combinación de [e516]
las fuerzas de la curación efectúan el trabajo deseado;
ello puede traer la muerte, [i707] esa
gran liberación, y restablecer así el quinto, el tercero, el primero,
pero no el séptimo. Esta
dinámica energía de primer rayo es comúnmente empleada por el curador
espiritual entrenado cuando percibe que le ha llegado la hora al
paciente y se aproxima la liberación. En los casos en que el rayo del
alma, ya sea del curador o del paciente, es el primero, la aplicación
de la energía de primer rayo debe pasar de un centro coronario a otro y
de allí a la zona enferma y al centro que corresponde a esa zona. Esto
puede causar (cuando la curación es posible y kármicamente correcta)
un temporario acrecentamiento de la dolencia; ello se debe a que la
energía entrante “expele dinámicamente” la simiente o raíces
mismas de la enfermedad. Puede haber elevación de temperatura, o un
colapso de un tipo u otro, y por eso el curador, el paciente y el médico
asistente, deben estar preparados y aplicar las medidas físicas
necesarias para la aminoración -medidas aconsejadas por la profesión médica
ortodoxa, que contrarrestarán la reacción puramente física. Cuando el
primer rayo corresponde a la personalidad, no al alma, el curador debe
obrar con gran precaución al aplicar la energía de primer rayo,
procediendo muy lenta y gradualmente a través del centro, en la línea
1-3-5-7 más cercana al lugar de la dificultad, pasando la energía a
través de ese centro y de allí al centro (cualquiera sea) establecido
en el lugar de la enfermedad. Si ese centro particular pertenece a la línea
3-5-7, el curador deberá tener especial cuidado, de lo contrario la
energía dinámica de primer rayo destruirá, pero no curará. 2.
La técnica de segundo rayo. Que descienda la energía curadora trayendo su doble línea de vida y su fuerza magnética. Que la viviente fuerza magnética se retire y complemente a la que [i708] está presente en la séptima, oponiendo el cuatro y el seis al tres y al siete, pero sin ocuparse del cinco. El vórtice circular e incluyente -descendiendo hasta el punto- perturba, retira y luego suministra, y así se realiza el trabajo.
El
corazón gira; dos corazones giran como uno; los doce en el vehículo, los
doce en la cabeza y los doce sobre el plano del alma se esfuerzan, colaboran
como uno, y así se realiza el trabajo. Dos energías logran su consumación
y el tres, cuyo número es un doce, responde al doce mayor. La vida es
conocida y los años prolongados. Si
esta antigua afirmación es leída a la luz de cualquier conocimiento que
posean (probablemente poseen más de lo que creen), [e517]
particularmente el conocimiento acerca de los centros, surgirá
la más elemental y fácil interpretación. 3.
La técnica de tercer rayo. El curador permanece y teje. Reúne del tres, del cinco y del siete aquello que es necesario para el corazón de la vida. Reúne las energías y hace que sirvan al tercero; así crea un vórtice en el cual debe descender el enfermo y con él el curador. Sin embargo, ambos permanecen en paz y en calma. Así el ángel del Señor debe descender al estanque y traer la vida curadora. Aquí
figura el “estanque de las aguas” y puede causar dudas respecto a su
significado. Su interpretación elemental se refiere en realidad a la
causa central y principal de muchas enfermedades (como hemos visto
anteriormente), la naturaleza emocional, el tercer aspecto de la
divinidad cuya tarea es ejercer [i709] control.
Reflexionen sobre esto, porque puede aportar mucha iluminación. La
siguiente técnica de curación es muy extensa y mucho más abstracta.
Muy poco podrán comprender de ella; se relaciona. totalmente en lo que
a nuestro tema concierne, al hombre mismo y al aforismo: “Hombre conócete
a ti mismo. 4.
La técnica de cuarto rayo. El curador conoce el lugar donde se produce la disonancia. También conoce el poder del sonido, y el sonido que debe ser oído. Conociendo la nota a la cual reacciona el cuarto gran grupo y vinculándola al Gran Nueve Creador, emite la nota que trae liberación, nota que traerá absorción en el uno. Educa el oído de quien debe ser curado; también entrena el oído de quien debe ir adelante. Conoce la modalidad del sonido que trae el toque de curación y además aquello que dice: Partid. Y así se realiza el trabajo. Esta
cuarta técnica es -a falta del verdadero conocimiento de rayo- de
general utilidad, porque el cuarto rayo rige al cuarto reino de la
naturaleza, el humano. El curador en esta línea de trabajo (y tales
curadores prácticamente no existen en esta época, porque el cuarto
rayo no está en encarnación) cura principalmente empleando el sonido o
sonidos apropiados. En las primeras etapas, cuando esta técnica
comience a aplicarse, la música será ampliamente utilizada por el
curador para producir una cura o facilitar el proceso de la muerte o
partida. Sin embargo la música consistirá en un acorde repetido
constantemente, el cual incluirá la nota de cuarto rayo y la del reino
humano. La curación por medio del sonido será la primera que se
desarrollará, [i710] y se [e518]
observará ya en el próximo siglo. Más enseñanza sobre
esta línea seríaa inútil hasta que el cuarto rayo vuelva cíclicamente
a la manifestación. 5.
La técnica de quinto rayo. Lo que fue dado debe ser aplicado; lo que emerge del método hallará su lugar en el plan del curador; lo que está oculto debe ser visto. Un gran conocimiento surgirá de estos tres, a los cuales busca el curador. A ellos el curador agrega los dos que son como uno, y así el quinto debe desempeñar su parte y los cinco también la suya y funcionar como uno. Las energías descienden, atraviesan y desaparecen, dejando a quien puede responder, teniendo todavía karma para agotar, llevando consigo a aquel que no puede responder y por lo tanto, debe desaparecer análogamente. El
simple y evidente significado del método de quinto rayo de curación es
que el curador, trabajando científica y mayormente en niveles
concretos, emplea todo lo que puede ayudar a efectuar una cura,
comenzando con apropiados cuidados físicos y siguiendo luego métodos más
sutiles de curación. Nuevamente señalaré que la ayuda física puede
ser utilizada tan divinamente como los más misteriosos métodos que el
curador metafísico actual considera mucho más eficaces. Así como todo
conocimiento moderno, desarrollado en el plano físico por las
personalidades de hombres y mujeres de discernimiento y genio, es de
utilidad en tiempo y espacio para el discípulo y el iniciado, también
lo es para las ciencias médicas. Así como la correcta aplicación de
estas variadas ciencias debe ser efectuada por el discípulo o el
iniciado, para producir resultados espirituales, también debe serlo
cuando el curador trabaja. Todo
trabajo se torna espiritual cuando su móvil es correcto, cuando es
empleada la inteligente discriminación y el poder del alma es [i711]
agregado al conocimiento obtenido en los tres mundos. El dinámico
empleo de una de las siete corrientes de la energía, agregado a la
sensata comprensión y al trabajo del médico moderno, ayudado por el
curador (que trabaja como catalizador), puede producir milagros cuando
el destino así lo ordena. El curador metafísico que trabaja únicamente
en los niveles más sutiles, se asemeja al trabajador espiritual que
constantemente fracasa en precipitar la necesaria ayuda económica en el
plano físico. Esto es causado frecuentemente por un sutil -aunque comúnmente
no reconocido- sentido de superioridad, con que el curador común y el
esotérico consideran el problema (de la materialización, ya sea de la
salud física o el dinero. Reflexionen [e519]
sobre esto y comprendan que los métodos de quinto rayo
llegan hasta el plano físico; allí producen el conflicto, y
eventualmente una precipitación física de lo deseado. En lo dicho
acerca de las técnicas de quinto rayo, he hecho más insinuaciones y
dado mayor información que en cualquiera de las otras. 6.
La técnica de sexto rayo. El curador clama: Que el poder descienda, hendiendo las aguas. No le importa cómo responden las aguas; a menudo trae tormentosas olas y horrendos y terribles acontecimientos. El fin es bueno. La dificultad terminará cuando la tormenta se calme y la energía haya cumplido su marcado destino. El poder está forzado a penetrar directamente al corazón, y en todo canal, nadis, nervios y bazo, debe hallar un paso y un camino y así enfrentar al enemigo, que ha logrado entrar y se ha aposentado para vivir. El desalojo -despiadado, repentino y total- es emprendido por quien sólo ve el funcionamiento perfecto y no acepta interferencias. Este perfecto funcionamiento abre así la puerta a la vida eterna, o a la vida en la tierra durante poco tiempo. [i712]
Esta
técnica es curiosamente poderosa y rápida cuando el curador pertenece
al sexto rayo; los resultados son drásticos y dolorosos, pero seguros
-curación o muerte, y por lo general esta última. El curador de sexto
rayo raras veces es disciplinado o inteligente en esta época, porque
está finalizando el ciclo de sexto rayo. Cuando nuevamente el sexto
rayo venga a la manifestación, la humanidad habrá progresado mucho en
el sendero, y el actual agresivo, demasiado seguro y fanático curador
de sexto rayo, no volverá a aparecer. Hoy son mayoría, y su trabajo no
es bueno; es bien intencionado, pero la técnica es aplicada
ignorantemente, y el fin no justifica la seguridad del curador,
decepcionando frecuentemente al paciente. 7.
La técnica de séptimo rayo. La energía y fuerza deben encontrarse, y así realizar el trabajo. El color y el sonido en ordenada secuencia deben encontrarse y mezclarse, y así puede proseguir el trabajo mágico. La sustancia y el espíritu deben evocarse mutuamente, y pasando a través del centro de quien trata de ayudar, producir lo nuevo y lo bueno. El curador energetiza así con vida, la decadente vida, impeliéndola o anclándola más profundamente en el lugar destinado. Los siete deben ser utilizados y atrás de los siete deberán pasar las energías que requiere la necesidad, creando el nuevo hombre, [e520] que por siempre ha existido y por siempre existirá, aquí o allá.
Esta técnica contiene la clave de todas, porque el trabajo del curador de séptimo rayo consiste en unir la vida y la sustancia que ocupará el lugar de la sustancia enferma, trayendo así nueva vida para ayudar a la recuperación. La gloria de la vida reside en la consumación y en el surgimiento. Ésta es la primordial tarea y recompensa para los verdaderos [i713] curadores. Esta técnica de atracción y sustitución será llevada a un punto sutil de expresión científica en la futura nueva era, donde el séptimo rayo dominará nuestro planeta, produciendo lo nuevo y necesario y determinando la cultura, civilización y ciencia venideras. Para
finalizar, quisiera decirles las razones por las cuales me abstengo de
dar información más detallada y hacer un claro análisis de la
fraseología de estas antiguas fórmulas de curación. Aparte de la razón
dada previamente, de que los hombres no están aún preparados para
impartirles explícitas instrucciones, por ahora cualquier cosa que podría
decir parecerá pueril. Esta curiosa palabra parece describir la posible
reacción inmediata. Nos hallamos al borde de la entrada en una nueva
era de desarrollo científico, debido al descubrimiento de la liberación
de la energía del átomo. Ni siquiera los científicos responsables de
este descubrimiento tienen la menor idea de los efectos trascendentes de
este importante acontecimiento. Desde el ángulo de la materia y tema de
este volumen, se está erigiendo un lenguaje enteramente nuevo
relacionado con la energía y la fuerza; la aplicación de este
descubrimiento, acerca del tratamiento de la enfermedad, será en un
futuro inmediato (desde el ángulo esotérico), considerado casi un
milagro. Este
descubrimiento de la liberación del átomo ha sido efectuado por la
actividad de primer rayo, en relación con el entrante séptimo rayo, y
tiene una análoga situación en la liberación del Maestro, en la
quinta iniciación (cuando la puerta de la tumba se abre violentamente)
y en el acto de morir, cuando el alma aprisionada halla la liberación.
A la luz de los futuros acontecimientos científicos, estas antiguas técnicas
serán mucho más claras, y mientras tanto cualquier explicación de su
verdadera “importancia energética” no tendrá sentido. La [i714]
nueva y verdadera terminología arrojará luz sobre las
antiguas fórmulas, y con el tiempo verán lo mucho que podrá impartir
al curador inteligente de esa nueva generación, lo que parece
decepcionante, de ninguna utilidad o significado, e innecesariamente
abstruso. En
este período intermedio, entre el pasado y lo que está en camino, no
es fácil para un Maestro de Sabiduría hablar o [e521]
enseñar, particularmente en conexión con el tema de la
curación. El cuerpo físico no es aún reconocido como unidad eléctrica;
su naturaleza, como energía atómica pura, no ha sido aún verificada;
la realidad del cuerpo de energía, el vehículo etérico, no es
reconocido actualmente en las enseñanzas de las modernas escuelas de
medicina, aunque se ha discutido su realidad; la naturaleza explosiva de
la energía, cuando entra en contacto con la fuerza, o la del alma en
relación con la sustancia, es totalmente desconocida o velada, en el
lenguaje místico. Hasta que llegue el momento en que las nuevas fórmulas
científicas y los nuevos acercamientos (que han hecho posible el
descubrimiento de la liberación de la energía del átomo) sean más
generalmente comprendidos y constituyan un tema familiar de discusión y
expresado en lenguaje familiar, la futura ciencia de la curación debe
permanecer detrás del velo de un idioma inadecuado y oculto por
palabras inapropiadas. Este
hecho, como he repetido a menudo, obstaculiza todas las nuevas
presentaciones de la verdad; el lenguaje del ingeniero eléctrico o del
diseñador de automóviles, por ejemplo, nada significaría al hombre
común de hace cien años. Lo mismo sucede con los nuevos temas y los
grandes descubrimientos que están en camino y que oportunamente afectarán
a todos los sectores de la vida humana, incluso el Arte de Curar. Firmo
como el Maestro Djwhal Khul, porque ya se sabe cuál es mi nombre EL TIBETANO |
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