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CAPITULO TERCERO Nuestras Deudas Kármicas |
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INTRODUCCIÓN [e196][i259] HEMOS LLEGADO a la parte final de nuestro acercamiento al problema de la enfermedad. En la parte siguiente trataré la actitud y temperamento del paciente, teniendo en consideración su rayo y también el estado mental del curador; todos estos puntos son de primordial importancia cuando se considera el sutil arte de la curación. Sin embargo, es esencial que la mala salud, las enfermedades graves y la muerte misma, ocupen su lugar en el panorama total. Una determinada encarnación no es un acontecimiento aislado en la vida del alma, sino parte y aspecto de una secuencia de experiencias destinadas a conducir a una meta clara y definida, meta elegida libremente, retorno deliberado de la materia al espíritu y eventual liberación. Se habla mucho entre los esoteristas (particularmente en la presentación oriental del Sendero hacia la Realidad) acerca de la liberación. La meta que se le presenta al neófito es la liberación, libertad, emancipación; esto, en definitiva, es la nota clave de la vida misma. El concepto que prevalece es la transición del reino de lo puramente egoísta y de liberación personal a algo más amplio e importante. Este concepto de liberación subyace en el amplio y moderno empleo de la palabra “libertad”, pero tiene un significado más sabio, apropiado y profundo. La libertad, en la mayoría de las mentes, consiste en liberarse de las reglas impuestas por cualquier [i260] hombre, en tener libertad para hacer lo que uno desea, pensar como uno determina y vivir como uno prefiere. Esto es como debería ser, siempre y cuando los propios deseos, preferencias, pensamientos y anhelos estuvieran libres del egoísmo y dedicados al bien de la totalidad, lo cual sucede muy raras veces. La liberación es mucho más que todo esto; consiste en liberarse del pasado, tener libertad para progresar en ciertas y predeterminadas líneas (predeterminadas por el alma) y también para expresar toda la divinidad de que uno es capaz como individuo, o una nación puede manifestar al mundo. [e197] Durante la historia de los últimos dos mil años se han producido cuatro grandes acontecimientos simbólicos, los cuales secuencialmente han presentado (a quienes tienen ojos para ver, oídos para oír y mente para interpretar) el tema de la liberación -no simplemente el de la libertad. 1. La vida del Cristo. Él, por primera vez, presentó la idea del sacrificio del ente, consciente y deliberadamente ofrecido para servir a la totalidad. Han habido otros Salvadores del Mundo, pero las cuestiones involucradas no fueron expresadas con tanta claridad, porque la mente del hombre no estaba preparada para captar las implicaciones. Servicio es la nota clave de la liberación. Cristo fue el Servidor ideal. 2. La firma de la Carta Magna. Este documento fue firmado en Runnymede, durante el reinado del Rey Juan, el 15 de junio de 1215. d.C. En él fue presentada la idea de la liberación de la autoridad, poniendo el énfasis sobre la libertad personal y los derechos del individuo. El crecimiento y desarrollo de esta idea básica, el concepto mental y la percepción formulada, pueden clasificarse en cuatro fases o capítulos: a. La firma de la Carta Magna, acentuando la libertad personal. [i261] b. La fundación de la República Francesa con su énfasis sobre la libertad humana. c. La Declaración de la Independencia y la Carta de Derechos, que determinó la política nacional de Norte América. d. La Carta del Atlántico y de las Cuatro Libertades, llevando toda la cuestión dentro del campo internacional y garantizando a los hombres y mujeres de todo el mundo la libertad y liberación para desarrollar la divina realidad en sí mismos. El ideal se ha esclarecido gradualmente en tal forma, que hoy las masas de hombres de todas partes, conocen las cosas básicas esenciales para la felicidad. 3. La emancipación de los esclavos. La idea espiritual de la libertad humana, que llegó a ser un ideal reconocido, se convirtió en un imperativo deseo, teniendo lugar un gran acontecimiento simbólico -los esclavos fueron libertados-, que al igual que todas las cosas que hace el ser humano, es imperfecta. El negro no es libre en esta tierra de los libres, y Norteamérica tendrá que limpiar su casa a este respecto; poniendo esto en concisas y claras palabras, los Estados Unidos de Norteamérica deben procurar que la Constitución y la Carta de Derechos sean una realidad y no un sueño. Únicamente así puede ser neutralizada inevitablemente la actuación de la Ley de Karma [e198] (nuestro tema de hoy). El negro es tan norteamericano como lo es el ciudadano de Nueva Inglaterra y toda otra estirpe no oriunda de ese país, correspondiéndole los derechos que otorga la constitución de dicho país. Hasta ahora los privilegios que ella confiere están restringidos por los esclavos del egoísmo y el temor. 4. La liberación de la humanidad por las naciones unidas. Participamos de un gran hecho espectacular y simbólico y observamos su proceso. La liberación del individuo ha progresado a través de la liberación simbólica de un sector de la humanidad (los remanentes [i262] de las dos primeras razas, lemuria y atlante) y la liberación de millones de seres humanos, esclavizados por las fuerzas del mal, por millones de sus semejantes. El ideal ha llegado a ser un esfuerzo mundial práctico en el plano físico y ha demandado también un sacrificio mundial. Ha involucrado la totalidad de los tres mundos de la evolución humana, y por esta razón Cristo puede ahora conducir Sus huestes y ayudar a los seres humanos a liberar al género humano. ¿Qué ha sucedido realmente en la vida de los individuos, en la vida de las naciones y en la vida de la humanidad? Un grandioso movimiento ha tenido lugar para corregir un mal muy antiguo y para contrarrestar conscientemente la Ley de Causa y Efecto mediante el reconocimiento de las causas en los mundos personal, nacional e internacional, las cuales produjeron los efectos que sufre hoy la humanidad. La Ley del Karma es actualmente un grande e incontrovertible hecho en la conciencia de la humanidad. Quizás no la denominen así, pero es bien consciente que en todos los acontecimientos las naciones actuales están cosechando lo que han sembrado. Esta gran ley -que en una época fue una teoría- es ahora un hecho comprobado y un factor reconocido por el pensamiento humano. La pregunta por qué tan frecuentemente formulada, hace surgir con frecuente inevitabilidad el factor causa y efecto. Los conceptos que se tienen acerca de la herencia y el medio ambiente son esfuerzos hechos para explicar las condiciones humanas existentes; cualidades, características raciales, temperamentos nacionales e ideales, comprueban el hecho de que existe algún mundo iniciador de causas. Las condiciones históricas, las relaciones entre naciones, las restricciones sociales, las convicciones religiosas y las tendencias, pueden ser atribuidas a causas originantes -algunas de ellas muy antiguas. Todo lo que acontece en el mundo de hoy y que afecta tan poderosamente a la humanidad -cosas bellas y horribles, modos de vivir, [i263] civilización y cultura, prejuicios y preferencias, adquisiciones científicas y expresiones artísticas y las innumerables maneras con que la humanidad cobra la existencia de todo el planeta- [e199]son aspectos de efectos iniciados por los seres humanos, en alguna parte, en algún nivel y época, ya sea en forma individual o en masa. Por lo tanto, karma es lo que el Hombre -el Hombre celestial en el cual vivimos toda la humanidad, el género humano como grupo de naciones y el hombre individual- ha instituido, llevado a cabo, fomentado, realizado o no, en el transcurso de las épocas hasta el momento actual. Hoy el fruto está maduro, y el género humano está cosechando lo que ha sembrado, en preparación para arar nuevamente en la primavera de la nueva era, sembrando nuevas simientes que producirán una mejor cosecha (roguemos y esperemos que así sea). Una evidencia muy destacada de la Ley de Causa y Efecto es la raza judía. Todas las naciones comprueban esta Ley, pero prefiero referirme al pueblo hebreo, porque su historia es bien conocida y su futuro y destino son temas de preocupación mundial y universal. Los judíos han tenido siempre un significado simbólico; resumen en sí -como nación, a través de las épocas- las profundidades de la maldad humana y las alturas de la divinidad humana. Su historia agresiva, tal como está narrada en El Antiguo Testamento, va a la par de las presentes actuaciones alemanas; sin embargo Cristo era judío y la raza hebrea lo engendró. Esto nunca debe olvidarse. Los judíos fueron grandes agresores; despojaron a los egipcios y tomaron la Tierra Prometida a punta de espada, sin perdonar hombres, mujeres y niños. Su historia religiosa ha sido erigida alrededor de un Jehová materialista, posesivo, codicioso, que fomentaba y alentaba la agresión. Su historia simboliza la historia de todos los agresores, y su propio razonamiento los lleva a la convicción que están cumpliendo con un propósito divino, arrebatando a los pueblos sus propiedades en un espíritu de autodefensa y buscando alguna [i264] razón, adecuada para ellos, a fin de disculpar su inicua acción. Palestina fue tomada por los judíos porque era “una tierra rebosante de leche y miel”, y proclamaron que la acción fue emprendida obedeciendo a un mandato divino. Más tarde el simbolismo se hizo más interesante. Se dividieron en dos: los israelitas con su sede en Samaria, y los judíos (es decir, dos o tres tribus especiales extraídas de las doce) ubicados alrededor de Jerusalén. El dualismo prevalece en sus creencias religiosas; fueron aleccionados por los saduceos y fariseos, y esos dos grupos estuvieron en constante conflicto. Cristo vino como miembro de la raza judía, pero ellos Lo negaron. Hoy la ley actúa y los judíos pagan el precio, de hecho y simbólicamente, de todo lo que han efectuado en el pasado. Están demostrando los efectos, de largo alcance, de la ley. De hecho y simbólicamente representan una cultura y civilización; de hecho [e200] y simbólicamente son la humanidad; de hecho y simbólicamente representan lo que siempre han elegido representar, la separación. Se consideran como el pueblo elegido y tienen una conciencia innata de ese elevado destino, olvidando su papel simbólico y que el pueblo elegido es la Humanidad y no una fracción pequeña y sin importancia de la raza. De hecho y simbólicamente anhelan la unidad y la cooperación, sin embargo, no saben cómo cooperar; de hecho y simbólicamente constituyen el “Eterno Peregrino”, y son la humanidad que deambula por los laberintos de los tres mundos de la evolución humana, contemplando con ansiosos ojos la tierra prometida; de hecho y simbólicamente se asemejan a las masas de hombres, rehusando comprender el propósito espiritual subyacente en todos los fenómenos materiales, rechazando al Cristo interno (tal como lo hicieron hace siglos dentro de sus fronteras), codiciando el bien material y desechando constantemente las cosas del espíritu. Claman por la así llamada restitución de Palestina, [i265] arrebatándola a quienes la han habitado durante muchos siglos, y por el continuo énfasis que ponen sobre las posesiones materiales pierden de vista la verdadera solución, la cual consiste, otra vez simbólicamente y de hecho, en ser asimilados a todas las naciones y fusionados con todas las razas, demostrando así el reconocimiento de la Humanidad Una. Es interesante observar que los judíos que habitaron al sur de Palestina, cuya ciudad principal fue Jerusalén, lograron hacer esto y se fusionaron y asimilaron a los británicos, holandeses y franceses, en una forma que los israelitas, gobernados desde Samaria, nunca lo hicieron. Pongo esto a vuestra consideración. Por lo tanto, si la raza judía recordara su elevado destino simbólico y el resto de la humanidad se viera a sí misma en el pueblo judío, y si ambos grupos hicieran resaltar el hecho de la estirpe humana y se abstuvieran de pensar en sí mismos en términos de unidades nacionales y raciales, cambiaría radicalmente el karma retributivo actual de la humanidad, en un buen karma recompensador en el futuro. Considerando esta cuestión desde una visión de largo alcance (mirando hacia atrás históricamente y hacia adelante con esperanza), es un problema que los judíos mismos deben aportar su mayor contribución para solucionarlo. Nunca han enfrentado cándida y honestamente (como raza) el problema de por qué la mayoría de las naciones, desde la época egipcia, no los han aceptado ni querido. Siempre ha sido así en el transcurso de los siglos. Sin embargo, debe haber alguna razón innata en el pueblo mismo cuando la reacción es tan general y universal. Han encarado su penoso problema por medio de la súplica, angustiadas quejas o [e201] infausta desesperación. Su demanda ha sido de que las naciones gentiles corrijan las cosas, y muchas ya han intentado hacerlo. Sin embargo, hasta que los mismos judíos [i266] no enfrenten la situación y admitan que puede constituir para ellos la actuación del aspecto retributivo de la Ley de Causa y Efecto, y hasta que no hagan un esfuerzo para verificar lo que hay en ellos como raza, que ha iniciado su antigua y desesperada suerte, esta cuestión básica mundial permanecerá tal como ha sido desde la misma noche de los tiempos. Es inalterablemente verdad que dentro de la raza existen y han existido siempre grandes hombres, buenos, justos y espirituales. Una generalización nunca es una completa expresión de la verdad, pero contemplando el problema de los judíos en tiempo y espacio, en la historia y hoy, los puntos que he señalado merecen una cuidadosa consideración de su parte. Lo dicho, de ninguna manera mitiga la culpa de quienes han abusado tan penosamente de los judíos. ¿No es verdad que hay un proverbio que dice que “dos negros no hacen un blanco”? La conducta de las naciones hacia los judíos, que culminaron en las atrocidades del segundo cuarto del siglo veinte, no tienen excusas. La ley debe actuar inevitablemente. Aunque gran parte de lo que les ha sucedido originó en su historia pasada y en su pronunciada actitud separatista, su no asimilación y su énfasis puesto sobre los bienes materiales, sin embargo, los factores que han traído el mal karma sobre ellos incurren igualmente en el aspecto retributivo de la misma ley; la situación ha asumido ahora la forma de un círculo vicioso de errores y hechos equívocos, de retribución y venganza, y en vista de ello debe llegar el momento en que todas las naciones consultarán este problema y cooperarán para terminar con las actitudes erróneas por ambas partes. Todo karma de naturaleza maligna, se resuelve mediante una aceptación voluntaria, un amor cooperativo, un franco reconocimiento de la responsabilidad y un hábil reajuste de la actividad conjunta y unida, para obtener el bien de toda la humanidad y no sólo el bien individual de una nación, un pueblo o una raza. El problema judío no se solucionará [i267] posesionándose de Palestina, con lamentos y demandas y con manipulaciones financieras. Esto sólo sería la prolongación de antiguos errores y condiciones materiales. El problema se solucionará por la disposición del judío a adaptarse a la civilización, al trasfondo cultural y al “standard” de vida de la nación a la cual -por derecho de nacimiento y educación- está relacionado y debe asimilarse. Ello vendrá, renunciando al orgullo de raza y al concepto de selección; vendrá por el renunciamiento de dogmas y costumbres, que son intrínsecamente caducos y crean puntos de constante irritación en la matriz dentro de la cual se halla el judío; vendrá cuando el egoísmo en las relaciones comerciales y en las [e202] pronunciadas tendencias manipuladoras del pueblo hebreo sea reemplazado por actividades menos egoístas y más honestas. El judío, debido a su rayo y grado de evolución, sobresale como creador y artista. Esto debe reconocerlo, y no tratar, como hace ahora, de dominar todos los campos, de aprovechar las oportunidades de los demás pueblos para su mejoramiento y el de su propio pueblo, a expensas de los otros. La liberación de la presente situación vendrá cuando el judío olvide que es judío y llegue a ser en su más íntima conciencia, italiano, americano, inglés, alemán o polaco. Esto no sucede ahora. El problema judío, pero no el del negro, será resuelto por el matrimonio entre razas. Esto significará hacer concesiones por parte de los judíos ortodoxos -no las concesiones por conveniencia, sino por convicción. Quisiera también señalar que así como la Kábala y el Talmud son líneas secundarias y materialistas en su técnica de acercamiento esotérico a la verdad (encierran mucho trabajo mágico para relacionar materia de cierto grado con sustancia de otro grado), así el Antiguo Testamento es enfáticamente una Escritura secundaria, y espiritualmente no está a la altura [i268] del Bhagavad Gita, la antigua Escritura de Oriente, y del Nuevo Testamento. Su énfasis es material y su efecto consiste en imprimir en la conciencia mundial un Jehová puramente materialista. El tema general de El Antiguo Testamento es la recuperación de la más alta expresión de la sabiduría divina en el primer sistema solar; este sistema personificó el trabajo creador del tercer aspecto de la divinidad -el de la inteligencia activa, expresándose a través de la materia. En el actual sistema solar, el mundo creado está destinado a ser la expresión del segundo aspecto, el amor de Dios. Los judíos nunca han comprendido esto, porque el amor expresado en El Antiguo Testamento es el amor separatista y posesivo de Jehová por un grupo característico dentro del cuarto reino o reino humano. San Pablo resumió la actitud que debe asumir la humanidad con las palabras “No existen judíos ni gentiles”. El mal karma de los judíos está destinado a terminar con su aislamiento, a llevarlos al punto de abandonar los objetivos materiales, al renunciamiento de una nacionalidad que tiende a ser parásita dentro de las fronteras de otras naciones, y a expresar un amor incluyente, en lugar de una separatividad desgraciada. ¿Y cuál deberá ser la actitud de los gentiles? Es absolutamente necesario que las naciones se acerquen al judío algo más de la mitad del camino, cuando llegue a alterar, lenta y gradualmente, su ortodoxia nacionalista. Es esencial que cesen sus temores, persecuciones y odios, no oponiendo barreras a la colaboración. El creciente sentimiento antisemita en el mundo es inexcusable a los ojos de Dios y del hombre. No me refiero aquí a las abominables [e203] crueldades del obsesionado pueblo alemán. Detrás de ellos reside la historia de las relaciones atlantes, que no es necesario detallar porque no podría comprobarles la verdad de mis exposiciones. Me refiero a la historia de los últimos dos mil años y a la conducta cotidiana de los pueblos gentiles de todas partes. Debería realizarse un definido esfuerzo por parte de los ciudadanos de [i269] cada país para asimilar a los judíos, establecer lazos matrimoniales con ellos y negarse a reconocer como barreras a los antiguos hábitos mentales y antiguas y malas relaciones. Los hombres de todas partes deberían considerar como un estigma sobre su integridad nacional si apareciera dentro de sus fronteras la antigua dualidad judíos y gentiles. No hay ni judíos ni gentiles; sólo existe la Humanidad. Esta guerra (1914-1945) podría decirse que ha terminado con la antigua enemistad entre judíos y gentiles y ambos grupos tienen ahora la oportunidad de iniciar un nuevo y feliz modo de vivir y una verdadera relación colaboradora por ambas partes. El proceso de asimilación será lento porque la situación es de tan antigua data que los hábitos mentales, las actitudes habituales y las costumbres separatistas están muy bien establecidas y son difíciles de superar. Pero los cambios necesarios podrán realizarse si la buena voluntad se halla detrás de la palabra hablada y escrita y en el modo de convivir. La Jerarquía no hace ninguna diferencia. El Guía de la Jerarquía, aunque no se halla en un cuerpo judío en la actualidad, logró la meta espiritual más elevada para la humanidad mientras poseía un cuerpo judío. La Jerarquía también está enviando a ciertos discípulos en cuerpos judíos a fin de que trabajen intensamente para cambiar la situación. Hoy, son muy pocos los judíos que no piensan como tales, ni se preocupan del problema judío excluyendo a todo lo demás, y tratan de fusionar a todos los pueblos en una sola humanidad, eliminando así la separación. Repito, los Maestros de Sabiduría no ven judíos ni gentiles, sino almas e hijos de Dios. Al tratar el tema del karma como un factor decisivo y duradero -tanto en la enfermedad como en la salud-, una de las críticas a que están sujetas mis instrucciones es que hago demasiadas generalizaciones y no un análisis detallado y específico de determinadas enfermedades, particularmente respecto a las grandes [i270] enfermedades básicas que producen tantos estragos en la humanidad y que no han sido fundamentalmente extirpadas. No me ocupo de sus síntomas o de su curación, ni indico técnicas por las cuales puedan ser tratadas. Creo que debo referirme a esta crítica a fin de que continúen su estudio sin ninguna aprehensión. Este punto es propicio para detenerme y enfrentar esta acusación. El karma es lógicamente un tópico general y no específico; el público [e204] en general no lo ha aceptado aún en su sentido esotérico. Debe ser considerado a grandes rasgos hasta el momento en que la Ley de Causa y Efecto sea aceptada en la conciencia humana como el principal factor condicionante, no sólo en amplia escala sino en relación con las vidas individuales. El público aún ignora totalmente esta ley. Evidentemente es innecesario que me ocupe del aspecto sintomático de las enfermedades y de los hechos que han sido tan hábilmente investigados por la ciencia médica ortodoxa. He considerado, en forma algo extensa, las causas de tales enfermedades y expondré los métodos esotéricos de la curación -siempre que la Ley del Karma permita tales curaciones y el curador esté dispuesto a trabajar en forma esotérica. He intentado aclararles que la causa fundamental está relacionada con la energía, cuando hay excesiva o escasa afluencia a través de los centros. Tenemos aquí los dos principales factores que producen las enfermedades. Es esencial que quienes estén interesados en el estudio de la enfermedad y su curación, acepten esto y permitan que constituya la base de su acercamiento. He indicado que la medicina y el tratamiento médico, en el futuro, partirá de este hecho como primera iniciativa. No niego la naturaleza real de los descubrimientos médicos. Trato de llevar adelante este tópico comenzando desde ese punto; no forma parte de mi programa ignorar los sabios descubrimientos de la ciencia médica moderna, tampoco [i271] apoyo a esos grupos de personas que menoscaban y rehúsan admitir los hallazgos de la medicina moderna. Esto lo he remarcado anteriormente. Quisiera indicar la tendencia de las investigaciones médicas futuras, que consistirá en descubrir el origen de la dificultad en el reino de la vitalidad (tal como lo han denominado los investigadores ortodoxos), y que consideramos como el reino del cuerpo etérico. Permítaseme hacer una afirmación práctica que podría considerarse en este tratado como la siguiente regla: REGLA SEISEl cuidadoso diagnóstico de la enfermedad, basado en síntomas externos verificados, será simplificado en tal medida que, cuando se conozca y aísle el órgano involucrado, el centro del cuerpo etérico en más estrecha relación con él, será sometido a los métodos de curación esotérica, aunque no serán rechazados los métodos comunes, paliativos, médicos o quirúrgicos. Es aquí donde actualmente el fanático en el culto de curar o sanar, frecuentemente se desvía. El antiguo acercamiento a la medicina, con su investigación física y sus diagnósticos afortunados o desafortunados, también será necesario hasta que los clínicos y cirujanos posean la facultad clarividente, la percepción intuitiva y la [e205] visión espiritual interna y hasta que hayan desarrollado una técnica para manejar la energía en relación con el paciente. Algún día a esto se le agregará la correcta interpretación astrológica, el reconocimiento inmediato de los tipos de rayo y la aplicación de las correctas técnicas de curación, como lo requiere el rayo que condiciona la expresión de vida del paciente, más su etapa de evolución. Grandes impedimentos se me presentan cuando trato de sentar las bases para este nuevo acercamiento a la medicina. Me veo impedido por los pronunciamientos idealistas de los precursores en los nuevos campos de la curación naturista, por los naturópatas y por las [i272] premisas de la Christian Science y la Unity. Todo lo que puedo hacer (si quieren beneficiarse con lo que digo) es establecer ciertas suposiciones amplias y generales, que regirán a los médicos del futuro. Pero durante el período intermedio entre la antigua y la nueva era, los hombres se debatirán en una bruma de conjeturas; se iniciará un gran conflicto entre las escuelas fundamentalistas y los especuladores e investigadores de las nuevas ideas y, temporariamente, olvidarán el “noble sendero medio” de Buda. En la actualidad existe en la ciencia de la medicina una situación paralela a la que existe en el campo de la religión. El antiguo acercamiento es suficiente para las masas y con frecuencia tiene éxito en sus aspectos paliativos y preventivos y en sus procesos de diagnosis. Esto es todo lo que se puede hacer en esta época. También las antiguas presentaciones religiosas bastan para guiar, a las masas irreflexivas, a cumplir con ciertas amplias normas de vida en forma controlada y mantener clara en la conciencia del hombre común algunos hechos espirituales incontrovertibles. En la guía y protección de las masas, respecto a su naturaleza espiritual, y en la guía y protección de sus vehículos físicos, los médicos y sacerdotes pueden clasificarse en varios grupos -algunos adheridos a las técnicas antiguas y probadas; otros adoptando una posición tan fundamentalista que rehúsan investigar lo nuevo e incomprobado; aún otros son tan idealistas, especuladores y fanáticos, que precipitadamente penetran en un mundo de experimentos especulativos que pueden o no darles la clave de la medicina del futuro, pero que sin embargo ubican a sus pacientes en la categoría de los cobayos. El campo más seguro y menos especulativo de las prácticas médicas es el que concierne al alivio quirúrgico del paciente; se funda sobre un seguro conocimiento de la anatomía, y el diagnóstico requerido puede ser inteligentemente controlado y [i273] su práctica (cuando está en manos de un cirujano sensato y reputado) puede, y frecuentemente lo hace, lograr una curación o verdadera prolongación de la vida. Sin embargo, hasta en ese campo poco se conoce acerca de los resultados de una operación en lo que pueda [e206] afectar al cuerpo etérico y, en consecuencia, al sistema nervioso a través del sistema intermedio de “nadis”, o sea la contraparte etérica de los nervios. Pondré por ejemplo la extirpación de algún órgano. Lógicamente se producirán resultados definidos, e inevitablemente tendrá lugar un período de difícil reajuste dentro del mecanismo sutil del paciente. La zona del cuerpo que ha recibido tratamiento quirúrgico y particularmente el centro estrechamente relacionado con ella, deben ser afectados, porque la corriente circulatoria de energía que emana desde el centro estará en “corto circuito”, si puedo emplear esta frase. Esta afluencia, que hasta ahora pasó a través de la zona de atención quirúrgica, debe abrirse camino hacia todas las partes del cuerpo, vía los “nadis”, los cuales, como ya saben, subyacen en el sistema nervioso y lo nutren con la necesaria energía. Como consecuencia de operaciones difíciles o fáciles habrán sido extirpados antiguos canales para la afluencia de energía. Deberán construirse nuevos canales o líneas de fuerzas que formen un puente en la zona “mutilada” y realizarse los reajustes básicos dentro del mecanismo vital del paciente. Sobre esto prácticamente nada se sabe. Ni siquiera se hallan en el campo de la investigación avanzada. La nueva medicina no puede ser científicamente formulada ni inteligentemente presentada hasta que no se acepte la realidad del cuerpo etérico y se reconozca su existencia, como un mecanismo proveedor de energía y como el aspecto vital de la forma externa. Entonces la profesión médica apartará su atención de los efectos físicos externos y tangibles y la dirigirá a las causas internas, a medida que las va descubriendo en los centros y en sus vinculados campos de actividad. [i274] Ya he presentado ciertos hechos esotéricos, respecto a las zonas en que se manifiesta la enfermedad, relativos al tema general: 1. La enfermedad, en su causa inmediata, puede ser atribuida al cuerpo etérico individual, cuando la dificultad es netamente local, o al cuerpo etérico planetario (en particular el cuerpo etérico del cuarto reino de la naturaleza) cuando están involucradas epidemias, o una condición como la guerra, que afecta a grandes masas humanas. 2. El cuerpo etérico no ha sido considerado hasta ahora como una realidad existente, desde el ángulo de la medicina ortodoxa, no obstante, hay una tendencia a poner el énfasis sobre la vitalidad, las cualidades vitales de los alimentos y los productos vitamínicos, a fin de provocar una reacción vital. Éste es el primer indicio de la necesidad incomprendida de acrecentar la potencia del cuerpo vital. 3. La condición del cuerpo etérico predispone al sujeto a las [e207] enfermedades o lo protege de ellas, haciendo que el hombre sea resistente al impacto de los factores deteriorantes o epidémicos o impidiendo lo antedicho, debido a la inherente debilidad etérica. 4. El cuerpo etérico es el mecanismo de la vida pránica vital, y “fundamenta” además el equipo externo y familiar del sistema nervioso que nutre y activa todas las partes del organismo físico y además subyace en él. La relación que existe entre los centros, los nadis y todo el sistema nervioso, constituye el campo de la nueva medicina e indica un nuevo y más amplio campo de investigación. 5. Las causas principales de toda enfermedad son dos: a. En primer lugar residen en la estimulación o no, de los centros. Implica simplemente la superactividad o subactividad de [i275] algún centro en cualquier parte del cuerpo. Cuando la energía fluye en medida proporcionada a las demandas del cuerpo físico en cualquier etapa particular del desarrollo, se establece, en consecuencia, una relativa inmunidad a la enfermedad. b. En segundo lugar, residen en los efectos kármicos de las tres enfermedades planetarias: cáncer, tuberculosis y sífilis. Algún día la medicina se dará cuenta de que detrás de las enfermedades (independientemente de los resultados que producen los accidentes y la guerra) se hallan estas tres principales tendencias en el cuerpo humano. Este enunciado es básico e importante. 6. El cuerpo etérico es el punto donde se enfocan las energías internas del cuerpo, por lo tanto la energía trasmitida no será una energía vital pura o simple prana planetario, sino que estará cualificada por las fuerzas que vienen del mecanismo astral o emocional, de la mente o del cuerpo egoico. Estas “cualificaciones de fuerzas”, indicando como lo hacen, el karma del individuo, son en último análisis las principales fuerzas condicionantes. Indican la etapa de desarrollo del individuo y las zonas de control de su personalidad, señalando en consecuencia su karma. Esto introduce el tema de la medicina en el campo psicológico y presenta todo el problema de los efectos kármicos y los tipos de rayo. 7. Dichos factores condicionantes hacen del cuerpo etérico lo que es en determinada encarnación, y son, a su vez, el resultado de las actividades iniciadas y llevadas a cabo en encarnaciones anteriores, constituyendo así las deudas kármicas del paciente o su liberación del karma. [e208] 8. Las energías básicas que afluyen al cuerpo etérico y condicionan al físico serán principalmente de dos [i276] tipos: las energías del rayo del alma y el de la personalidad, cualificadas por las tres fuerzas menores o los rayos de la naturaleza mental, del cuerpo astral y del vehículo físico. Esto, por lo tanto, involucra cinco energías presentes en el cuerpo etérico, que el médico del futuro deberá tener en cuenta. 9. La diagnosis, basada en el reconocimiento de estos factores subjetivos, no es una cuestión tan difícil y complicada como cree hoy el estudiante de las teorías esotéricas avanzadas. Los médicos de la nueva era oportunamente sabrán bastante como para relacionar estas variadas fuerzas de rayo con sus centros correspondientes; en consecuencia conocerán qué tipo de fuerza es responsable de las condiciones, buenas o malas, de cualquier zona particular del cuerpo. Algún día, cuando se hagan más experimentos e investigaciones, la ciencia médica será erigida sobre la realidad del cuerpo vital y sus energías constituyentes. Entonces se descubrirá que esta ciencia es mucho más simple y menos complicada que la actual ciencia médica. La medicina ha alcanzado ya un punto tan complejo que los especialistas son obligatoriamente necesarios para tratar la zona del cuerpo y sus efectos sobre todo el vehículo físico. El clínico común no puede estar al tanto del conglomerado de conocimientos detallados y acumulados ahora respecto al cuerpo físico, sus diversos sistemas, su interrelación y su efecto sobre los numerosos organismos que constituyen el hombre. La cirugía continuará ocupándose de las necesidades anatómicas de la estructura humana; antes de mucho tiempo la medicina trasladará su foco de atención al cuerpo etérico y sus secundarios sistemas circulatorios de energía, sus relaciones vinculadoras y la afluencia entre los siete centros y entre los centros mismos y la zona que ellos controlan. [i277] Esto significará un enorme adelanto en el inteligente y útil acercamiento; establecerá una básica simplificación; conducirá a aplicar métodos más correctos de curación, especialmente cuando la visión clarividente esté desarrollada y sea reconocida por la ciencia, y conocida como una extensión de un sentido normal. 10. Cuando la verdadera astrología ocupe su debido lugar y llegue a ser una ciencia respetable, y los horóscopos del alma y de la personalidad puedan relacionarse mutuamente, entonces el cuerpo etérico será controlado por las correctas conclusiones astrológicas y los médicos pisarán en terreno más sólido que hasta ahora. La astrología del pasado se ocupaba de la vida de la personalidad; la astrología del futuro indicará el propósito del alma y revolucionará totalmente (entre otras cosas) [e209] a la medicina. Es menester, sin embargo, apartarla de las manos de quienes se interesan por las predicciones astrológicas y también de los millares que en esta época dedican mucho tiempo a la confección de horóscopos (tratando de interpretar sus conclusiones generalmente erróneas), y ponerla en manos de científicos matemáticos entrenados y de quienes han dedicado tanto tiempo al entrenamiento científico sobre líneas astrológicas, así como ahora se entrena un médico, un químico o un biólogo reputados. 11. Estos hallazgos astrológicos no sólo se relacionarán con los horóscopos de la personalidad y del alma, sino que abarcarán el campo de la medicina, particularmente en relación con el cuerpo etérico. Actualmente, cualquier investigación astrológica realizada en el campo de la medicina tiene relación con la enfermedad física, en el cuerpo físico; en el futuro se ocupará de la condición del vehículo etérico. Éste es un nuevo e inminente desarrollo en la investigación astrológica. [i278] Otra dificultad que debo encarar (a medida que describo la medicina del futuro) es que yo pienso en términos de ciclos y ustedes en términos de unos pocos años. Lo que en realidad procuro hacer es indicar las líneas hacia las cuales tenderá la investigación médica durante los próximos doscientos años. El esfuerzo que se realiza actualmente consiste en cómo curar a una persona aquí y ahora; esta reacción es natural y los pensadores avanzados tratan de capacitarse para realizarlo en esta época por intermedio de los denominados métodos de curación esotérica y mental. No obstante, muy poco se conoce de la constitución del cuerpo vital y prácticamente no existen antecedentes de investigación en dicho campo. La medicina moderna tiene un origen muy antiguo. En el transcurso de los siglos progresó y se desarrolló, hasta que la destreza e investigación modernas, los métodos y técnicas modernos de curación y tratamiento, son asombrosamente exitosos. Esto con frecuencia se olvida debido al énfasis puesto por los adherentes de las nuevas e inexperimentadas escuelas, acerca de los fracasos en las curaciones que ellos atribuyen a métodos erróneos, pero no tienen en cuenta las limitaciones kármicas. El éxito de la medicina moderna es tan grande, que millones de personas que en épocas primitivas, y cuando existía menos capacidad científica, por lo general habrían muerto, viven -aunque no estén curadas. Debido a esta desarrollada capacidad y conocimiento y a la aptitud para cuidar el mecanismo físico, se ha convertido hoy en un gran problema mundial -el problema de la superpoblación del planeta, que conduce a la humanidad a la vida de rebaño y al consiguiente problema económico-, mencionando sólo una de las dificultades derivadas de este éxito. Esta “antinatural” preservación de la vida, [e210] es la causa de mucho sufrimiento y fértil fuente de guerra, siendo contraria a la intención kármica del Logos planetario. No puedo ocuparme aquí de este vasto problema, sólo puedo mencionarlo. Será resuelto cuando desaparezca el temor a la muerte y la humanidad aprenda el significado del factor tiempo y [i279] el sentido de los ciclos. Se simplificará cuando sea posible realizar la verdadera investigación astrológica, cuando el hombre sepa la hora de su partida de este plano externo y domine la técnica del “retiro” y los métodos de abstraerse conscientemente de la prisión del cuerpo. Pero antes se deben efectuar muchas investigaciones. Sin embargo, el hecho de que se reconozca el problema y que las conjeturas e investigaciones sean numerosas, indica que el tiempo ha llegado -kármicamente y desde el ángulo del desarrollo evolutivo humano- de estudiar el cuerpo etérico, los rayos condicionantes que rigen su manifestación en el espacio, y la astrología que rige su manifestación en el tiempo. Por esta razón el mundo está lleno de grupos en rebeldía contra la medicina ortodoxa -erróneamente en rebeldía, porque en su fanático entusiasmo hacia su particular acercamiento al problema de la curación, ignoran los benéficos aspectos de la desarrollada ciencia médica. Intentan arrojar por la borda la contribución de las edades al conocimiento del hombre acerca del organismo humano, sus interrelaciones y su cuidado, curación y preservación; se niegan a beneficiarse de la sabiduría pasada, prefiriendo embarcarse en un mar de investigaciones con espíritu de rebeldía, colmados de prejuicios y totalmente desprovistos del equipo necesario para la tarea que tienen entre manos. Los diversos tipos de naturópatas, los profesores que enseñan métodos de curación por la electricidad, la luz y el color, los dietistas con curas infalibles para todas las enfermedades, los muchos que practican sistemas basados en el método Abrams de diagnóstico y quienes defienden los métodos quiroprácticos, así como los diversos sistemas de curación, totalmente divorciados de la medicina, pero que intentan curar, todos indican nuevas y esperanzadas tendencias, sin embargo son de índole extremadamente experimental y tan fanáticamente endosados, tan excluyentes de todos los métodos reconocidos de curación (excepto el propio), tan violentamente opuestos a todos los descubrimientos [i280] del pasado y tan mal dispuestos a colaborar con la medicina ortodoxa, que en muchos casos constituyen un definido y real peligro para el público. En gran medida es responsable de ello su acercamiento erróneo; su indudable ignorancia acerca de la naturaleza del cuerpo humano, su ataque a las actuales prácticas médicas (aun las de comprobado valor) y su unilateral creencia en la infalibilidad de sus técnicas experimentales, los ha expuesto al ataque [e211] de los rígidos médicos practicantes ortodoxos y de los fundamentalistas, dentro del circulo infranqueable de la medicina académica. No obstante, en las filas de la medicina hay muchos hombres iluminados que colaborarían gustosamente si los pequeños y vocingleros cultos abandonaran sus exclusividades y estuvieran dispuestos a colaborar y aceptar aquello que el instinto divino del hombre, en el transcurso de las edades, ha enseñado, en conexión con la curación del cuerpo humano. Mediante la colaboración de las nuevas escuelas experimentales y los antiguos y probados métodos, se desarrollará la medicina del futuro. El valor de los numerosos grupos -buenos e indiferentes- reside en el hecho de que señalan el camino hacia las nuevas tendencias e indican las líneas por las cuales la medicina del futuro podrá enriquecerse y adaptarse mejor a las necesidades del hombre. Son aún demasiado experimentales para merecer confianza y no han sido científicamente comprobados. Son grupos precursores y tienen una verdadera contribución que aportar, que sólo será posible cuando se divorcien del pasado y estén dispuestos a comprometerse en el presente. La medicina académica es el resultado de la mente humana, un don de Dios; es una expresión divina comprobada y una fuerza muy benéfica en el mundo, a pesar de las flaquezas humanas, de la explotación comercial y de muchos errores. Lo mismo sucede con la religión. Estas dos grandes ciencias deben eliminar las posiciones reaccionarias y fundamentalistas y proseguir, con [i281] mente abierta, los nuevos caminos de acercamiento a la divinidad y al bienestar físico. Aquí podría decirse que mi principal contribución en esta época es indicar las causas de la enfermedad y de la mala salud, no reconocidas por la medicina ortodoxa, la cual se ocupa de los efectos de estas causas sutiles cuando se exteriorizan en el cuerpo físico y en el sistema nervioso. No estoy tratando (como ya he advertido) de los síntomas de las enfermedades, los diagnósticos médicos o los sistemas de aplicación de medios físicos para la curación o el alivio. Ellos han ido a la par de la creciente capacidad del hombre de descubrir y conocer. Permítanme repetir que estoy sentando las bases para acercarnos al tema del cuerpo físico, sano o enfermo, y que tratará principalmente del cuerpo etérico. Esto deberá conducir oportunamente a la acumulación de conocimientos sobre la energía, sus puntos focales y la distribución en el cuerpo etérico, que será igual al adquirido en el campo del exacto conocimiento del cuerpo físico, y este conocimiento es ya una realidad. El estudio de las enfermedades heredadas indica un tenue reconocimiento de las deudas y tendencias kármicas del hombre. Sin embargo, es un error creer que estas tendencias se originan en los [e212] gérmenes de la vida y de la sustancia, unidos en el instante de la concepción, y que el padre o la madre son responsables por lo tanto de su transmisión. Esto no es así. El sujeto en encarnación -desde el ángulo del alma- ha elegido definida y conscientemente a sus progenitores, por lo que ellos pueden contribuir a su constitución física mientras se hallan en encarnación. Por eso el cuerpo vital es de tal naturaleza que el hombre está predispuesto a un particular tipo de infección o de enfermedad; el cuerpo físico es también de tal naturaleza que su línea de menor resistencia permite la aparición y el control de aquello que el [i282] cuerpo vital posibilita; el alma encarnada produce, mediante su trabajo creador y su vehículo vital, una constitución particular a la cual han contribuido con una definida tendencia los padres elegidos. Por lo tanto, el hombre no resiste ciertos tipos de enfermedad. Esto es determinado por el karma del hombre. Es bien sabido por quienes estudian las ciencias esotéricas, que el cuerpo físico es simplemente un autómata, que responde a un cuerpo sutil de energías y es activado por estas energías que expresan verdaderamente la etapa de evolución. Este grado de evolución puede ser el que está controlado por la personalidad, mediante uno de sus cuerpos, o controlado por el alma. Éstas son realidades que la profesión médica debe captar y, cuando lo haga, se habrá dado un gran paso adelante. Los estudiantes esotéricos están dispuestos a reconocer que el cuerpo físico es automático en su respuesta a la impresión emocional, mental o egoica; sin embargo, el cuerpo etérico está tan estrechamente entretejido con el vehículo físico que es casi imposible separar los dos en la conciencia, lo cual no podrá comprobarse o no será posible, hasta que la ciencia de la energía etérica y el desarrollo de la percepción clarividente demuestren la veracidad de lo que digo. Ésta es una repetición necesaria. La ciencia médica, por el estudio del sistema nervioso y por su reconocimiento del poder del pensamiento sobre el cuerpo físico, se encamina rápidamente hacia una correcta dirección. Cuando admita, en relación con el cuerpo físico, que “la energía sigue al pensamiento” y comience a experimentar con el concepto de que existen corrientes mentales (tal como erróneamente se las denomina) que están dirigidas a ciertas zonas del cuerpo etérico -donde los esoteristas afirman la existencia de puntos o centros de energía-, entonces mucho será descubierto. La Christian Science tuvo una sólida concepción del concepto básico original acerca de la mente como un factor que existe permanentemente; su excesivo énfasis puesto sobre la mente, su presentación idealista de la naturaleza humana, [i283] su esperanza en la capacidad del hombre para demostrarse hoy e inmediatamente, como un hijo de Dios [e213] plenamente manifestado (sin un desarrollo intermedio necesario), y su contradictoria posición de emplear la energía de la mente para las necesidades principalmente físicas, han negado rotundamente sus dogmas básicos. De lo contrario, el hombre podía haber seguido engañado permanentemente. Si la Christian Science hubiera cumplido la intención original del grupo de iniciados que trato de influir a la humanidad por su intermedio, y si hubiese desarrollado correctamente la idea de que la energía sigue al pensamiento, la ciencia médica se habría beneficiado enormemente. Su presentación fue muy superior y muy inferior, perdiendo una gran oportunidad. La Christian Science fracasó desde el ángulo de la Jerarquía, y su utilidad ha sido ampliamente neutralizada. Los curadores y los grupos de curación actúan todavía con gran desventaja, pero pueden comenzar a trabajar ahora, y su trabajo será doble: 1. Por el poder del pensamiento dirigido pueden derramar energía al centro que constituye el factor determinante en esa zona del cuerpo físico donde reside la dificultad. Por ejemplo, si el paciente sufre de una dolencia como ser úlcera gástrica, la estimulación del centro plexo solar puede producir la curación, siempre y cuando el trabajo realizado sea puramente mental y los resultados esperados puramente físicos. De otra manera la naturaleza emocional participaría de la estimulación y surgiría verdadera dificultad. 2. Pueden estimular un centro superior a aquel que controla determinada zona y así -por la intensificación del centro superior- reducir la vitalidad del inferior. Por ejemplo, si hay enfermedad o perturbación, en conexión con los órganos genitales [i284] (como en el caso de la enfermedad de la próstata), se debería prestar atención al centro laríngeo. Este centro oportunamente deberá ser el receptor de la energía de la analogía o aspecto creador inferior. A esto se lo denomina “la técnica de retirar el fuego”; por su intermedio puede ser detenido lo que se denomina el sobrestímulo en ciertos casos, o la inflamación en otros. Estas dos formas de utilizar la energía y ejercer control mental, constituyen la base esotérica de los dos métodos fundamentales empleados para dirigir la energía a las zonas enfermas. En un caso intensifican la vida del centro asociado, con el consiguiente y definido efecto sobre la zona enferma, o disminuyen la afluencia de fuerza en el otro, debilitando así la índole de la enfermedad. Por lo tanto es evidente que debe saberse mucho acerca de los efectos de estas dos técnicas básicas diferentes, antes de que un sanador [e214] se atreva a trabajar. Si no fuera así podría acrecentarse grandemente la perturbación de la zona enferma y hasta se llegaría (como frecuentemente sucede) a matar al paciente. Hay otro punto que quisiera subrayar. Cuando se emplean métodos de curación de naturaleza esotérica, es esencial que una sólida práctica médica de tipo ortodoxo acompañe a estos medios más sutiles de prestar ayuda. Es en esta sabia combinación de los dos acercamientos y en el trabajo colaborador del médico ortodoxo y del sanador esotérico o grupo de curación, que se lograrán los más firmes resultados. Los estudiantes que tratan de curar deberán conocer dos cosas: la naturaleza de la enfermedad, diagnosticada por un buen médico, además del centro que controla la zona de la enfermedad. El plan más seguro de curación para el estudiante común o para un grupo de curación, es trabajar en colaboración con un médico acreditado, y en relación con el centro [i285] que controla la zona de la enfermedad. Los iniciados que se dedican al trabajo de curación se ocupan de la analogía superior del centro que controla, trabajando siempre a través de los análogos centros emocional y mental. Esto no es posible ni permisible para el grupo de curación común. Cuanto más elevados sean los centros considerados, involucrados y tratados, tanto más poderosos serán los resultados y por lo tanto más cuidado se debe ejercer. Todo el proceso consiste en estimular la actividad o en sustraer la energía, en acrecentar la actividad del centro afín y luego apartar la atención del centro que rige la zona enferma u órgano, o en equilibrar las energías que fluyen entre ambos centro y así producir una interacción igual y equitativa. Cuanto más estudia el neófito el tema de la curación, más complejo le parecerá, hasta que llega el momento en que puede trabajar en colaboración con algún médico que posee visión interna y ve los centros; o con pacientes que conocen internamente cual es su propio destino y pueden colaborar con algún grupo que posee un sólido conocimiento esotérico, el cual podrá comprobar el rayo del paciente y conocer, por lo menos, la naturaleza de su disposición o “indisposición”, al consultar su horóscopo natal. En vista de todo esto quizás se pregunten si es posible realizar un trabajo definido de curación que sea eficaz, sólido, correcto y permisible. Los riesgos de la sobre o subestimulación parecen ser demasiado grandes y el conocimiento del curador parece ser demasiado escaso para poder experimentar, y el karma del paciente es lógicamente (para el curador común) incomprobable. A esto respondería que todo trabajo de naturaleza precursora y experimental acarrea sus propios riesgos especiales. Muchos han [e215] sido víctimas de la ciencia, y particularmente de la ciencia médica, en los primitivos días de la medicina y cirugía modernas. Pero esto nunca detuvo al sincero investigador ni mermó el desarrollo del conocimiento; en estos días vanguardistas, [i286] en el campo de la curación esotérica, se debe tener el mismo valor, y enfrentar los mismos riesgos. La salvaguardia, desde el ángulo estrictamente legal y humano, consistirá en que el paciente esté en manos de un acreditado médico para la diagnosis y tratamiento, durante el tiempo en que el curador esotérico se esfuerce por prestar una ayuda vital. El trabajo del curador y de los grupos de curación será por lo tanto complementario del tratamiento ortodoxo; los resultados deberán ser cuidadosamente vigilados y registrados por ambas partes. Cualquier grupo que se forme para curaciones, debe trabajar de acuerdo a cierta y determinada política, y aquí doy algunas sugerencias esenciales para el éxito de este periodo de transición: 1. El paciente sometido a curación (o que necesita ayuda si no es posible curarlo) deberá estar siempre en manos de un médico bueno y acreditado, y si no aconsejarle que consulte a uno. 2. El grupo deberá conocer la naturaleza de la enfermedad, determinándola mediante una cuidadosa diagnosis médica ortodoxa. 3. La edad del paciente, fecha de nacimiento y toda información acerca de su trasfondo, deberían también ser conocidas, a fin de tener un punto focal de interés y construirse una zona magnética, alrededor del paciente, que atraerá la energía dirigida mentalmente por el grupo. 4. El curador o el grupo de curación, deberá poseer un conocimiento general de la naturaleza y de la anatomía del cuerpo, la ubicación de sus diversos órganos y la posición y naturaleza de los centros que rigen la zona, o zonas, enferma. También deben ser estudiados los cuadros clínicos informativos. 5. La facultad de imaginación y el poder de visualización deberán predominar en un grupo de curación, y [i287] desarrollarse la capacidad de enviar corrientes de energía al paciente y a la zona del cuerpo donde reside la perturbación. 6. El curador o grupo de curación debe recordar que no trabaja sólo con energía mental, sino que por sí mismo: a. Crea un pensamiento de poder curativo. b. Ese punto focal de atención concentrada que ha creado, se convierte en agente rector para la fuerza curadora o prana. c. Dicho prana no es de naturaleza mental ni astral, sino sustancia puramente planetaria o esencia viviente, siendo esa sustancia de la que está formado el cuerpo vital del planeta. d. El curador o grupo de curación se apropia de la mayor [e216] cantidad posible de esta sustancia, y por el poder del pensamiento unido es dirigida al centro involucrado y a través del mismo. El trabajo de curación es circulatorio y esto debe recordarse. La energía pránica (dirigida mentalmente) no debe enviarse al centro ni permitir que se acumule allí. Debe pasar a través del centro, yendo primero al órgano involucrado o zona donde reside la dificultad, entonces es enviada a todo el cuerpo. Éste podría ser considerado como un sistema de limpieza con su efecto purificador y estimulante. En estos primeros días de experimentación y trabajo sobre estas líneas, sólo es posible dar algunas reglas simples. De los resultados obtenidos vendrá la experiencia, y el grupo de curación aprenderá gradualmente cómo trabajar, cuándo cambiar sus métodos y qué observar. [i288] Desde la iniciación del trabajo deberían llevarse registros. El paciente colaborará frecuentemente en este aspecto del trabajo. Fechas, fenómenos incidentales, cambios en el mejoramiento o empeoramiento, deben ser anotados, además de toda la información posible acerca de la condición general del paciente. Por esta razón recomiendo que en las primeras etapas, este trabajo de curación sea ensayado únicamente con quienes son muy conocidos de los miembros, o han sido puestos en manos del grupo de curación por médicos o por los que están dispuestos a dar una información completa. Las personas que están muy enfermas, y no se espera que vivan, o sufren enfermedades que impiden su recuperación, no deberían admitirse en el grupo de curación para su tratamiento, excepto con el fin de lograr resultados paliativos. El neófito no conoce bastante sobre el karma para trabajar confiadamente, ya sea en la tarea de curación o de liberación, mediante la muerte. No obstante, si el paciente empeora, mientras el grupo está trabajando sobre su caso, no deberá ser abandonado, pero puede emplearse una técnica definida y diferente para allanar el camino de la muerte. En el siguiente acápite me ocuparé del karma de la muerte. Si tienen presente que el trabajo en conexión con el cuerpo etérico (como instrumento de vitalidad) es conocido hoy tan poco como la ciencia de la medicina moderna lo fue en el año 1200 d.C., podrán actuar sin desaliento y sin esa indebida expectativa que hoy obstaculiza al neófito. Adopten conscientemente la actitud de que realmente nada se conoce acerca de los centros, de las zonas de energía del cuerpo y del modo de dirigir el pensamiento; imagínense también que están empeñados en realizar un gran proyecto de investigación. Nada, absolutamente nada se ha hecho en forma práctica relacionado con la medicina y la ciencia de los [e217] centros, aunque algunos libros sobre la relación de los centros con la investigación psicológica y el equipo y sistema glandular [i289] o endocrino, han tratado superficialmente el tema. El campo de investigación que propongo es totalmente nuevo. Quizás quienes lo emprendan no vean los resultados de lo que tratan de realizar. Su impaciencia y ansiedad por ayudar pueden ser un obstáculo; su ignorancia los hará cometer errores. Pero sigan adelante, perseveren, mantengan cuidadosos registros y conserven toda la correspondencia. Entonces los resultados serán seguros. 1. LAS DEUDAS KÁRMICAS DEL INDIVIDUO Hemos estudiado (quizás sin darnos cuenta de sus implicaciones) el primer punto bajo este encabezamiento. Concierne a las deudas kármicas del individuo, provenientes de los vehículos subjetivos y de toda la personalidad. Cuando tratamos las causas psicológicas de las enfermedades que surgen de los vehículos sutiles en los tres mundos, o que se deben a la tensión del discípulo cuando se esfuerza por hollar el sendero, en realidad nos ocupamos del karma o el efecto de las causas internas de los acontecimientos, del equipo y de las circunstancias en el plano físico. Vimos que los cuerpos internos, vía el cuerpo etérico, condicionan la manifestación externa del hombre y que la enfermedad o la salud dependían mayormente de ellos, y que son la causa kármica inmediata de la existencia en el plano físico. Si extendemos la idea hasta incluir encarnaciones anteriores -como debe inevitablemente suceder- entonces llegamos a la conclusión que la condición de estos cuerpos internos, sus limitaciones o su riqueza, sus defectos y acerbo y sus tendencias generales síquicas y psicológicas, son heredadas de vidas anteriores y por lo tanto responsables de la presente situación terrena. En consecuencia, simplemente hemos retrotraído aún más atrás las causas de las condiciones actuales y -si quisiéramos- podríamos penetrar en un campo de mucha complejidad y detalle sin extraer nada de valor. Todo el problema de rememorar [i290] las encarnaciones pasadas contiene infinitas posibilidades, y cuando empleo la palabra “infinita” pongo inmediatamente el tema fuera del alcance de la mente finita, lo cual significa que tratamos algo que no es posible manejar racionalmente. El karma fue, para la humanidad infantil y el individuo subdesarrollado, una cuestión grupal. El hombre era miembro de un grupo, sin la menor idea de las implicaciones y responsabilidades involucradas. Más adelante, cuando el proceso de individualización adquirió un carácter y propósito más efectivos y un temperamento más pronunciado, el karma fue también más personal y [e218] definido y el hombre se halló en posición de iniciar más causas y agotar más efectos. Al no estar enteramente desarrollada e integrada la personalidad, estaba aún involucrado en la vida grupal, y las interrelaciones se fueron ampliando. Posteriormente la personalidad se convirtió en el creador consciente de sus propias causas y en el consciente participante de los efectos. En el sendero, el karma del grupo elegido, del individuo y de aquellos con quienes el hombre elige asociarse a través de la unidad del propósito espiritual, lo envuelve, y así se agrega otro factor a los anteriores tipos de responsabilidad kármica. Más adelante aún, el karma de los tres mundos es enfrentado, superado y rechazado; al mismo tiempo, al karma vinculado a la iniciación de las causas, mediante el servicio mundial, se añade el que el individuo ya ha experimentado, compartiendo la responsabilidad kármica de la Jerarquía misma. A estas etapas: 1. al karma grupal elemental -del hombre primitivo, 2. al karma individual del hombre autoconsciente en evolución, 3. al karma relacionado con la vida del discípulo y 4. al karma jerárquico, [i291] se debe agregar el bien conocido Karma de Retribución, con el cual está ya familiarizado el discípulo; a éste también debe agregarse el karma nacional y racial, más el karma educativo correspondiente a todo discípulo que ansía ingresar a un ashrama a fin de prepararse para la iniciación. Tenemos también el Karma de Recompensa en contraposición al de Retribución; este tipo de karma a menudo se olvida, pero se lo conocerá mejor en el futuro ciclo mundial. La humanidad ha agotado mucho mal karma, y el karma basado en causas iniciadas posteriormente no generarán efectos tan terribles corno las del pasado. No todo karma es malo, a pesar de lo que el hombre cree. Gran parte es punitivo y doloroso, debido a la ignorancia de la humanidad y al inferior grado de desarrollo. Cuando la retribución kármica es aguda y terrible, tal como sucede hoy en la espantosa experiencia mundial, indica que la humanidad ha alcanzado un punto donde las consecuencias pueden ser distribuidas equitativamente en gran escala. El karma acarrea muy poco sufrimiento cuando, por ignorancia, conduce a la irresponsabilidad y a la total carencia de reflexión, no existiendo sentido de culpabilidad acerca de los acontecimientos. Podrán existir condiciones desdichadas y circunstancias dolorosas, pero se carece de la capacidad de responder a tales condiciones con análogo dolor, y hay muy poca reacción mental por el proceso de la retribución kármica. Esto debería tenerse presente. La raza aria está ahora desarrollada mentalmente [e219] en tan amplia escala, que el karma es verdaderamente terrible y doloroso, y se manifiesta a través de las condiciones mundiales. Al mismo tiempo el actual y difundido sufrimiento indica el extenso y exitoso desarrollo humano, siendo el signo más esperanzado y prometedor. En esta idea reside la clave de la carga tan pesada de mal karma que los buenos, santos y sacrificados servidores de la raza sobrellevan en este ciclo mundial. [i292] En consecuencia, resulta imposible, dentro de los límites de este tratado, dilucidar más profundamente el tema del karma, cuando produce los innumerables tipos de dolencias humanas, incluyendo la enfermedad, siendo ésta una de sus manifestaciones. El tema es demasiado vasto, extremadamente complicado y muy confuso en sus efectos. Todo lo que puedo hacer es afirmar el hecho de que las acciones y reacciones pasadas han establecido en vidas anteriores un ritmo kármico de tal naturaleza, que hoy están implicados todos los aspectos de la naturaleza inferior, y entre los efectos más comunes y corrientes tenemos aquel en que entra en vigencia la gran Ley de Retribución, la enfermedad. Los curadores y los seudometafísicos deberían considerar cuidadosamente este punto. 2. KARMA CAUSADO POR LOS SIETE RAYOS Los siete rayos retrotraen la causa de todas las dificultades humanas, incluyendo la mala salud y las enfermedades -individual, nacional y racial- al mismo origen de la creación. El karma se manifiesta en esas corrientes de energía, de sustancia primordial, que afluyen al mundo creado y a través de él, incluyendo los tres mundos inferiores, donde actúan los pitris lunares y las esencias elementales de todas las formas. Este karma primordial (si puedo llamarlo así) contribuye a la enfermedad. Se dice en antiguos libros, a los cuales tienen acceso los Maestros, que el mundo está construido de sustancia ya contaminada por el karma de un sistema solar anterior. Evidentemente estas corrientes de fuerza que emanan de los Señores de los siete rayos, están matizadas y “contaminadas” (si puedo emplear esta palabra) por las limitaciones de estos mismos grandes Seres; son Dioses, desde nuestro punto de vista, pero en realidad, Dioses en cierne, aunque están mucho más cerca de la divinidad solar que la mayoría de los más avanzados seres humanos lo están de la divinidad planetaria. Son los “Dioses imperfectos” mencionados en La Doctrina Secreta [i293] y constituyen los Logos planetarios de los planetas sagrados y no sagrados. Si las grandes Vidas que animan a los planetas dentro de nuestro sistema solar son imperfectas, el efecto de esta imperfección debe inevitablemente [e220] afectar a Sus creaciones planetarias, Sus cuerpos de manifestación y, en consecuencia, introduce una condición kármica sobre la cual el ser humano individual no tiene ningún control, pero que él comparte y actúa en ella. Evidentemente me es imposible dilucidar este tema. Todo lo que puedo y se me permite hacer es dar las siete estanzas del libro más antiguo del mundo; tratan de las imperfecciones causadas por los siete rayos, en nuestras manifestaciones planetarias. A ellas debería agregarse (si fuera posible) las estanzas que imparten el significado de los defectos surgidos por las condiciones astrológicas que producen efectos de naturaleza planetaria, e involucran, por lo tanto, el horóscopo de nuestro Logos planetario particular. Pero son demasiado abstrusas, complicadas y muy amplias en su tema y podrán ser estudiadas y consideradas sólo cuando la humanidad haya alcanzado esa etapa de desarrollo intuitivo en que el hombre puede “apreciar causas y efectos como procesos globales y ver el comienzo y el fin en un destello de tiempo en el espacio”. Con esas palabras, el Maestro Serapis resumió una vez la cuestión cuando trataba de entrenar, a un grupo de discípulos iniciados, en este modo de encarar vastos temas. El “Libro del Karma” contiene las siguientes estanzas, que pueden servir como introducción para esas que tratan de la desarmonía y la enfermedad causada por los siete rayos. El aspirante intuitivo extraerá algún significado de ellas, pero debe tener presente que sólo procuro poner en palabras -inapropiadas y bastante inadecuadas- estanzas que conciernen a los factores condicionantes del equipo de esos Grandes Seres, cuya fuerza vital (que denominamos energía) crea todo cuanto existe, colora y da forma a todas [i294] las manifestaciones dentro de los mundos y agrega su cuota de fuerza al equipo de cada ser humano. Todo ser humano se apropia de esta energía en la medida de su necesidad, y ésta indica su desarrollo. Las estanzas que he seleccionado son extraídas de El Libro de las Imperfecciones -parte decimocuarta: “Las siete imperfecciones surgieron y contaminaron la sustancia, desde la esfera más elevada hasta la más baja. Aparecieron luego las siete perfecciones, y las dos -aquello que es entero y sano y lo que es conocido como detalle y malsano, en un horrible sentido- se enfrentaron en el plano de la vida física. (El plano etérico. A.A.B.). Allí lucharon con todo lo que eran y tenían, con todo lo visible e invisible dentro del triple círculo. (Los tres mundos inferiores. A.A.B.).
Las siete imperfecciones se introdujeron en las siete razas de hombres, cada una en su propio lugar; matizaron los siete [e221] puntos dentro de cada raza. (Los siete centros planetarios, trasmitiendo energía imperfecta. A.A.B.).
Las siete perfecciones se cernían sobre cada raza, sobre cada hombre dentro de cada raza y sobre cada punto dentro de cada hombre.
Así se extendió el conflicto desde lo más externo a lo más interno, desde el Ser más grande a los más pequeños. Siete son las imperfecciones. Siete los todos perfectos; siete los caminos para iluminar la oscura imperfección y demostrar la luz clara y fría, la blanca luz eléctrica de la perfecta plenitud”. Todo lo que podrán extraer de estas estanzas es el concepto de un conflicto milenario, de siete grandes energías que se manifiestan como dualidades y producen, cuando se anclan dentro de un cuerpo (sea un planeta, un hombre o un [i295] átomo), una zona o ciclo de dificultades, tal como se la denomina; estas dificultades producen el anhelo evolutivo, siendo también la causa de la manifestación, mientras su efecto (que es karma) constituye la liberación final de lo perfecto y lo bueno. Estas cosas no son fáciles de comprender. Debe recordarse que las siete imperfecciones están relacionadas con la séptuple naturaleza de Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, y que estas siete imperfectas energías contienen en sí la perfecta voluntad al bien, que a la larga es más potente que la voluntad de dañar. Estas energías afluyen a través de los siete centros del cuerpo planetario y son -hasta donde nos concierne- las energías de los siete rayos. Respecto a la voluntad de dañar, que puede demostrarse y se demuestra como enfermedad en los cuatro reinos de la naturaleza, tenemos la razón por la que instituí, entre los estudiantes esotéricos de quienes soy responsable, el desarrollo de la inofensividad. Es el agente más importante para la neutralización del karma. Daré a continuación la Ley IX, completando así un conjunto de leyes que, si se cumplen, serán esenciales para la curación de la enfermedad y el mantenimiento de la salud. LEY IXLa perfección hace surgir la imperfección a la superficie. El bien expulsa el mal de la forma del hombre, en tiempo y espacio. La inofensividad es el método empleado por el Uno Perfecto y el método utilizado para el bien. Esto no es negatividad sino perfecto equilibrio, un cabal punto de vista y comprensión divina. Habrán observado que lo dicho a este respecto lleva todo el tema de la enfermedad a un distante mundo de orígenes -un mundo donde el hombre es aún incapaz de penetrar. Por esta razón he dedicado tanto tiempo a la consideración de las causas de [e222] las enfermedades; más de la mitad de lo que tengo que decir ya lo he [i296] incluido en la primera parte de nuestra discusión. Casi hemos concluido esta parte, y nos abocaremos a lo que muchos consideran la más útil y práctica enseñanza sobre este tópico. Nunca he tenido la intención de ocuparme de la patología de las enfermedades o de los síntomas de los innumerables tipos de mala salud que hacen estragos en la humanidad. Procuro principalmente acentuar las razones subjetivas de la mayoría de los males que atacan la estructura humana. Sin embargo mi propósito es sano. El excesivo énfasis que las personas ponen sobre las enfermedades resulta desconcertante para el alma, pues coloca a la transitoria y constantemente mutable naturaleza forma, en una posición de indebida preeminencia, mientras que -desde el ángulo del alma- las vicisitudes del cuerpo sólo tienen importancia en la medida en que puedan contribuir a enriquecer la experiencia del alma. Las causas iniciadas por el hombre, vida tras vida, constituyen el factor importante; éstas se desarrollan como enfermedades, como alguna consecuencia desastrosa en las circunstancias y acontecimientos, y como general acondicionamiento de alguna encarnación determinada. El hombre debe aprender a tratar estas causas, reconocerlas y descubrir cuál es la energía condicionante que produce el efecto correspondiente, ocupándose primeramente de la tarea de contrarrestar la causa, oponiéndole una voluntad entrenada. El karma no es un acontecimiento inevitable, ineludible ni doloroso. Puede ser neutralizado, pero esta neutralización, en lo que concierne a la enfermedad, incluye cuatro líneas de actividad: 1. Determinar la naturaleza de la causa y la zona de la conciencia donde originó. 2. Desarrollar esas cualidades que son el polo opuesto de la causa efectiva. 3. Practicar la inofensividad a fin de detener la expresión de las causas y evitar cualquier brote de esa lamentable condición. [i297] 4. Dar los pasos físicos necesarios que producirán las condiciones que el alma ansía. Estos pasos incluirán: a. Una pasividad mental y una aceptación de la realidad del efecto -en el caso que estamos considerando en relación con el karma-, la enfermedad. b. La inteligente acción en los procedimientos médicos ortodoxos. c. La colaboración de un grupo de curación o de un curador, para ayudar en las curaciones internas espirituales. d. Una clara visión respecto al resultado. Esto puede [e223] conducir a la preparación para vivir una vida más útil en el plano físico o para la gran transición llamada muerte. Pero detrás de este juicioso pensamiento y sabia actividad, debe haber la aceptación de que existen ciertas condiciones generales que se exteriorizan como mala salud física durante este ciclo mundial, no sólo para el reino humano sino también para los tres reinos subhumanos. La Ley de la imperfección existe, porque las Grandes Realidades (existen en todo el mundo fenoménico) están análogamente en proceso de desarrollo y de desenvolvimiento evolutivo. Por lo tanto, hasta que Ellos, como Seres espirituales, no hayan desarrollado el “sublime control” -tal como se lo llama- de la sustancia de Sus formas fenoménicas, éstas no llegarán a la divina perfección. La enfermedad es una forma de imperfección transitoria, y la muerte no es más que el método para reenfocar la energía, antes de iniciar una actividad progresiva que conduzca eterna y constantemente hacia el mejoramiento. La comprensión de las siete estanzas que me he propuesto dar a continuación, los llevará eventualmente a aislar las siete causas psicológicas de la enfermedad, inherente a la sustancia de todas las formas en este ciclo mundial, porque todas las formas están imbuidas de la energía de la vida de los “Dioses imperfectos”. [i298] Los siete Espíritus, nos dicen las Escrituras del mundo, se hallan “ante el Trono de Dios”, lo cual significa que Ellos no están aún en posición de ascender al Trono, simbólicamente hablando, porque no han adquirido todavía una completa expresión divina. Estos Señores de los Siete Rayos son mayores y más avanzados en la escala espiritual que esas grandes Vidas que forman el Concilio del Señor del Mundo en Shamballa. Son los Representantes de las Energías de los siete rayos que animan a los siete planetas sagrados, pero no están aún tan divinamente desarrollados como Ellas. El problema de la humanidad, en lo que respecta a la imperfección, es complicado, no sólo por el hecho de que las siete Energías vitalizadoras y animadoras están “contaminadas de imperfección”, sino porque el Señor del Mundo, desde el ángulo del Logos solar, por ejemplo, está lejos de ser perfecto, por tal razón nuestro planeta Tierra no es un planeta sagrado. Se dice que Sanat Kumara es el prisionero divino de este planeta, retenido aquí hasta que el “último y cansado peregrino haya vuelto al hogar”. Éste es Su pesado karma, aunque es la expresión de Su deseo y júbilo; “los cansados peregrinos” son los átomos (humanos o no) de Su cuerpo, los cuales están contaminados por las imperfecciones debidas a Sus imperfecciones; su completa “curación” señalará el momento de Su liberación. Por lo tanto, tengan presente que las siete estanzas que daré, indican la cualidad de las energías descendentes y las taras que [e224] estas energías acarrean e imparten a todas las formas que están vitalizadas por la vida de nuestro Logos planetario. La Desarmonía y la Enfermedad Causada por los Siete Rayos I. “El Gran Ser se propuso seguir solo por el sendero que eligió. No toleró interferencia. Se fortaleció en Su ruta. [i299] Este continuado proceso de fortalecimiento de un plano a otro, creció y se endureció. Su voluntad se fijó como un cristal brillante, quebradizo y duro. Suyo fue el poder de cristalizar. No trajo la voluntad de vivir, sino la voluntad de morir. La muerte fue Su don a la vida. Le desagradaba la infusión y la difusión. Amó y buscó la abstracción.” Hasta donde llegamos a comprender el significado de esta estanza, en relación con nuestro tema de la enfermedad, parece ser que la imperfección de esta divina energía produce una peculiar actitud que se manifiesta en el poder de cristalizar, endurecer, traer tribulaciones y causar el gran proceso de abstracción llamado muerte. Otros de sus resultados en la forma física son los innumerables procesos de cristalización, como el atrofiamiento y la vejez. II. “El Gran Ser derramó Su vida por todas partes y aspectos de la manifestación. Del centro hacia la periferia y de la periferia al centro se precipitó, llevando vida abundante, energetizando todas las formas de Sí mismo, produciendo excesivo movimiento, interminable expansión, abundante crecimiento e indebido apresuramiento. No sabía qué quería, porque quería todo, deseaba todo, atraía todo y dio demasiado a todos”. La imperfección de esta gran energía, con su potencia constructora, vitalizadora y cohesiva, fue y es el poder para sobrestimular, acrecentar, acumular, construir demasiadas formas, atraer demasiados átomos y producir esas condiciones que conducen a lo que se ha denominado (esotéricamente) “la sofocación de la vida” -otra forma de morir, pero morir como resultado de una excesiva vitalidad, afectando la corriente sanguínea, construyendo dentro de las formas ya construidas y creando frecuentemente un [i300] vehículo etérico excesivamente poderoso para la exotérica forma física externa. Otros resultados son, por ejemplo, la aparición de tumores, cáncer, excrecencias, excesivo desarrollo de aspectos corporales, dilatación de órganos y partes corporales supernumerarias. III. “El Gran Ser reunía de aquí y de allá. Elegía y rechazaba. Rehusaba un poder y aceptaba otro. No tenía ningún propósito vinculado a los seis propósitos de Sus seis [e225] hermanos. Adquirió una forma y no le agradó. La arrojó y eligió otra. No tenía un punto establecido o plan, pero vivió en el espejismo y le agradó. Sofocó lo bueno y lo malo, aunque empleó a ambos. Por un lado había exceso, por otro inanición. Ambos extremos rigieron Su elección de la sustancia viviente; reunió a quienes no eran afines; luego vio que el resultado era el dolor y el engaño. Hizo proyectos, pero el propósito era inadecuado. Desistió desesperado.” El principal efecto de esta imperfecta “maniobra” y manipulación, como se la denomina, es en su mayor parte de naturaleza astral, produciendo la consiguiente mala salud física y los efectos indeseables que ya hemos estudiado en este tratado. Debido a que esta energía de tercer rayo es la energía de la sustancia misma, sus imperfecciones se demuestran profusamente en la tendencia humana a la enfermedad. La ilusión es el resultado del espejismo por el excesivo empleo de la energía de tercer rayo para fines egoístas y personales y se manifiesta primordialmente en el sexto plano o astral. Como resultado de esta manipulación del deseo y las incontroladas maniobras para satisfacerlo en líneas materiales, se producen dolencias tales como el desorden gástrico e intestinal y los distintos trastornos estomacales que devastan a la [i301] humanidad civilizada, mucho más que a las razas salvajes. Ciertos desórdenes cerebrales y la poca vitalidad son también sus efectos. IV. “El Gran Ser batalló y entró en el combate. Todo cuanto enfrentó, Le pareció algo contra el cual demostrar poder. Dentro del cuarto halló un campo de batalla y se preparó para luchar. Vio lo correcto y conoció lo erróneo, y vibró entre ambos, luchando primero contra uno y luego contra otro, pero sin percatarse, durante todo el tiempo, de ese punto medio donde la lucha es desconocida. Allí se hallan la armonía, el ocio, el descanso y el silencio apacible. Debilitó todas las formas que emplearon Su fuerza y poder. Sin embargo buscó siempre la belleza; indagó lo adorable y ansió la paz. Lo embargó la desesperación en Sus andanzas, y por ello, desesperanzado no pudo sobrevivir a la voluntad de vivir. Sin embargo la belleza siempre estuvo allí”. Tenemos aquí un claro indicio de por qué la humanidad (el cuarto reino de la naturaleza) sucumbe tan rápida y fácilmente a la enfermedad. Los conflictos que la humanidad está librando constantemente, tanto en forma grupal como individual, conducen -hasta que se los comprenda y emplee como medios para triunfar y progresar- a una constante desvitalización. Cuando ésta se produce, desaparece la resistencia a la enfermedad, entonces prácticamente tenemos todo tipo de mala salud y dolencias corpóreas. La difusión [e226] de energía produce una constante disminución de esta resistencia. Como resultado tenemos debilidad, la rápida y mala reacción a las enfermedades nativas en el planeta mismo, y la pronta adquisición de enfermedades infecciosas y contagiosas. Esta energía se halla detrás de lo que denominamos epidemias, y la influenza constituye una de las principales manifestaciones. [i302] V. “El Gran Ser se irguió en Su ira y se dividió a Sí Mismo. Apartó las grandes dualidades y vio primariamente el campo de la multiplicidad. Produjo separación en todas partes. Forjó con potente pensamiento la acción separatista. Estableció barreras jubilosamente. No tuvo comprensión; no conoció la unidad porque era frío, austero, asceta y siempre cruel. Permaneció entre el amoroso y tierno centro de todas las vidas y el atrio externo de los vivientes y agonizantes hombres. Sin embargo, no permaneció en el punto medio, y nada de lo hecho fue suficiente para eliminar la brecha. Ensanchó todas las hendiduras, erigió barreras y trató de abrir otras brechas más amplias.” Ha sido muy difícil describir la naturaleza de la imperfección de la energía del Señor de quinto rayo. En la actividad de esta energía que se manifiesta principalmente en el quinto plano o mental, se hallará eventualmente el origen de muchos desórdenes psicológicos y trastornos mentales. Separación es la característica sobresaliente -separación dentro del individuo o entre el individuo y su grupo, trasformándolo en antisocial. Me ocupé de esto en una parte anterior de este tratado y es innecesario que me explaye aquí sobre las dificultades (psicología Esotérica, Tomo II del Tratado sobre los Siete Rayos). Otros resultados son ciertas formas de insania, lesiones cerebrales y esas brechas en la relación entre el cuerpo físico y los cuerpos sutiles, que se manifiestan como la imbecilidad y trastornos psicológicos. Otro tipo de enfermedad, que aparece como resultado de esta fuerza de quinto rayo, es la hemicránea, causada por la falta de relación entre las energías que se hallan alrededor de la glándula pineal y el cuerpo pituitario. VI. “El Gran Ser se amó a Sí Mismo en otros y en todas las formas. Por todas partes vio objetos de Su [i303] devoción, y siempre probaron ser Él Mismo. Siempre se prodigó a Sí Mismo en estos otros objetos, pidiendo respuesta, sin obtenerla nunca. Inevitable y ciertamente los delineamientos de las formas tan amadas se perdieron, desvanecieron y desaparecieron. Los objetos de Su amor fueron esfumándose lentamente. Sólo quedó un mundo de sombras, de nieblas y brumas. Y cuando Él se miró a Sí Mismo, dijo: Yo soy el Señor del Espejismo y el Ángel de la Confusión. Nada me parece [e227] claro. ¡Amo, pero todo me parece erróneo! Sé que el amor es lo correcto y el espíritu del Universo. Entonces, ¿qué es lo que está mal?”. En forma bastante curiosa la potencia de esta fuerza de sexto rayo (a medida que nutre el deseo) es responsable de la mayor parte de las dolencias y enfermedades de la humanidad, basadas en la tergiversación de la misión y función del sexo. El deseo, el azoramiento, las debilidades, las perversiones y el desarrollo unilateral del sexo y otras satisfacciones, surgen por el mal empleo de esta energía. El azoramiento originado por el deseo conduce a exigir violentamente una satisfacción y a dar esos pasos que -correctos e incorrectos- proporcionan satisfacción. Los resultados abarcan un amplio campo, desde la crueldad sádica y la lujuria hasta esos matrimonios contraídos por el deseo físico y también esas condiciones que conducen a muchos tipos de enfermedades sexuales. Una clave de este problema mundial reside en las palabras de un antiguo escrito que dice: “la imperfección del Señor de Sexto Rayo abrió la puerta para que se consumara un incorrecto matrimonio entre los polos.” VII. “El Gran Ser reunió para Sí Sus fuerzas y afirmó Su intención de crear. Creó todo lo que es externo y visible. Vio Sus creaciones y no le agradaron, y apartó Su atención; entonces Sus creaciones murieron [i304] y desaparecieron. No obtuvo un éxito perdurable y sólo vio el fracaso, a medida que recorría el sendero externo de la vida. No comprendió la necesidad de las formas. A algunas Les otorgó una superabundante vida, a otras demasiado poca; ambas murieron y no pudieron demostrar la belleza del Señor que les dio vida, pero no les otorgó comprensión. En aquel entonces no sabía que el amor sustenta.” Los efectos de esta fuerza de rayo son muy peculiares y prevalecerán mucho más que antes, pues este rayo está ahora entrando en poder. Dicha energía es ampliamente responsable de las infecciones y las enfermedades contagiosas. La nota clave del trabajo que realiza el séptimo rayo consiste en reunir la vida y la materia en el plano físico. Sin embargo, cuando se lo observa desde el ángulo de la imperfección constituye la reunión (si pueden comprender la implicación) de la Vida, las vidas y la vivencia general del proceso creador. Esto se halla simbolizado en la promiscuidad y la incesante interacción de toda vida dentro de todas las vidas. Su resultado es la actividad que despliegan todos los gérmenes y bacterias dentro del medio que mejor los nutrirá. Éstos son conceptos abstrusos y difíciles, pero se debería reflexionar sobre ellos, pues una profunda cavilación conducirá a la [e228] comprensión. Toda enfermedad y mala salud son el resultado de la actividad o inactividad de cualquiera de los siete tipos de energía, cuando actúan sobre el cuerpo humano. Toda enfermedad física surge del impacto de esas energías imperfectas cuando golpean, penetran y atraviesan los centros del cuerpo. Todo depende de las condiciones de los siete centros del cuerpo humano; a través de éstos actúan las energías impersonales, llevando vida, enfermedad o muerte, estimulando las imperfecciones del cuerpo o dándole salud. Todo depende, en lo que concierne [i305] al ser humano, de la condición del cuerpo físico, la edad del alma y las posibilidades kármicas. Les pediría que no interpreten mal el significado de la palabra “imperfección”, que he empleado constantemente en relación con los Grandes Seres, y expresan una divinidad inasequible para la humanidad en este particular planeta. Se debe tener presente que el actual sistema solar es el segundo y que en el primer sistema se destacó un materialismo inteligente; la meta de los iniciados más elevados consistía en obtener completo control sobre la materia, desarrollar el principio mental y evidenciar un definido materialismo. En esos distantes eones eso marcó la realización, mientras que en el actual sistema solar señala la derrota para la humanidad. Este sistema, incluyendo a todos los planetas y también a nuestra Tierra, tiene una meta diferente, y el segundo aspecto divino, el del amor, debe ser manifestado, y manifestado por medio de la materia impregnada de las cualidades desarrolladas en el primer sistema. Lo que fue perfección en aquel entonces, no lo es ahora. Por lo tanto los Grandes Seres, suma total de todo lo que existe, trabajan a través de la sustancia y en ella, la cual ya está matizada o contaminada por aquello que debe ser abandonado y que no se someterá a un mayor desenvolvimiento. Las imperfecciones que estamos considerando, son los siete aspectos del materialismo inteligente; es aquí donde la enfermedad tiene su asiento y expresión. Se dice que el cuerpo físico no es un principio; en el último sistema solar lo fue. En el actual, los principios son diferentes, y en el choque entre lo que es y lo que será (lo que quiere ser) tenemos, en el plano físico, las causas de la enfermedad y la muerte. Reflexionen sobre estas cuestiones y tengan presente que deben ver el panorama en amplia escala, lo más amplia posible, si quieren obtener una verdadera comprensión de algunas de las causas de los males y enfermedades físicos. |
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