[e236] [i373]
LOS
AFORISMOS DE LA YOGA DE
PATANJALI
LIBRO CUARTO
LA ILUMINACIÓN
- Los siddhis (o poderes) superiores e inferiores, se
obtienen durante la encarnación; o por las drogas, las palabras de
poder, el deseo intenso o la meditación.
- La trasferencia de la conciencia, de un vehículo
inferior a otro superior, es parte del gran proceso creador y evolutivo.
- Las prácticas y
métodos no son la verdadera causa de la trasferencia
de la conciencia, sólo sirven para eliminar obstáculos, de manera
similar a como el agricultor prepara la tierra para la siembra.
- La conciencia del
"yo soy" es responsable de la creación de los órganos mediante
los cuales se disfruta del sentido de individualidad.
- La conciencia es
una, no obstante, produce las variadas formas de los muchos.
- Entre las formas que
la conciencia asume, sólo las que resultan de la meditación están libres
de karma latente.
- Las actividades del
alma liberada están libres de los pares de opuestos. Las de otras
personas son de tres tipos.
- De estos tres tipos
de karma emergen las formas necesarias para la
fructificación de los efectos.
- Existe idéntica
relación entre la memoria y la causa productora de efectos, aún cuando
estén separadas por la especie, el tiempo y el lugar.
- Por ser eterno el
deseo de vivir, las formas creadas por la mente carecen de principio
conocido. [i374]
- Estas formas las
crea y las mantiene unidas el deseo, la causa básica; la personalidad,
el resultado efectivo, la vitalidad mental o voluntad de vivir, y el
apoyo de la vida u objetivo exteriorizado; cuando éstos cesan de atraer,
entonces las formas dejan igualmente de existir.
- El pasado y el
presente existen en realidad. La forma asumida dentro del concepto de
tiempo presente, es el resultado de características desarrolladas,
conteniendo latentes las simientes de la cualidad futura.
- Las características
estén latentes o en potencia, participan de la naturaleza de los tres gunas (o cualidades de la materia).
- La manifestación de
la forma objetiva se debe a la centralización de la causa que produce
efectos (la unificación de las modificaciones de la sustancia mental o chitta).
- Ambas, conciencia y
forma, son distintas y están separadas; aunque las formas sean
similares, la conciencia puede funcionar en diferentes niveles del ser. [e237]
- Las numerosas
modificaciones de la mente una, producen las diversas formas que, para
subsistir, dependen de esos numerosos impulsos mentales.
- Estas formas son
conocidas o no, de acuerdo a las cualidades latentes en la conciencia
perceptora.
- El Señor de la
mente, el perceptor, es siempre consciente de la constante actividad de
la sustancia mental, causa productora de efectos.
- Debido a que la
mente puede ser vista o conocida, resulta evidente que no es la fuente
de iluminación.
- Tampoco la mente
puede conocer dos objetos simultáneamente, ella y lo que está fuera de
ella.
- Si el conocimiento
de la mente (chitta) es postulado por otra
mente lejana, se inferirá que, existe un número infinito de conocedores,
y las consecutivas reacciones de la memoria tenderán a confundir
grandemente.
- Cuando la
inteligencia espiritual, que permanece sola y libre de los objetos, se
refleja en la sustancia mental, entonces se obtiene la percepción del
yo.
- Así la sustancia
mental, reflejando al conocedor y lo conocible, deviene omnisciente. [i375]
- La sustancia mental,
reflejando como lo hace, una infinidad de impresiones de la mente, se
convierte en instrumento del yo y actúa como agente unificador.
- El estado de unidad
aislada (absorbido en la verdadera naturaleza del yo) es la recompensa
del hombre capaz de discriminar entre la sustancia mental y el yo, u
hombre espiritual.
- Entonces la mente
tiende a la discriminación y al acrecentamiento de la iluminación,
respecto a la verdadera naturaleza del yo uno.
- Sin embargo, por la
fuerza del hábito, la mente reflejará otras impresiones mentales y
percibirá los objetos de percepción sensoria.
- Estos reflejos
tienen el carácter de obstáculos, y el método para vencerlos es el
mismo.
- El hombre que
cultiva el desapego, hasta en su aspiración
por iluminación y unidad aislada, oportunamente llega a ser consciente,
mediante la práctica de la discriminación, de la influyente nube de
conocimiento espiritual.
- Cuando se alcanza
esta etapa, se superan los obstáculos y el karma.
- Cuando se han
eliminado los obstáculos y purificado las envolturas, se dispone de todo
el conocimiento, entonces nada le queda al hombre por hacer.
- Las modificaciones
de la sustancia mental (o cualidades de la materia), mediante la
naturaleza inherente a los tres gunas, llegan
a su fin, pues han cumplido ya su propósito.
- El tiempo, secuencia
de las modificaciones de la mente, también llega a su término, cediendo
su lugar al Eterno Ahora.
- El estado de
"unidad aislada" es posible cuando las tres cualidades de la
materia (los tres gunas o potencias de la
naturaleza, A.A.B.) ya no aferran al yo. La
conciencia espiritual pura se retrotrae en el Uno.
LOS
AFORISMOS DE LA YOGA DE
PATANJALI
LIBRO CUARTO
LA ILUMINACIÓN
a. Conciencia y forma
b. Unión o Unificación
Tema: unidad aislada
1. Los siddhis (o
poderes) superiores e inferiores, se obtienen durante la encarnación; o por
las drogas, las palabras de poder, el deseo intenso o la meditación.
[e238] [i377] Llegamos al Libro Cuarto, en el cual los poderes y los resultados
obtenidos por la práctica del Raja Yoga llevan a la
comprensión grupal y producen conciencia universal y no meramente
autoconciencia. Cabe aquí hacer una advertencia sobre el empleo de la frase
"conciencia cósmica" por falsa y engañosa, pues hasta el adepto más
elevado (obsérvese cuidadosamente este término) sólo está dotado de
conciencia solar y no entra en contacto con lo que está fuera de nuestro
sistema solar. Los Logos planetarios (los siete
Espíritus ante el Trono) y los Señores del Karma (las "cuatro
ruedas" de Ezequiel), poseen una conciencia que abarca más allá de
nuestro sistema solar. Las existencias menores podrán percibirla como una
posibilidad, pero todavía no constituye parte de su experiencia.
[i378] Los poderes adquiridos
son principalmente dos:
- Poderes síquicos
inferiores, o los siddhis inferiores.
- Poderes
espirituales, o los siddhis superiores.
Los poderes inferiores son el resultado de la armonía establecida entre la
conciencia del alma animal en el hombre y el "ánima mundi" o alma
del mundo, aspecto subjetivo de todas las formas en los tres mundos, de todos
los cuerpos en los cuatro reinos de la naturaleza. Los poderes superiores son
el resultado del desarrollo de la conciencia grupal, segundo aspecto de la
divinidad.
[e239] No sólo incluyen los poderes
inferiores, sino que ponen al hombre en armonía con las existencias y formas
de vida en los reinos espirituales o, como diría el ocultista, en esos dos
planos que están más allá de los tres mundos, y que abarcan toda la escala de
la evolución del hombre, humana y superhumana.
La meta de todo verdadero aspirante es el desarrollo de estos poderes
superiores, los cuales podemos describir con los términos: conocimiento
directo, percepción intuitiva, percepción espiritual, visión pura, el logro
de la sabiduría. Son diferentes de los poderes inferiores porque los anulan,
los cuales están correctamente descritos en el Libro III, Af.
37, que dice:
"Estos poderes constituyen obstáculos para la comprensión espiritual
superior, pero sirven como poderes mágicos en los mundos objetivos".
Los poderes superiores son incluyentes y se caracterizan por su exactitud e
infalibilidad cuando se aplican debidamente. Su acción es tan instantánea [i379]
como un destello de luz. Los poderes inferiores
son falibles y están limitados en su acción porque el elemento tiempo está
presente en su secuencia; forman parte de la gran ilusión y constituyen una
limitación para el verdadero aspirante.
En el aforismo que estamos considerando se indican cinco métodos por los
cuales se desarrollan los poderes síquicos, y es interesante observar que en
esta descripción tenemos un ejemplo de que Los Aforismos de
la Yoga aún pueden servir
como manual de estudio y enseñanza para aspirantes tan avanzados como los
Maestros de Sabiduría. Estos cinco métodos son susceptibles de aplicación en
los cinco planos de la evolución humana, e incluyen los dos superiores en que
actúan los iniciados en los Misterios.
1.
|
Encarnación
|
Método del plano físico.
|
2.
|
Drogas
|
Liberación de la conciencia astral.
|
3.
|
Palabras de poder
|
Creación por medio de la palabra, o método del plano
mental.
|
4.
|
Intenso deseo
|
Sublimación de la aspiración o método del plano búdico,
la esfera de amor espiritual.
|
5.
|
Meditación
|
Método del plano átmico, la
esfera de la voluntad espiritual.
|
En esta enumeración se observará que, así como el deseo intenso de
tipo espiritual es una sublimación del deseo astral o emocional, así también
la meditación, tal como la practican los iniciados, es la sublimación de
todos los procesos mentales. Por lo tanto, los dos últimos métodos, como
resultado del desarrollo de los siddhis o poderes,
son los únicos que practican los
[i380]
iniciados, siendo la síntesis y
sublimación del conocimiento logrado en los planos astral y mental.
[e240]
Se observará que (para el buscador de la verdad) la encarnación, el deseo
intenso y la meditación, son los tres métodos permitidos y los únicos que
deben practicarse; las drogas y las palabras de poder o encantamiento mántrico, son herramientas de la magia negra y conciernen
a los poderes inferiores.
Podría formularse aquí la siguiente pregunta: ¿no es acaso verdad que las
palabras de poder y el uso del incienso forman parte de las ceremonias de
iniciación y, por lo tanto, son utilizados por los iniciados y los
aspirantes? Ciertamente es así, pero no en el sentido que se da aquí, es
decir, con el propósito de desarrollar poderes síquicos. Los Maestros y Sus
discípulos emplean palabras de poder a fin de ponerse en contacto con
existencias no humanas, para invocar la ayuda de los ángeles y manipular las
fuerzas constructivas de la naturaleza; emplean hierbas e incienso con fines
de purificación, para eliminar entidades indeseables y permitir a las que
están en un peldaño superior de la escala de la evolución, a hacer sentir su
presencia, lo cual es muy distinto a emplearlos para llegar a ser un síquico.
Es interesante notar aquí, que la primera causa productora del
desenvolvimiento de los poderes del alma, superiores e inferiores, es la gran
rueda del renacimiento. Esto debe tenerse siempre en cuenta. No todos estamos
en la etapa en que es posible el desenvolvimiento de los poderes del alma. El
aspecto alma está todavía dormido para muchos, porque aún no
[i381]
han
llegado a la plena experiencia y desarrollo de la naturaleza inferior. Los
cuarenta años de deambular en el desierto con el Tabernáculo y la conquista
de Canaán, precedieron al régimen de los reyes y a
la construcción del Templo de Salomón. Deben transcurrir vidas antes que el
cuerpo o aspecto Madre esté tan perfeccionado que el Cristo-Niño pueda
formarse dentro del receptáculo ya preparado. También debe recordarse que la
posesión de poderes síquicos inferiores es, en muchos casos, síntoma de un
grado evolutivo muy inferior y de la íntima asociación de su poseedor con la
naturaleza animal. Esto debe trascenderse, antes que los poderes superiores
puedan florecer.
Es innecesario indicar que el empleo del alcohol o drogas, y también la
práctica de la magia sexual, pueden liberar y liberan la conciencia astral,
pero esto es simplemente astralismo puro, con el
cual el verdadero estudiante de Raja Yoga no tiene nada que hacer, pues es
parte del desenvolvimiento del sendero de la izquierda. La obtención de los
poderes del alma, por medio del intenso deseo (o ferviente aspiración) y por
la meditación, fue tratada en los libros anteriores y no es necesario
ampliarlo aquí.
[e241]
2. La trasferencia de la conciencia, de un
vehículo inferior a otro superior, es parte del gran proceso creador y
evolutivo.
Ésta es una traducción muy libre, pero es una clara interpretación de la
verdad que se debe captar. La evolución de la conciencia y el efecto de tal
evolución sobre los vehículos, en los cuales la entidad consciente actúa, es
la suma total de los
[i382]
procesos de la naturaleza, y desde el punto de
vista de la unidad humana inteligente, tres palabras abarcan el proceso y el
resultado. Estas palabras son: transferencia, transmutación y transformación.
Una de las leyes básicas del desarrollo ocultista y del desenvolvimiento
espiritual, está contenida en las palabras: "Así como el hombre piensa,
así es él". Podría agregarse como explicación, la verdad oriental de que
"la energía sigue al pensamiento". A medida que el hombre cambia
sus deseos, se cambia a sí mismo; a medida que traslada su conciencia de un
objetivo a otro, se transforma a sí mismo; esto también es verdad en todos
los reinos y en todos los estados, superiores o inferiores.
El efecto de la transferencia de nuestro modo de pensar consciente, de un
objetivo inferior a uno superior, produce una afluencia de energía de una
cualidad vibratoria equivalente a la del objetivo superior, trayendo una
mutación en las vestiduras de la entidad pensante, que se transmutan y llevan
a una condición donde se las adecua al pensamiento o deseo del hombre.
Llevadas a su culminación, se produce una transformación, entonces resultan
claras las palabras de San Pablo: "Sed trasformados por la renovación de
vuestra mente"
Cambiando la línea de pensamiento cambiará mucho la naturaleza. Deseando lo
que es puro y santo, verdadero y correcto, más el conocimiento de estas
cosas, hará del antiguo vehículo uno nuevo, o un hombre nuevo, un
"instrumento adecuado para ser utilizado".
Esta trasferencia, transmutación y eventual
transformación, se logra por cualquiera de los dos métodos siguientes:
[i383]
1.
El método lento de vidas, experiencias y encarnaciones físicas se repite
hasta que con el tiempo la fuerza impulsora del proceso evolutivo lleva al
hombre, etapa tras etapa, hacia arriba en la escala de la evolución.
2.
Un proceso más rápido, donde, mediante el sistema delineado por Patanjali y enseñado por todos los custodios de los
misterios de la religión, el hombre por sí mismo, y de acuerdo a las
[e242]
reglas y
leyes establecidas, llega por su propio esfuerzo a un estado de
desenvolvimiento espiritual. Se observará que estos procesos llevan al hombre
a la iniciación denominada Transfiguración.
3. Las prácticas y Métodos no son la verdadera causa de la transferencia
de la conciencia, sólo sirven para eliminar obstáculos, de manera similar a
como el agricultor prepara la tierra para la siembra.
Éste es uno de los aforismos más sencillos y claros, de manera que requiere
poco comentario.
Las prácticas se refieren principalmente a:
1.
Los métodos para eliminar
obstáculos (Véase Libro I, Af. 29 al 39). Esto
según se dijo anteriormente se efectúa por:
a.
La constante dedicación a un
principio.
b.
La simpatía hacia todos los
seres.
c.
La regulación del prana o aliento de vida.
d.
La estabilidad de la mente.
e.
La meditación sobre la luz.
f.
La purificación de la naturaleza
inferior.
g.
La comprensión del estado de
sueño.
[i384]
h.
El camino de la devoción.
2.
La manera de eliminar los
obstáculos (Véase Libro II, Af. 2 al 33). Estas
obstrucciones se eliminan por:
a.
Una actitud mental opuesta.
b.
La meditación.
c.
El cultivo del correcto pensar.
Conciernen más específicamente a la preparación, durante la vida,
para el verdadero entrenamiento en la práctica de la
yoga, y cuando se la practica lleva la naturaleza inferior a tal condición
que los métodos más drásticos pueden producir efectos rápidos.
Los métodos se refieren á los ocho sistemas de yoga o unión,
enumerados de la manera siguiente:
Mandamientos, reglas, postura o actitud, correcto control de la fuerza vital,
abstracción, atención, meditación y contemplación (Véase Libro II, Af. 29 al 54 y Libro III, Af. 1
al 12).
Por lo tanto, como se verá, podemos relacionar las prácticas más
específicamente, con esta etapa de la vida del aspirante que se encuentra en
el sendero de probación, el sendero de purificación, mientras que los métodos
se relacionan con las etapas finales de ese sendero y con el sendero del
discipulado. Cuando se
[e243]
siguen las prácticas y los métodos, producen
ciertos cambios en la forma que ocupa el hombre real o espiritual, pero no
son la principal causa de la transferencia de su conciencia al aspecto alma,
que la aleja del aspecto cuerpo. Este gran cambio es la resultante de ciertas
causas extrañas
[i385]
a la naturaleza del cuerpo, tales como: o egoica está latente en esas formas y el impulso del
proceso evolutivo que lleva la vida de Dios existente en todas las formas a
una expresión más plena. Debe recordarse que así como
la Vida una, en quien vivimos,
nos movemos y tenemos nuestro ser, pasa a una realización superior, así las
células y átomos de Su cuerpo están análogamente influidos, estimulados y
desarrollados.
4. La conciencia del "yo soy" es responsable de la creación de
los órganos mediante los cuales se disfruta del sentido de individualidad
Aquí tenemos la clave de la manifestación misma, la razón de todas las
apariencias. Mientras la conciencia de cualquier entidad (solar, planetaria o
humana) se dirija externamente hacia los objetos del deseo, hacia la
existencia sensoria, la experiencia individual, la vida de percepción y el
goce de los sentidos, se crearán vehículos u órganos, mediante los cuales el deseo
pueda satisfacerse, la existencia materializada disfrutarse y los objetos
percibirse. Ésta es la gran ilusión, que mantiene alucinada a la conciencia,
y mientras el espejismo ejerza algún poder, la ley de renacimiento hará que
la conciencia se manifieste en el plano de la materia. La voluntad de ser y
el deseo de existir, es lo que lleva externamente hacia la luz al Cristo
cósmico, que actúa
[i386]
en el plano material por medio del sistema solar,
y al Cristo individual, que actúa por intermedio de la forma humana.
En las primeras etapas, la conciencia de "yo soy" crea formas
inadecuadas de materia para la plena expresión de los poderes divinos. A
medida que la evolución avanza, estas formas son cada vez más adecuadas,
hasta que los "órganos" creados permiten al hombre espiritual
disfrutar del sentido de individualidad. Una vez alcanzada esta etapa, llega
la gran comprensión de la ilusión. La conciencia despierta al hecho de que en
la forma, en la percepción sensoria y en la tendencia a exteriorizarse, no
hay gozo ni placer reales; entonces inicia un nuevo esfuerzo caracterizado
por el retraimiento gradual de esa tendencia y la abstracción del espíritu de
la forma.
[e244]
5. La conciencia es una, no
obstante, produce las variadas formas de los muchos.
Aquí Patanjali presenta la fórmula básica que sirve
para explicar no sólo el propósito y la razón de la manifestación misma, sino
que abarca, en una breve frase, el estado de ser de Dios, del hombre y del
átomo. Tras todas las formas se halla
la Vida una; dentro de cada átomo (solar,
planetario, humano y elemental) se encuentra una existencia sensible; tras la
naturaleza objetiva, suma total de todas las formas, en todos los reinos de
la naturaleza, tenemos la realidad subjetiva, que esencialmente es un todo unificado
o unidad, que produce los muchos diversificados.
[i387]
Lo homogéneo es la causa de lo heterogéneo, la unidad produce
diversidad, el Uno es responsable de los muchos. Esto lo podrá apreciar más
inteligentemente el estudiante, si sigue la regla de oro que revela el
misterio de la creación y si se estudia a sí mismo. El microcosmos revela la
naturaleza del macrocosmos.
Descubrirá que el hombre real o espiritual, el pensador o
la Vida una, en su diminuto
sistema, es responsable de la creación de sus cuerpos, mental, emocional y
físico, sus tres aspectos inferiores, la "sombra" de
la Trinidad, así como su
espíritu, alma y cuerpo, son reflejos de los tres aspectos divinos, Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Se dará cuenta que es responsable de la formación de
todos los órganos de su cuerpo y de todas las células, de las cuales ellos
están compuestos; a medida que profundice cada vez más su problema, llegará a
percibir que su conciencia y vida se compenetran, siendo él por lo tanto
responsable de incontables miríadas de diminutas vidas infinitesimales, y la
causa de su agrupamiento en órganos y formas, y también la razón por la cual
tales formas se mantienen en existencia. Gradualmente, surge de él una
verdadera comprensión del significado de las palabras: "Hecho a imagen
de Dios". Su "conciencia es una y, sin embargo, ha producido las
variadas formas de los muchos", dentro de su pequeño cosmos; lo que es
verdad respecto a él lo es también de su gran prototipo el Hombre celestial,
el Logos planetario, e igualmente del prototipo de
Su prototipo, el gran Hombre de los Cielos, el Logos
solar, Dios manifestado por medio del sistema solar.
[e245]
[i388]
6. Entre las formas que la conciencia asume, sólo las que resultan de la
meditación están libres de karma latente.
Las formas son el resultado del deseo. La correcta meditación es un proceso
puramente mental, donde no tiene cabida el deseo. Las formas son el resultado
de un impulso o tendencia hacia afuera. La meditación es el resultado de la
tendencia introspectiva, de la capacidad de abstraer la conciencia de la
forma y de la sustancia, y centrarla en sí misma.
La forma es el efecto producido por la naturaleza, amor o deseo, del ente
consciente; la meditación es productora de efectos y tiene relación con la
voluntad o aspecto vida del hombre espiritual.
El deseo produce efectos, y los órganos de la conciencia sensoria quedan
inevitablemente regidos por la ley de causa y efecto, o de karma, que rige la
relación de la conciencia-forma. Cuando el proceso de la meditación se
extiende y practica correctamente, requiere que la conciencia del hombre
espiritual se aparte de todas las formas en los tres mundos, y que él se
separe de todas las percepciones y tendencias sensorias. Así en el momento
de meditación pura, está libre de ese aspecto del karma que se refiere a
la producción de efectos. Temporariamente, está tan
abstraído, que su pensamiento, perfectamente concentrado, sin relación alguna
con los tres mundos, no exterioriza vibraciones ni se relaciona con forma
alguna y tampoco afecta a la sustancia. Cuando esta meditación concentrada se
convierte en hábito y en actitud diaria normal de su vida, el hombre se
libera de la ley
[i389]
de karma. Entonces se da cuenta de los efectos que
todavía se han de eliminar, aprende a no crear nuevos ni iniciar acción
alguna que pueda "crear órganos" en los tres mundos. Mora en el
plano de la mente, persiste en la meditación, crea por un acto de la voluntad
y no por su impotencia ante el deseo; es un "alma libre", un amo,
un hombre liberado.
7. Las actividades del alma liberada están libres de los pares de
opuestos. Las de otras personas son de tres tipos.
Este aforismo presenta la enseñanza en conexión con la ley del karma, en
forma tan estrictamente oriental, que confunde considerablemente al
estudiante occidental. Un análisis del significado de estas palabras, y el
estudio del comentario del gran instructor Vyasa,
podrán servir para dilucidar el significado.
[e246]
También debe tenerse en cuenta
que en este Libro Cuarto son tratadas las excelsas etapas de conciencia
alcanzadas por quienes han practicado los ocho métodos de Yoga y
experimentado los efectos de la meditación, detallados en el Libro Tercero.
El yogui es ahora un hombre liberado, emancipado de las condiciones de la forma
y enfocado en su conciencia, fuera de los límites de los tres mundos del
esfuerzo humano. Ha alcanzado la región del pensamiento puro y puede mantener
su conciencia desligada y libre de deseo. En consecuencia, aunque formula
ideas y puede practicar poderosas meditaciones y dirigir y controlar las
"modificaciones del principio
[i390]
pensante", no crea
condiciones que lo puedan retrotraer al vórtice de la existencia del plano
inferior. Está libre del karma, nada origina, ni efecto alguno puede atarlo a
la rueda del renacimiento. Vyasa, en su comentario,
indica que el karma (o acción) es de cuatro tipos:
1.
La actividad de tipo maligno,
pernicioso y depravado. Se denomina negra. Esta acción es producto de
la ignorancia más profunda, el materialismo más denso o la deliberada
elección. Si es resultado de la ignorancia, el desarrollo del conocimiento
trae, gradualmente, un estado de conciencia en el cual ya no se conocerá este
tipo de karma. Cuando el materialismo denso produce lo que llamamos acción
errónea, el desenvolvimiento gradual de la conciencia espiritual cambiará la
oscuridad en luz, siendo el karma nuevamente anulado. Sin embargo, cuando es
resultado de deliberada elección o que se ha preferido la acción errónea, a
pesar del conocimiento, y desafiando la voz de la naturaleza espiritual, este
tipo de karma lleva a lo que el ocultista oriental llama "avitchi", o la octava esfera, sinónimo de la frase
"alma perdida" del cristianismo. Sin embargo, dichos casos son
excesivamente raros y se relacionan con el sendero de la izquierda y la
práctica de la magia negra. Aunque esta condición implica separación del
principio más elevado (el espíritu puro, de sus dos expresiones, el alma y el
cuerpo, o de los seis principios inferiores), no obstante, la vida misma permanece
y, después de la
[i391]
destrucción del alma en "avitchi",
se le ofrecerá un nuevo ciclo de devenir.
2.
Esa actividad que no es
totalmente buena ni mala, descrita como blanca-negra. Concierne a la
actividad kármica del hombre común, regido por los
pares de opuestos, y cuya experiencia de la vida se caracteriza por su
oscilación entre lo bondadoso, inofensivo y resultado del amor, y lo malo,
dañino y resultado del odio. Vyasa dice:
Lo blanco-negro es producido por medios externos, pues en ellos el vehículo
de las acciones se desarrolla causando dolor a otros o actuando
bondadosamente.
[e247]
Por lo tanto, evidentemente, el progreso de la unidad humana y sus
acciones, dependen de la actitud hacia los demás y del efecto producido en
ellos. De esta manera también se produce el retorno a la conciencia grupal, y
así se contrarresta o se genera el karma. También la oscilación del péndulo
entre estos pares de opuestos se ajusta gradualmente hasta alcanzar el punto
de equilibrio, y el hombre actúa correctamente, porque la ley del amor o del
alma lo dirige desde arriba, y no porque el deseo bueno o malo lo atraiga en
cualquier sentido.
3.
El tipo de actividad denominado
blanco. Es el tipo de pensamiento viviente y del trabajo practicado por el
aspirante y el discípulo. Caracteriza la etapa del sendero que precede a la
liberación. Vyasa la explica de la manera
siguiente:
[i392]
"Lo blanco es de quienes emplean los métodos de superación,
estudio y meditación. Esto depende sólo de la mente y no de medios externos;
por lo tanto, su práctica no daña a otros".
Se comprenderá, en consecuencia, que estos tres tipos de karma se relacionan
directamente con:
a.
|
El plano del materialismo
|
el plano físico.
|
b.
|
El plano de los pares de opuestos
|
el plano astral.
|
c.
|
El plano del pensamiento enfocado
|
el plano mental.
|
4.
Aquellos cuyo karma es blanco, son los que por haber progresado en
el equilibrio de los pares de opuestos, están ahora dedicados al proceso de
su propia emancipación inteligente y consciente de los tres mundos,
haciéndolo por medio de:
a.
El estudio o desarrollo mental, comprendiendo la ley de la evolución y la
naturaleza de la conciencia y su relación, por un lado con la materia y por
otro con el espíritu.
b.
La meditación o control de la mente, creando así el mecanismo por el cual el alma
controla los vehículos inferiores, haciendo posible la revelación del reino
del alma.
c.
La inofensividad. Ninguna palabra, pensamiento y acción causan daño a esas formas a
través de las cuales se expresa la vida de Dios.
5.
El último tipo de karma se
describe como ni blanco ni negro.
No se genera ningún karma, ni se producen efectos causados por el yogui, que
podrían servir para retenerlo en el aspecto forma de la manifestación.
Actuando, como lo hace, desde el punto de vista del desapego,
sin desear
[i393]
nada para sí, su karma es nulo y sus actos no producen efectos sobre
él.[e248]
8. De estos tres tipos de karma emergen las formas necesarias para la fructificación de los efectos.
Cada vida que viene a la manifestación física, tiene latentes esos gérmenes o
simientes que deben fructificar y son la causa eficiente de la aparición de
la forma. Estas simientes fueron sembradas y deben fructificar. Son las
causas o skandas que producen los cuerpos en que se
han de manifestar los efectos. Son los deseos, impulsos y obligaciones que
retienen al hombre en la gran rueda, que siempre gira y lo lleva a la
existencia del plano físico, para que, de acuerdo a la ley, fructifiquen todas
esas simientes que podrá manipular en determinada vida. Son los gérmenes
subjetivos que producen la forma donde fructifican, maduran y alcanzan su
culminación. Si las simientes kármicas son negras,
el hombre será extremadamente egoísta, materialista e inclinado al sendero de
la izquierda; si blanco-negras, proporcionarán una forma adecuada para el
cumplimiento de sus obligaciones, deudas, deberes e intereses y la
satisfacción de sus deseos. Cuando son blancas tienden a construir el último
cuerpo que se destruye, el causal, el Templo de Salomón, el Karana Sarira del ocultista.
Este cuerpo, en la liberación final, se destruye también, y
[i394]
nada
separa entonces al hombre de su Padre en los Cielos ni lo retiene vinculado
al plano material inferior.
9. Existe idéntica relación entre la memoria y la causa productora de
efectos, aún cuando estén separadas por la especie, el tiempo y el lugar.
Una paráfrasis de este aforismo servirá para elucidarlo, y puede expresarse
de la manera siguiente: No importan la raza, el continente pretérito o
presente, donde haya pasado la vida, lo que dista esa vida ni cuántos miles
de años hayan transcurrido, la memoria permanece en el alma o ego. A su
debido tiempo, bajo adecuados ajustes, toda causa entonces iniciada, tiene inevitablemente
que manifestarse en efectos, y estos efectos aparecerán en alguna vida. Nada
puede impedirlo ni detenerlo. Charles Johnston lo
expresa en su comentario, con las siguientes palabras:
"En forma análoga, el mismo poder selectivo que todo lo rige, un rayo
del yo superior, reúne en diferentes nacimientos, épocas y lugares, las
imágenes mentales concordantes que pueden ser agrupadas en la estructura de
una sola vida o acontecimiento. Mediante este agrupamiento se producen
condiciones corporales visibles o circunstancias externas, mediante las
cuales el alma aprende y se estrena.
[e249]
Así como las imágenes mentales dinámicas del deseo maduran en las
condiciones y circunstancias corporales, también los poderes más dinámicos de
la aspiración,
[i395]
donde el alma llega hasta el Eterno, fructifican
en un mundo más sutil, construyendo la vestidura del hombre espiritual".
10. Por ser eterno el deseo de vivir, las formas creadas por la mente
carecen de principio conocido.
Otra frase que podemos emplear respecto a las palabras "deseo de
vivir" es "voluntad de adquirir experiencia''. Inherente a las
vidas animadoras autoconscientes de nuestro sistema
(las existencias humanas y superhumanas) existe
este deseo de ser, este anhelo de devenir, este impulso a ponerse en contacto
con lo desconocido y distante. Por ser este anhelo cósmico y por depender del
punto de vista evolutivo de esa gran Vida en quien vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser, y en cuyo cuerpo cada forma sólo es una célula o átomo,
resulta imposible comprender su explicación. Lo único que el hombre puede
hacer es construir el mecanismo, mediante el cual será posible tal
comprensión, y desarrollar los poderes que le permitirán establecer contacto
y estar en armonía con lo que reside fuera y dentro de él. Cuando es posible
esto, llega a comprender que esos deseos que lo impelen y empujan a la
acción, esos anhelos que lo obligan a iniciar variadas actividades, no sólo
son algo personal y real, sino parte de la actividad del Todo, del cual él es
una diminuta parte. Descubre que la corriente de imágenes mentales, impelidas
por el deseo, que ocupan su atención y constituyen el poder motivador de su
vida, son formuladas por él mismo,
[i396]
pero también forman parte de la
corriente de imágenes mentales cósmicas que surgen de
la Mente Universal,
resultante de la actividad de ese Pensador cósmico que funciona como
la Vida de nuestro sistema
solar.
Así, la verdad y la enseñanza, formuladas en los tres libros anteriores,
sobrepasan la esfera de lo personal y de lo individual y se amplían,
extienden y generalizan. Para el ente humano, las imágenes mentales
resultantes del deseo y de la actividad del pensamiento, no tienen comienzo
conocido. Lo circundan por todos lados; la corriente de su actividad continuamente
hace impacto sobre él, extrayendo la respuesta que atestigua la existencia
del deseo que alberga en sí.
En consecuencia, debe iniciar dos nuevas actividades. Primero, transmutar y
trascender los deseos y anhelos de percepción sensoria que posee y, segundo,
emprender la tarea de aislarse y protegerse de la atracción e influencia de
las grandes corrientes de
[e250]
imágenes mentales que existen eternamente. Sólo
así podrá lograr 'la condición de unidad aislada", según se describe en
el Libro III, Af. 50.
11. Estas formas las crea y las mantiene unidas el deseo, la causa básica;
la personalidad, el resultado efectivo; la vitalidad mental o voluntad de
vivir, y el apoyo de la vida u objetivo exteriorizado; cuando éstos cesan de
atraer, entonces las formas dejan igualmente de existir.
Este aforismo expresa una ley de la naturaleza, y es tan claro que sólo
necesita una ligera explicación.
[i397]
No obstante, será conveniente
analizar someramente la enseñanza que contiene.
Aprendemos que cuatro factores contribuyen a la existencia de las imágenes
mentales o formas que vienen a la existencia como consecuencia de la
naturaleza de deseos:
1. La causa básica
|
el deseo.
|
2. El efecto o resultado
|
la personalidad.
|
3. La voluntad de vivir
|
la vitalidad mental.
|
4. La vida exteriorizada
|
el objetivo.
|
Cuando la causa, el deseo, ha
producido su efecto, la personalidad o aspecto forma del hombre, la forma
persistirá mientras exista la voluntad de vivir. Esta forma se mantiene en
manifestación debido a la vitalidad mental. Esto ha sido demostrado repetidas
veces en los anales de la medicina, porque se ha comprobado que mientras
persiste la determinación de vivir, así será la probable duración de la vida
en el plano físico, pero desde el momento en que desaparece tal voluntad, o
el interés del morador del cuerpo ya no está centrado en la manifestación de
la personalidad, se produce la muerte y tiene lugar la desintegración de la
imagen mental, el cuerpo.
Resulta interesante observar el significado oculto de las palabras: "el
apoyo de la vida u objetivo exteriorizado", porque corrobora la
enseñanza ocultista de que la corriente de la vida desciende de la causa originante y descubre su objetivo o manifestación final
en el cuerpo vital o etérico, verdadera sustancia
de todas las formas, constituyendo el apoyo o estructura del vehículo físico
denso.
Estos cuatro factores pueden muy bien ser divididos en
[i398]
dos
grupos o pares de opuestos, la causa y el efecto, la voluntad de ser y la
verdadera forma u objeto.
Durante un prolongado período en el proceso evolutivo, la apariencia o
existencia de la forma es lo único que interesa al
[e251]
morador
interno, y la vida exteriorizada se convierte en el único centro de
atracción.
Pero a medida que la rueda gira y se pasa de una experiencia a otra, se sacia
y satisface la naturaleza de deseos, y paulatinamente llega a su fin la
creación de imágenes mentales y sus efectos. En consecuencia, la forma deja
de existir, y ya no se busca la manifestación objetiva, quedando el hombre
liberado de maya o ilusión.
12. El pasado y el presente existen en realidad. La forma asumida dentro
del concepto de tiempo presente, es el resultado de características
desarrolladas, conteniendo latentes las simientes de la cualidad futura.
Este aforismo presenta los tres aspectos del Eterno Ahora, y observamos que
lo que somos hoy es producto del pasado y lo que seremos en el futuro depende
de las simientes latentes u ocultas, o sembradas en la actual vida. Lo
sembrado en el pasado existe, y nada puede impedir o detener que esas
semillas fructifiquen. Tienen que dar fruto en la vida presente, o mantenerse
ocultas hasta que un suelo más favorable y una condición más adecuada puedan
hacerlas germinar, desarrollar, crecer y florecer a plena luz del día.
[i399]
No hay
nada oculto o velado que no sea revelado, ni nada secreto que no llegue a
conocerse. Sembrar nuevas semillas e iniciar actividades que han de
fructificar en fecha posterior es, no obstante, algo diferente, que está
totalmente bajo el control del hombre. Practicando el desapasionamiento
y el desapego y controlando rígidamente la
naturaleza de deseos, el hombre puede reorientarse, de modo que su atención
no será atraída externamente por la corriente de imágenes mentales, sino
retraída y centralizada fijamente en
la Realidad.
Esto se intenta, primeramente, por el control del vehículo
mental, la mente, y por la conquista de las modificaciones del principio
pensante; luego prosigue la utilización de ese mecanismo y su aplicación en
la correcta dirección a fin de alcanzar el conocimiento del reino del alma,
en vez del reino de la materia. Así también se alcanza la liberación.
13. Las características estén latentes o en potencia, participan de la
naturaleza de los tres gunas (o cualidades de la
materia).
Las características son, en realidad, las cualidades, capacidades y
facultades que el hombre manifiesta o puede manifestar (dadas las condiciones
adecuadas). Son, como hemos visto, el
[e252]
resultado o los efectos de su
experiencia pasada, acumulada durante todo el ciclo de vidas hasta la fecha.
Los efectos de los contactos, desenvolvimientos y desarrollos que lo han
regido, desde los
[i400]
albores de su individualidad hasta el ciclo actual
de vida, han producido lo que es y lo que tiene en la actualidad. Debe
tenerse en cuenta que estos factores que se resumen en el término general de
"características", conciernen a la forma y a su respuesta a la vida
espiritual inmanente.
Se producen con la misma rapidez con que el Morador Interno espiritual puede
plasmar su impronta sobre la sustancia de esas formas, obligarlas a cumplir
su voluntad, controlarlas y someterlas. La forma tiene ciertas actividades
vibratorias propias, inherentes a su naturaleza. Identificándose con la forma
y utilizándola, el Morador Interno desarrolla dos series de características.
Una serie se manifiesta en el yo inferior, y concierne a la adaptabilidad de
la forma, a la influencia interna y al medio ambiente externo. La otra
concierne a las tendencias, impulsos y deseos que tienden a afectar,
permanentemente, al cuerpo del yo superior o causal. De allí que estas
características tengan, en ambos casos, que ver con el ritmo o gunas de la materia.
Podría decirse que todo cuanto somos es producto del pasado y se manifiesta
como característica de la forma de la personalidad. Lo que seremos en la
próxima encarnación lo determina la capacidad del verdadero hombre para
ejercer influencia sobre ese yo personal, obligarlo a cumplir fines elevados
y elevar su grado de vibración. Una cosa es el hombre cuando viene a la
encarnación y otra cuando sale de ella, porque entonces es el producto del
pasado, además de lo realizado en la vida presente; lo adquirido bajo el gran
impulso evolutivo lo ha llevado inevitablemente a una condición
[i401]
sáttvica o rítmica armoniosa, y lo ha
alejado de la condición tamásica de inercia, de
inmovilidad. Esto se obtiene imponiendo las características de actividad, el guna intermedio, que predominantemente regula la
actividad externa e impulsa al hombre hacia la experiencia sensoria.
14. La manifestación de la forma objetiva se debe a la centralización de
la causa que produce efectos (la unificación de las modificaciones de la
sustancia mental o chitta).
El impulso hacia la evolución, o apropiarse de una forma, es tan dominante y
el resultado del pensamiento egoico está tan
centralizado, que resulta inevitable la manifestación objetiva. La sustancia
mental o chitta (en el gran proceso de apropiarse
de una forma) está tan completamente unificada, y el deseo de
[e253]
experimentar
por medio de contactos en el plano físico es tan dominante, que todas las
modificaciones de la mente van dirigidas hacia el mismo objetivo.
Cuando la condición se invierte y el hombre en el plano físico efectúa su
propia liberación, lo hace por el mismo método, o sea la centralización y
unificación. Ciertas frases relacionadas con el simbolismo de la estrella de
cinco puntas, en El Antiguo Comentario, aclaran esto:
"La sumersión es hacia abajo, hacia la
materia. El punto desciende, precipítase a través
de la esfera acuosa y penetra en lo inerte, inmóvil, oscuro, silencioso y
remoto. El punto de fuego y de piedra se unen, alcanzándose la armonía y
unión en el sendero descendente".
[i402]
"El vuelo es hacia arriba, al espíritu. El punto asciende, elevando
a los dos que están detrás, y los tres y los cuatro se extienden hasta
aquello que está detrás del velo. El agua no consigue apagar el punto de
fuego; de esta manera el fuego se une al fuego y se fusionan. Se logra
armonía y unión en el arco ascendente. Así el Sol se desplazará hacia el
norte".
15. Ambas, conciencia y forma, son distintas y están separadas; aunque las
formas sean similares, la conciencia puede funcionar en diferentes niveles
del ser.
Este aforismo no debe considerarse separado del posterior, el cual afirma que
la Mente una
o Vida una, es la potente causa de todas las mentes y vidas menores
diferenciadas. Esto debe tenerse siempre en cuenta. En este aforismo van
implícitas tres ideas principales.
Primero, que hay dos líneas principales de evolución; una concierne a la
materia y la forma, la otra al alma, el aspecto conciencia, el pensador en
manifestación. Cada uno de estos senderos de progreso difieren, cada uno
sigue su curso. Como ya se ha observado, durante un prolongado periodo de
tiempo, el alma se identifica con el aspecto forma y trata de seguir el
"Sendero de la Muerte",
porque en efecto, para el pensador ese es el sendero obscuro.
Más tarde, por medio de un gran esfuerzo, cesa esta identificación; el alma
se hace consciente de sí misma y de su propio sendero o dharma;
entonces sigue el camino de la luz y de la vida. Sin embargo, debe tenerse
siempre en cuenta entre ambos aspectos, que el propio sendero de cada uno es
el de la derecha, y que los impulsos ocultos en el vehículo físico
[i403]
o en el
cuerpo astral, no son en sí malos. Son malos, desde cierto ángulo, cuando se
tergiversa su correcto empleo. La comprensión de esto condujo a exclamar al
discípulo, según el Libro de Job: "He pervertido lo que era
correcto". Las dos líneas de desenvolvimiento son
[e254]
separadas
y distintas. Ésta es una de las cosas que el aspirante debe aprender.
Cuando el aspirante ha comprendido esto, trata de ayudar a la evolución de
sus formas de dos maneras: primero, negándose a identificarse con ellas y,
segundo, estimulándolas.
Aplicando la fuerza espiritual también se dará cuenta de la etapa de
evolución en que se encuentran sus hermanos, y no criticará lo que para él
constituirían acciones erróneas y para ellos es la actividad natural de la forma,
durante el ciclo en que forma y alma están identificadas y se consideran una
misma cosa.
La segunda línea principal de pensamiento, implicada en el aforismo 15, es
más difícil de expresar. Proporciona color y veracidad a la controversia de
muchos pensadores, de que las cosas existen y tienen forma y actividad sólo
en la medida que la mente del pensador las formula. En otras palabras,
mediante las modificaciones de nuestro principio pensante construimos nuestro
propio mundo y creamos nuestro propio ambiente. La deducción, por lo tanto,
es que (dada una sustancia básica espíritu-materia) la entretejemos en
formas, por nuestros propios impulsos mentales. Otros perciben lo que
nosotros vemos, porque algunas de las modificaciones de sus mentes son análogas
a las nuestras y sus reacciones e impulsos, similares
[i404]
en
cierto aspecto. Sin embargo, dos personas no ven un objeto exactamente de la
misma manera. Las cosas o formas de materia existen realmente; han sido
creadas o están en proceso de creación, y de ellas son responsables alguna
mente o varias mentes. Entonces surge la cuestión de quién es responsable de
las formas mentales que nos circundan. El comentario y la traducción de Dvivedi apoya más esta segunda
línea de pensamiento que la paráfrasis de el Tibetano; sería de valor que la
estudiáramos, porque cuando muchas mentes encaran un problema, permite
apreciarlo en su magnitud, se evitan las superficialidades y vanas
conclusiones y se hace posible el acercamiento a la verdad. El punto de vista
sintético está más cerca de la verdad que el especializado. Dvivedi dice: "Aunque las cosas son similares, la
causa de la mente y de las cosas es distinta debido a las diferencias de las
mentes".
"Las consideraciones precedentes establecen, de manera indirecta, la
existencia de cosas como objetos externos a la mente. Los Vijnanavadi
Budas, al sostener que las cosas sólo son reflejos de nuestro principio
pensante, pondrían objeciones a ese punto de vista. La objeción no resistiría
al análisis, porque la existencia de cosas separadas del principio pensante
es real. Aunque existe, ciertamente, la similitud completa entre objetos del
mismo tipo, aún así, el modo en que los objetos afectan a la mente y en que
[e255]
es
afectada por ellos, es enteramente distinta. En consecuencia, los objetos
existen fuera del principio pensante. Aunque los objetos son similares, no se
presentan a mentes diferentes bajo la misma luz, lo cual demuestra
[i405]
que
están separados de la mente. También muchas veces oímos decir a algunas personas
que han visto un mismo objeto como lo han visto otras. Esto probaría que a
pesar de que el objeto es uno solo, los conocedores son muchos. Esta
circunstancia demuestra la diferencia entre el objeto y la mente. Asimismo,
el vidente y lo visto, o sea la mente y el objeto, o el instrumento de
conocimiento y el objeto de conocimiento, no pueden ser uno y el mismo,
porque entonces todo conocimiento característico sería una imposibilidad, lo
cual es absurdo. La tentativa de solucionar esta dificultad, diciendo que el
eterno Vasana de la forma de los objetos externos
es la causa de nuestro conocimiento característico, es inútil, pues lo que se
ha debilitado por sí mismo no puede convertirse en causa. Por lo tanto la
existencia objetiva debe aceptarse como independientemente del sujeto.
Tampoco cabe imaginar cómo una sola sustancia, prakriti,
puede producir, en este caso, toda la multiplicidad de diferencias en nuestra
experiencia, porque los tres gunas y sus diversas
combinaciones, en diferentes grados, lo justifican suficientemente. En el
caso de los yoguis adecuadamente iluminados, es
natural que cuando el conocimiento ha producido en ellos el supremo Vairagya, no se preocupen de los gunas,
los cuales también alcanzan un estado de equilibrio y no producen efecto".
La tercera línea de pensamiento se refiere más específicamente al aspecto
comprensión, o a la percepción del pensador inmanente, por lo tanto tiene un
valor práctico inmediato para el estudiante de Raja Yoga, la cual implica
ciertas preguntas que se pueden formular de la manera siguiente:
[i406]
1. ¿En qué nivel del ser o de comprensión (porque la idea es idéntica para el
estudiante ocultista) actúo?
2. ¿Me identifico con la forma o con el alma?
3. ¿Qué sendero sigo, el superior del alma o el inferior de la materia?
4. ¿Me encuentro en un período de transición, donde mi comprensión se está
transfiriendo de la conciencia inferior a la superior?
5. Aunque esté en el cuerpo, ¿es éste meramente un instrumento y estoy
despierto en otro plano de percepción?
Éstas y otras preguntas similares son de profundo valor para el aspirante, si
se las formula sinceramente y responde honestamente, como ante la presencia
de Dios y del Maestro.
[e256]
16. Las numerosas modificaciones de la mente una, producen las diversas
formas que, para subsistir, dependen de esos numerosos impulsos mentales.
En estas palabras, todo el concepto pasa de la esfera particular al reino de
lo universal. Nos pone frente a los impulsos cósmicos y solares y evidencia
la insignificancia y pequeñez de nuestro problema individual. Toda forma en
manifestación es el resultado del pensamiento de Dios; todo vehículo
objetivo, por medio del cual fluyen los impulsos vitales del universo, es
producido y mantenido en manifestación objetiva, por la constante afluencia
de corrientes mentales que emanan de un solo y maravilloso pensador cósmico.
Sus métodos misteriosos, su plan oculto y secreto, el
[i407]
gran
propósito para el cual trabaja en este sistema solar, no son todavía
evidentes para el hombre; sin embargo, cuando pueda pensar en términos más
amplios, desarrollar el poder de visualizar el pasado como una totalidad y
unificar su conocimiento acerca de la vida de Dios, expresándose en los
reinos de la naturaleza, y cuando aumente su comprensión de la naturaleza de
la conciencia, entonces le será evidente la voluntad de Dios basada en una
actividad amorosa.
La clave del cómo y el por qué, reside en la comprensión del hombre de sus
propias actividades mentales. La apreciación de la gran forma mental de Dios,
el sistema solar y su mantenimiento, se desarrolla en el hombre a medida que
comprende sus propias formas mentales y la manera de construir y crear su
propio medio ambiente y colorar su propia vida. El hombre construye sus
propios mundos por el poder de sus procesos mentales o por las modificaciones
de ese fragmento del principio mental universal del cual se ha apropiado para
uso particular.
Debe recordarse que el Logos solar, Dios, es la
suma total de todos los estados de conciencia o percepción. El hombre (la
humanidad en conjunto o la unidad individual) es parte de ese todo. Las
innumerables mentes, desde la del átomo (reconocido por la ciencia) hasta la
mente de Dios mismo, pasando por todos los grados de pensadores y etapas de
percepción, son responsables de todas las formas que se hallan en nuestro
sistema. A medida que trabajamos, desde lo infinitamente pequeño a lo
infinitamente grande, desde el microcosmos al macrocosmos, se evidencia un
estado de conciencia en gradual expansión y un constante crecimiento de la
percepción. En esta escala de desarrollo, tenemos
[i408]
tres
tipos predominantes de formas, resultados de la mente:
1. La forma del átomo, el verdadero microcosmos.
[e257]
2. La forma del hombre, el macrocosmos para todos los reinos subhumanos.
3. La forma de Dios, un sistema solar, el macrocosmos para el hombre y para
todas las etapas superhumanas.
Todas estas formas y las formas intermedias, dependen de alguna vida, dotada
de capacidad de pensar y también del impulso mental para modificar e influir
la sustancia sensoria y construir con ella las formas.
17. Estas formas son conocidas o no, de acuerdo a las cualidades latentes
en la conciencia perceptora.
Este aforismo ha sido traducido por Charles Johnston
con las siguientes palabras: "Un objeto es percibido o no, según que la
mente esté o no matizada por el color del objeto".
Vemos lo que somos y nos damos cuenta de ello debido a otras formas que se
desarrollan en nosotros mismos. No vemos aspectos de la vida, porque todavía
no hemos hecho contacto con lo divino y lo desconocemos en nosotros. El
aspecto forma y sus limitaciones se desarrollan en nosotros, ocultando al
alma de modo que sólo nos damos cuenta de la forma de nuestro hermano y no
vemos su alma. En cuanto hacemos contacto con nuestra propia alma y vivimos
en su luz, vemos el alma de nuestro hermano,
[i409]
nos damos cuenta de su luz, con
lo cual cambia completamente nuestro acercamiento a él.
Aquí tenemos el indicio de nuestras limitaciones, aquí reside la promesa de
nuestro éxito. La facultad latente, una vez desarrollada, nos revelará un
mundo nuevo; los poderes ocultos del alma una vez que hayan sido plenamente
expresados, nos harán conscientes de un nuevo mundo y nos revelarán un plan
de vida y un reino del ser que, hasta ahora, nos fue negado, porque no lo
hemos visto. De ahí la necesidad de que todo investigador de los misterios de
la existencia, aplique a su investigación todas las facultades; de ahí
también la necesidad de que se lleve a cabo este proceso de desenvolvimiento
del alma y se desarrollen las facultades potenciales si queremos comprender
plenamente la verdad.
18. El Señor de la mente, el perceptor, es siempre consciente de la
constante actividad de la sustancia mental, causa productora de efectos.
Tenemos en este aforismo una afirmación que constituye la clave para la
práctica efectiva y sin peligro de la meditación.
[e258]
Quien
medita es el alma, el ego, y su trabajo es actividad positiva, no un estado o
condición negativos. Gran parte del trabajo que se realiza como meditación es
peligroso o inútil, porque quien trata de controlar es el hombre en el plano
físico, cuyo esfuerzo está concentrado en lograr la quietud del cerebro.
Trata de aquietar las células cerebrales y hacerlas negativas, pasivas y
receptivas. Sin embargo, la verdadera meditación concierne al alma y a la
mente; la receptividad del cerebro es la reacción automática a la condición
superior. Por consiguiente, en el Raja Yoga el contacto
[i410]
con el
verdadero hombre, el ego, y el poder de "aquietar las modificaciones del
principio pensante", deben preceder a toda actividad y respuesta del
cerebro. El Señor de la Mente
está siempre despierto, pues se da cuenta de la tendencia de la mente a
responder a las corrientes de fuerza, producidas por el pensamiento o el
deseo. En consecuencia, vigila toda emanación de fuerza que surge de él, y
controla todo pensamiento e impulso, de modo que únicamente se originen
corrientes de energía e impulsos alineados constantemente con el propósito que
tiene ante sí, y se pueda llevar a cabo el plan grupal. Nunca debe olvidarse
que todos los egos trabajan en formación grupal, controlados directamente por
esos pensadores que encarnan el divino pensamiento logoico.
Por lo tanto, el trabajo que cada aspirante trata de realizar consiste en
poner la conciencia del cerebro en línea con el pensamiento que le llega por
conducto de su propia alma-conciencia, y en la consumación de esto el plan
divino se va manifestando gradualmente en el plano físico.
A medida que cada hijo de Dios conduce esa sustancia mental activa, de la
cual es responsable, a una condición capaz de responder al pensamiento
divino, entonces el plan de las edades será llevado a su fin. Nadie debe
desesperarse por su aparente incompetencia o pequeñez, porque a cada uno se
nos ha confiado una parte del plan, y debemos desempeñarla; sin nuestra
colaboración se produce demora y confusión. A veces, cuando una ínfima parte
de un gran mecanismo no funciona correctamente, provoca grandes dificultades.
Con frecuencia, son necesarios muchos ajustes antes de que toda la máquina
[i411]
pueda
marchar y realizar su trabajo con buen resultado, y en el reino de la
colaboración humana se pueden presentar situaciones análogas.
La sustancia mental constantemente activa puede responder a la vibración
inferior que emana del triple hombre inferior, y a los más elevados impulsos
que surgen del alma, como intermediaria entre espíritu y materia. El alma es
siempre consciente de esta condición; el hombre en el plano físico está ciego
a ella, o recién despierta a esta doble posibilidad. La tarea del que aspira
a la unión consiste en transferir gradualmente y poner
[e259]
acrecentadamente
la sustancia mental bajo los impulsos superiores, alejándola de la vibración
inferior, hasta convertir en una condición estable la respuesta a lo superior
y que la actividad vibratoria del hombre inferior se desvanezca y
desaparezca.
19. Debido a que la mente puede ser vista o conocida, resulta evidente que
no es la fuente de iluminación.
Este aforismo y los dos siguientes nos dan un acercamiento típicamente
oriental a un problema muy difícil, y este método de razonar no es fácil de
ser captado par las mentes occidentales. En las seis escuelas de la filosofía
hindú, todo el problema, relacionado con el origen de la creación y la
naturaleza de la mente, es desmenuzado y discutido y tratado en forma tan
completa, que prácticamente todas nuestras escuelas modernas se pueden
considerar retoños o consecuencia lógica de las diversas conclusiones hindúes.
La clave de la diversidad de opiniones sobre estos dos puntos quizás la
encontremos en los seis tipos en que todos los seres humanos se clasifican,
porque el séptimo sólo es la síntesis
[i412]
de todos ellos, siendo
influyente y no excluyente.
En los aforismos de la yoga, la mente queda relegada a la posición de
instrumento, de intermediario, de placa sensible, que registra lo que afluye
a ella desde arriba o lo que la afecta desde abajo. Carece de personalidad
propia; no tiene vida o luz que le pertenezca, excepto la inherente a toda
sustancia y, por lo tanto, existente en los átomos que constituyen la
sustancia mental. Estos últimos, hallándose en la misma línea evolutiva que
el resto de la naturaleza inferior, acrecienta la
oleada de fuerzas materiales que tratan de mantener prisionera al alma y
constituyen la gran ilusión.
La mente, en consecuencia, puede ser conocida en dos sentidos: Primero,
conocida, reconocida y vista por el pensador, el alma en su propio plano.
Segundo, vista y conocida como vehículo del hombre en el plano físico.
Durante largo tiempo, el hombre se ha convertido en aquello con lo cual se
identifica, excluyendo al verdadero hombre espiritual, con el que es posible
establecer contacto y a quien también se lo puede conocer y obedecer, una vez
que la mente queda relegada al lugar que le corresponde como instrumento de
conocimiento.
Una analogía del plano físico puede ayudarnos a comprender esto. El ojo es
uno de nuestros principales órganos, por medio del cual adquirimos
conocimiento, el medio por el cual vemos. Sin embargo, no cometemos el error
de considerar al ojo como fuente de luz ni aquello que trae revelación. Lo
conocemos como
[e260]
instrumento que responde a ciertas vibraciones de
la luz, mediante lo cual transmite a nuestro cerebro,
[i413]
esa gran
placa receptora del plano físico, cierta información acerca de este plano.
Para el alma, la mente actúa también como el ojo, o como una ventana mediante
la cual llega información, pero en sí misma no es la fuente de luz ni de
iluminación.
Resulta interesante observar aquí que cuando el cerebro y la mente se
coordinaron (como ocurrió por primera vez en los días de Lemuria),
simultáneamente se desarrolló el sentido de la vista. A medida que la
evolución avanza, tiene lugar una coordinación superior, pues el alma y la
mente llegan a unificarse. Entonces el órgano de la visión sutil (el tercer
ojo) empieza a actuar, y en vez de mente, cerebro y dos ojos, aparece otra
triplicidad: alma, mente y tercer ojo. En consecuencia, el cerebro no es la
fuente de iluminación, sino que llega a percibir la luz del alma y lo que
ésta revela en su reino. Simultáneamente se desarrolla el tercer ojo, que
revela a su poseedor los secretos de los reinos más sutiles de los tres
mundos, de manera que el cerebro recibe iluminación, información y
conocimiento desde dos direcciones: del alma, por conducto de la mente, y de
los planos más sutiles de los tres mundos, por conducto del tercer ojo. Se ha
de recordar aquí que el tercer ojo revela, principalmente, la luz que se
encuentra en el corazón de todas las formas de manifestación divina.
20. Tampoco la mente puede conocer dos objetos simultáneamente, ella y lo
que está fuera de ella.
Ninguna de las envolturas, por medio de las cuales el alma actúa, posee
conocimiento de sí misma; son únicamente canales, a través de los cuales se
obtiene conocimiento, y
[i414]
pasan las experiencias de la vida. La mente no se
conoce a sí misma, porque ello supondría ser consciente de sí misma; por lo
tanto, careciendo de conciencia individual no puede decir: "Esto soy yo,
yo misma, y esto es externo a mí; en consecuencia el no-yo". Es
simplemente otro sentido, por medio del cual obtenemos información y se nos
revela un nuevo campo de conocimiento. No es más que un instrumento, como se
dijo antes, capaz de una doble función: registrar contactos de una de las dos
direcciones y transmitir tal conocimiento al cerebro desde el alma, o al alma
desde el hombre inferior. Esto merece una reflexión: la tendencia de nuestro
esfuerzo es llevar ese instrumento a una condición donde puede ser utilizado
con el mayor provecho posible. Los tres últimos métodos de yoga tratan de
lograrlo. Como ya se ha considerado anteriormente, no es necesario que lo
ampliemos.
[e261]
21. Si el conocimiento de la mente (chitta) es
postulado por otra mente lejana, se inferirá que existe un número infinito de
conocedores, y las consecutivas reacciones de la memoria tenderán a confundir
grandemente.
Una de las explicaciones dadas respecto a las funciones de la mente se
refiere a su capacidad de apartarse de sí misma y considerarse como algo
separado, convirtiéndose así en confusas partes separadas, distanciadas unas
de otras, que (cuando la idea es llevada a una conclusión lógica) conduce a
una situación caótica. Todo esto proviene de la negativa de los pensadores
ortodoxos, filósofos y mentalistas,
[i415]
a
admitir la posible existencia de una entidad alejada y separada de la mente,
que trata sólo de utilizarla como medio para adquirir conocimiento. El
problema ha surgido, en gran parte, del hecho de que el pensador no puede ser
conocido hasta que la mente se haya desarrollado;
puede ser presentido y sentido por el místico y el devoto, pero no es posible
su conocimiento (en el significado corriente del término) antes de que se
desarrolle el instrumento del conocimiento, la mente. Aquí es donde el
conocimiento oriental se introduce y aclara el trabajo tan maravillosamente
realizado por la ciencia mental y la ciencia cristiana, que han hecho
hincapié en la mente individual y en la universal, y nuestra deuda hacia
ellos es grande. La naturaleza de la mente, su propósito, control, problemas
y procesos son hoy temas de discusión general, lo cual no ocurría hace cien
años. Pero, con todo ello, existe mucha confusión debido a nuestra tendencia
moderna a deificar la mente y a considerarla único factor importante. La
ciencia oriental viene en nuestra ayuda, y nos dice que detrás de la mente,
está el pensador, detrás de la percepción, el perceptor, y detrás del objeto
observado, el observador. Este pensador, perceptor y observador es el yo
inmortal e imperecedero, el alma en contemplación.
22. Cuando la inteligencia espiritual, que permanece sola y libre de los
objetos, se refleja en la sustancia mental, entonces se obtiene la percepción
del yo.
Conocemos a la inteligencia espiritual, el hombre
[i416]
real, el
Hijo de Dios, eterno en los Cielos, por muchos y variados nombres, según la
escuela de pensamiento. La lista de sinónimos dada a continuación es de
utilidad para el estudiante, porque le da una visión más amplia y una
comprensión incluyente, revelándole el hecho de que los Hijos de Dios,
revelados o no, se encuentran en todas partes.
[e262]
La inteligencia espiritual
|
El Regente Interno
|
El Verbo hecho carne.
|
El alma
|
El segundo aspecto
|
El AUM.
|
La entidad autoconsciente
|
La segunda Persona
|
El Pensador.
|
El Cristo
|
Dios encarnado
|
El Observador, el Perceptor.
|
El Yo
|
El hijo de la mente
|
El Constructor de formas.
|
El Yo superior
|
El Manasaputra divino
|
La fuerza.
|
El Hijo de Dios
|
El Agnishvattva
|
El Morador del cuerpo.
|
Éstos y otros muchos términos están diseminados en todas las Escrituras y
literaturas del mundo. Sin embargo, en ningún otro libro como en el Bhagavad Gita se representa tan
maravillosamente la naturaleza del alma, tanto macrocósmica
(el Cristo cósmico) como microcósmica (el Cristo individual). Los tres
libros: El Bhagavad Gita,
El Nuevo Testamento y Los Aforismos de
la Yoga, contienen un cuadro completo del alma
y su desenvolvimiento.
23. Así la sustancia mental, reflejando al conocedor y lo conocible,
deviene omnisciente.
Este aforismo es una especie de resumen; hace resaltar el hecho de que la
mente, estando aquietada y pasiva durante la práctica de la concentración
[i417]
y la
meditación, se convierte en el reflector "de lo que está arriba y de lo
que está abajo". Es el transmisor del conocimiento del yo al cerebro
físico del hombre en encarnación, y además el transmisor de todo lo que el yo
conoce y percibe. Ve y conoce el campo de conocimiento. El Conocedor es
también percibido y la "percepción de todos los objetos" llega a
ser posible. Por lo tanto, es literalmente verdad que para el yogui nada hay
oculto o desconocido. Obtiene información sobre todos los temas, porque posee
un instrumento que puede utilizar para cerciorarse de lo que el alma sabe
respecto al reino de Dios, el reino de la verdad espiritual. Puede entrar en
comunicación con el alma e impartirle lo que el hombre conoce en encarnación
física, de manera que el conocedor, el campo del conocimiento y el
conocimiento mismo, entran en conjunción, siendo la mente el medio para ello.
Ésta es una gran etapa en el sendero de retorno; aunque a su debido tiempo la
intuición reemplazará a la mente y la percepción espiritual directa tomará el
lugar de la percepción mental, no obstante, esta etapa es avanzada e
importante y abre la puerta para que la luz entre directamente. Nada debe
ahora entorpecer el descenso de la fuerza y la sabiduría espiritual al
cerebro, porque el
[e263]
entero triple hombre inferior ha sido purificado y
dominado; los cuerpos físico, emocional y mental forman simplemente un canal
para la luz divina y constituyen el vehículo por el cual la vida y el amor de
Dios pueden manifestarse.
[i418]
24. La sustancia mental,
reflejando como lo hace, una infinidad de impresiones de la mente, se
convierte en instrumento del yo y actúa como agente unificador.
Nada le queda por hacer al hombre espiritual en conexión con este yo inferior
purificado, sino aprender a utilizar su instrumento, la mente, por medio de
la cual los otros dos cuerpos son dirigidos, controlados y utilizados. Este
instrumento ha sido descubierto, desarrollado y dominado, aplicando los ocho
métodos de yoga, y ahora debe ser utilizado y aplicado en forma activa, de
tres maneras:
1.
Como vehículo para la vida del
alma.
2.
En servicio de
la Jerarquía.
3.
En colaboración con el plan de
la evolución.
En el Libro I, Af. 41, hallamos estas palabras:
"Aquel que ha controlado totalmente sus vrittis
(modificaciones de la sustancia mental) llega a un estado de identificación y
similitud con lo que ha conocido. El conocedor, el conocimiento y el campo
del conocimiento se convierten en uno, así como el cristal toma los colores
de lo que refleja." Esto nos da una idea de lo que ocurre al hombre que
ha dominado su instrumento. Registra en su cerebro, por conducto de la mente,
lo que es verdadero y real. Llega a darse cuenta de la naturaleza del ideal,
y dedica todo su poder en concretar tal ideal objetivamente; percibe la
visión del reino de Dios, tal como será en el futuro, y entrega todo cuanto
tiene y es, a fin de que tal visión sea percibida por todos;
[i419]
conoce
el plan, porque le ha sido revelado en el "lugar secreto en el Monte de
Dios", y colabora inteligentemente con el plan en el plano físico. Oye
la Voz del Silencio y obedece
sus mandatos, trabajando constantemente en la tarea de vivir espiritualmente
en un mundo consagrado a cosas materiales.
Todo es posible para el hombre que ha aquietado la versátil naturaleza
síquica y ha dominado la soberana ciencia de Raja Yoga. En la literatura
oculta de los adeptos, las siguientes estrofas compendian el estado del
hombre que ha realizado; es amo no sirviente; conquistador, no esclavo:
"El quinto ha penetrado en la paz, sin embargo deambula por nuestra
esfera. Lo que es denso y oscuro brilla ahora con luz clara y pura, y
[e264]
el
resplandor fluye de los siete lotos sagrados. Ilumina al mundo e irradia en
los lugares más profundos con fuego divino".
"Lo que hasta ahora ha permanecido desasosegado, indómito como el
océano, agitado como mar tormentoso, yace quieto y tranquilo. Límpidas las
aguas de la vida inferior, aptas para aplacar a los sedientos que a tientas
claman por saciar su sed".
"Lo que ha matado y velado lo Real durante muchos y prolongados eones,
es muerto y, con su muerte, termina la vida separada. Se ve al Uno. Se oye
la Voz: Se conoce lo Real y se
percibe la Visión.
El fuego de Dios surge hacia arriba y se convierte en
llama".
"El lugar más oscuro recibe luz. Amanece en la tierra. La fuente del día
vierte desde las alturas sus brillantes rayos sobre el infierno mismo, y todo
es luz y vida".
Entonces el yogui liberado, se halla ante una alternativa. Enfrenta un
problema espiritual cuya naturaleza está descrita en el fragmento extraído de
un antiguo catecismo esotérico:
[i420]
"¿Qué ves ¡oh!
liberado? Veo muchos que sufren, lloran y claman ayuda, Maestra".
"¿Qué harás, ¡oh! hombre de paz? Volveré al
lugar de donde he venido".
"¿De dónde vienes tú, Peregrino divino? De lo más profundo de la
oscuridad, de allí ascenderé a la luz".
"¿A dónde vas tú, ¡oh!
Viajero en el camino ascendente? Vuelvo a las
profundidades de la oscuridad, lejos de la luz del día".
"¿Para qué das este paso, ¡oh!
Hijo de Dios? Para levantar a los que tropiezan en
la oscuridad e iluminar sus pasos en el sendero".
"¿Cuándo termina el servicio, ¡oh! Salvador de hombres? Lo
ignoro; sólo sé que mientras alguien sufra, me quedaré y serviré".
25. El estado de unidad aislada (absorbido en la verdadera naturaleza del
yo) es la recompensa del hambre capaz de discriminar entre la sustancia
mental y el yo, u hombre espiritual
El estado de unidad aislada no debe ser considerada como una reacción
separatista, sino resultado de un estado mental particular.
Toda práctica de meditación, todo momento de reflexión, todo ejercicio de
afirmación, toda hora de recogimiento de nuestra propia y verdadera
naturaleza, son medios que empleamos para apartar la mente de las reacciones
y tendencias inferiores y adquirir el hábito de reconocer constantemente la
propia naturaleza divina. Una vez lograda esa comprensión, no son ya
necesarios tales ejercicios y entramos en posesión de nuestra herencia. El
aislamiento, a que se hace referencia, es la separación del yo del campo del
conocimiento, e implica la negativa del yo a buscar
[e265]
experiencia
[i421]
sensoria externa, manteniéndose firme en el estado espiritual del
ser.
El hombre llega a ser consciente de sí mismo como conocedor; ya no se
interesa principalmente en el campo del conocimiento, como en las primeras
etapas de su desenvolvimiento; tampoco se ocupa del conocimiento mismo, como
lo hizo durante la etapa de desenvolvimiento mental, ya sea como hombre
evolucionado o como discípulo. Puede discernir entre los tres; en adelante ya
no se identifica ni con el campo del conocimiento -la vida de los tres mundos
por medio de sus tres vehículos y los cinco sentidos, además de la mente-, ni
con el conocimiento obtenido, ni con la experiencia sufrida. Conoce al yo. Se
identifica con el verdadero conocedor; así ve las cosas tal cual son,
disociándose totalmente del mundo de la percepción sensoria.
Sin embargo, hace esto mientras actúa en la tierra como ser humano. Participa
de la experiencia terrena; se sumerge en las actividades humanas; camina
entre los hombres; come, duerme, trabaja y vive. No obstante, todo el tiempo
"está en el mundo, pero no es del mundo", de él se puede decir lo
que se dijo del Cristo:
"Quien siendo a imagen de Dios, no consideró usurpación ser igual a
Dios".
"Pero no creó reputación para sí, sino que asumió la forma de sirviente
y fue hecho a semejanza de los hombres".
"Y reducido a la condición de hombre, se humilló y se hizo obediente
hasta la muerte, hasta morir en la cruz". (Fil. 2: 6, 7 y 8)
[i422]
Se ha unificado con el alma de todos; pero separado y aislado de
todo lo que concierne a la forma o naturaleza material. Los tres aforismos
siguientes deben ser considerados como uno, pues proporcionan una imagen del
crecimiento gradual de la naturaleza espiritual del hombre que ha alcanzado
el estado de desapego discriminador y, por el total
desapasionamiento, sabe lo que significa la
"unidad aislada".
26. Entonces la mente tiende a la discriminación y al acrecentamiento de
la iluminación, respecto a la verdadera naturaleza del Yo uno.
27. Sin embargo, por la fuerza del hábito, la mente reflejará otras
impresiones mentales y percibirá los objetos de percepción sensoria.
[e266]
28. Estos reflejos tienen el carácter de obstáculos, y el método para
vencerlos es el mismo.
Una vez establecida la correcta tendencia y ritmo, sólo es cuestión de una
constante perseverancia, sentido común y resistencia. A no ser que se ejerza
la máxima vigilancia, los antiguos hábitos mentales se reafirmarán muy
fácilmente, y por lo tanto hasta la última iniciación el aspirante debe
"vigilar y orar".
Las reglas que rigen el triunfo, las prácticas que traen el éxito, son las mismas
tanto para el luchador experto avanzado y el iniciado, como para el neófito
más humilde. En el Libro Segundo se exponen detalladamente los métodos por
los cuales se pueden vencer y neutralizar los inconvenientes y obstáculos.
Estos métodos y modos de vida disciplinada deben aplicarse inflexiblemente
desde el momento de entrar en el sendero de probación, hasta experimentar la
[i423]
última
gran iniciación, y el hombre liberado surge a la plena luz del día. Esto
implica paciencia, capacidad de continuar después del fracaso, de perseverar,
aunque el éxito esté aún muy lejano. Esto lo sabía bien el gran iniciado
Pablo, de allí su recomendación a los discípulos que trató de ayudar:
"Manteneos firmes... y habiendo hecho todo, manteneos firmes". Santiago
nos da la misma idea cuando dice: "Mirad, consideramos felices a quienes
resisten".
Seguir adelante cuando se ha llegado al agotamiento; dar otro paso, cuando
toda la fuerza parece haberse perdido; mantenerse firme, cuando parece no
haber más que derrota por delante; la decisión de resistir lo que venga,
cuando la resistencia parece haber llegado a su límite, es lo que caracteriza
a los discípulos de todos los grados. Para ellos es la clarinada de San
Pablo:
Manteneos firmes; ceñid vuestros lomos con la verdad y vestíos con la coraza
de la justicia".
“Y calzad vuestros pies con la preparación del evangelio de la
paz".
"Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con el que podréis apagar todos
los dardos de fuego de los malvados".
"Y tomad el yelmo de la salvación y la palabra del espíritu, que es la
palabra de Dios". (Ef. 6: 14, 15, 16 y 17)
También resuena el igualmente claro mandato de Krishna
a Arjuna:
“Habiendo considerado tu deber, no vaciles, porque nada hay mejor para
un guerrero que pelear por una causa
[i424]
justa. Y tal batalla ha venido a
ti por su propia cuenta; la misma puerta del cielo se abrirá; felices los
guerreros... que encuentran lucha como ésta... Por consiguiente,
[e267]
levántate
decidido a pelear. Siendo iguales para ti la buena y la mala fortuna, la
ganancia y la pérdida, la victoria y la derrota, dispónte
a combatir". (Gita, II: 31, 32, 37 y 38)
29. El hombre que cultiva el desapego, hasta en
su aspiración por iluminación y unidad aislada, oportunamente llega a ser
consciente, mediante la práctica de la discriminación, de la influyente nube
de conocimiento espiritual.
Resulta difícil para el neófito ser impersonal, cuando se trata de su propio
desenvolvimiento espiritual. Sin embargo, la misma ansiedad de su aspiración
puede servir como obstáculo; una de las primeras cosas que debe aprender es
seguir por el sendero, ajustándose a las reglas, haciendo las prácticas,
empleando los medios y cumpliendo constantemente la ley, y al mismo tiempo
ocuparse de la visión y del servicio y no de sí mismo. Es muy fácil ser
víctima de elevados deseos y preocuparse tan intensamente de las reacciones y
emociones, que las redes de la versátil naturaleza síquica vuelven
rápidamente a atrapar al aspirante hombre inferior. Debe desprenderse de todo
tipo de percepción sensoria superior e inferior.
La mayoría de las personas que pasan del sendero del sentimiento y del
acercamiento devocional del corazón (línea mística)
al del control intelectual -el acercamiento por medio de la cabeza, el método
ocultista- se quejan de que ya en la meditación no experimentan los momentos
de gozo y beatitud
[i425]
anteriores. El sistema les parece árido, frío y
poco satisfactorio. Pero el gozo y la paz son impresiones de la naturaleza
emocional y de ninguna manera afectan a la realidad. No tiene importancia,
desde el punto de vista del alma, que su reflejo, el hombre encarnado, sea
feliz o no, sienta beatitud o tristeza, esté contento o angustiado. Sólo una
cosa es importante: establecer contacto con el alma, alcanzar la unión
(consciente e inteligente) con el UNO. Esta unión puede efectuarse en la
conciencia del plano físico y manifestarse como sentimiento de paz y gozo.
Pero debe manifestarse en creciente
capacidad para servir a la raza y servirla más eficazmente. Los sentimientos
del discípulo son de poca importancia, lo que vale es su comprensión y
utilidad como canal para la fuerza espiritual; Se debe recordar que en el
sendero no cuentan las virtudes ni los vicios (excepto en la medida que
evadimos los pares de opuestos). Lo único que cuenta es lo que nos impele a
seguir adelante en ese sendero que "brilla cada vez más hasta que el día
sea con nosotros".
Cuando el hombre pueda apartar sus ojos de todo lo que concierne a lo físico,
emocional y mental, y elevarlos y dirigirlos lejos
[e268]
de sí
mismo, será consciente de "la influyente nube de conocimiento
espiritual” o de la nube de cosas cognoscibles”, según ha sido
traducido.
Esto, esotérica y simbólicamente, indica que ante el iniciado (avanzado como
está) hay un progreso aún mayor y otro velo que penetrar. Ha llegado a
[i426]
la gran
unificación, pues ha unificado alma y cuerpo. Se encuentra (con respecto a
los tres mundos) en la etapa llamada "unidad aislada", pero es
posible otra unión más, la del alma con el espíritu. El Maestro debe
convertirse en Cristo; para ello debe alcanzar la nube de conocimiento
espiritual, penetrarla y utilizarla. Resultará inútil tratar de considerar lo
que está al otro lado del velo que oculta al Padre. Según El Nuevo
Testamento, cuando el Padre se comunicó con Cristo, la voz procedió de una
nube. (Véase Mt. 17).
30. Cuando se alcanza esta etapa, se superan los obstáculos y el karma.
Los dos versículos que acabamos de estudiar han llevado al aspirante de la
etapa del adepto a la del Cristo.
Todo lo que ha entorpecido, ocultado o impedido la plena expresión de
la Vida divina, ha sido
superado, todas las barreras fueron derribadas y los obstáculos eliminados.
La rueda de los renacimientos ha servido su finalidad, y la unidad
espiritual, que entró en la forma, llevando consigo poderes potenciales y
posibilidades latentes, los ha desarrollado en toda su plenitud, abriendo
totalmente la flor del alma. La ley de causa y efecto, tal como actúa en los
tres mundos, ya no rige al alma liberada; el karma individual se ha agotado;
aunque puede estar aún sujeto al karma grupal (planetario o solar), nada
tiene que agotar
[i427]
ni inicia nada que pueda servir para atarlo a los
tres mundos con las cadenas del deseo. Su estado está resumido en el aforismo
siguiente:
31. Cuando se han eliminado los obstáculos y purificado las envolturas, se
dispone de todo el conocimiento, entonces nada le queda al hombre por hacer.
Se ha realizado el doble trabajo. Los obstáculos, resultantes de la
ignorancia, de la ceguera, del medio ambiente y de la actividad, fueron
eliminados. La tosquedad de las envolturas ha sido corregida y debido a ello,
y mediante la aplicación de los métodos de yoga, todo conocimiento está
disponible. El yogui se da cuenta ahora de su omnipresencia esencial y que su
alma es una con todas las almas, por lo tanto forma parte de la unidad
esencial, la
[e269]
vida omnipenetrante, del inmutable e
ilimitado principio, la causa de toda manifestación. Es también omnisciente
porque todo el conocimiento le pertenece y las avenidas del conocimiento
están abiertas para él. Se ha liberado del campo del conocimiento, no
obstante, puede actuar en él, utilizar los instrumentos del conocimiento y
comprobar todo cuanto quiera conocer, pero él mismo está centrado en la
conciencia del conocedor. Ni el espacio ni el tiempo lo pueden retener, ni la
forma material puede aprisionarlo; llega para él la gran consumación,
expresada por Patanjali en los tres aforismos
finales.
[i428]
32. Las modificaciones de la sustancia mental (o
cualidades de la materia), mediante la naturaleza inherente a los tres gunas, llegan a su fin, pues han cumplido ya su propósito
33. El tiempo, secuencia de las modificaciones de la mente, también llega a
su término, cediendo su lagar al Eterno Ahora.
34. El estado de "unidad aislada" es posible cuando las tres
cualidades de la materia (los tres gunas o
potencias de la naturaleza) ya no aferran al yo. La conciencia espiritual
pura se retrotrae en el Uno.
|