Discipulado en la Nueva Era I - Sección Uno

      


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SEXTA PARTE

     [e65] [i55] No tengo la intención de seguir reiterando los consejos para hollar el sendero del discipulado. Son hombres y mujeres adultos y conocen el camino. La aplicación práctica de las antiguas reglas es responsabilidad personal. Lo que hagan es cuestión de ustedes; han llegado a la madurez y deben estar preparados para dar el siguiente paso. Lo darán cuando hayan trasmutado el conocimiento y la teoría, en sabiduría, en práctica y expresión.

     Sólo con espíritu de verdadero desapego realiza el discípulo su mejor trabajo; se da cuenta que en virtud de tal desapego se convierte (por el resto de su vida) simplemente en un trabajador -en el gran ejército de trabajadores jerárquicos- sin inclinación, objetivo o deseo personales. Para él no existe nada más que trabajo continuo y constante asociación con otras personas. Puede ser una persona que se aísla por naturaleza y ansía profundamente la soledad, esto no importa. Es el precio que debe pagar por la oportunidad de satisfacer la necesidad del momento. Hoy tiene lugar el empuje más arduo y organizado de la Jerarquía, y su objetivo consiste en contrarrestar la tendencia de la raza a cristalizarse en la separatividad; la separatividad es actualmente la línea de menor resistencia para los pueblos y las naciones. De allí la formación de estos grupos activos de discípulos que expresan trabajo, cohesión y no separatividad grupales.

     Algunos, muy pocos, de los discípulos e intuitivos del mundo, se han unido para desarrollar dos actividades: una consiste en hacer contacto con más exactitud con el plan subjetivo que se va desarrollando constantemente, la otra en hablar y enseñar con mayor claridad y elegir con inteligente exactitud las palabras correctas (habladas o escritas), con las cuales expresar la verdad. La presentación de las realidades presentidas hará que las personas reflexivas del mundo detengan su actual tendencia mental y colaboren más plena y libremente en la tarea de iluminar el mundo. Empleo la palabra "iluminar" en sentido [e66] ocultista. La plena medida de lo que puede hacerse depende (en lo que concierne al discípulo individual) de su poder interno para vivir [i56] cada día como alma -libre de temores, sin preocuparse de sí mismo y libre de esas reacciones que incitan al cuerpo astral o emocional, a emprender una actividad organizada, basada en antiguos hábitos. La meta para el discípulo y también para el éxito de su trabajo, es poseer un cuerpo astral tranquilo y pasivo, sensible a las impresiones de su propia alma y a las de su Maestro, capaz de reflejar la visión hasta donde es posible y en su más puro detalle. Debe recordarse que cuando el discípulo se dedica plenamente a vivir una vida de servicio en los tres planos, poco debe o debería decírsele. Pero una idea puede serle de ayuda.

     En las vicisitudes de su vida debe tratar de mantener la síntesis de la personalidad y la integración de todas las partes de su equipo. En la tensión de la actividad desarrollada en uno de los cuerpos y en uno de los planos, el énfasis puesto con frecuencia en una sola dirección puede ser momentáneamente tan intenso que por un instante puede percibir el punto de vista sintético del Plan y del grupo. El discípulo trabaja físicamente bajo una fuerte presión; quizás esté aprendiendo emocionalmente la difícil lección del desapego, tendiendo en consecuencia a una temporaria rebeldía. Sin embargo, en el plano mental, se da cuenta que posee claridad mental y el poder de pensar que lo mantiene incesante y constructivamente activo. Tres términos que expresan con mucha frecuencia la situación del discípulo, en lo que a su naturaleza concierne son: excesiva fatiga, rebeldía emocional y lucidez mental. ¿Cómo encarar el problema? La fatiga física no tiene necesariamente por qué menoscabar la utilidad del discípulo. En muchas personas su estado físico perjudica su trabajo, porque enfocan su atención en la indeseable condición física; los discípulos, sin embargo, poseen en muchos casos la curiosa capacidad de continuar su trabajo a pesar de lo que les ocurra físicamente. El cerebro físico llega a reflejar tanto su vida mental que, esencialmente, no lo afectan las condiciones externas. El discípulo aprende a vivir con sus deficiencias físicas, bajo condiciones adversas, y su trabajo se mantiene en su habitual elevado nivel.

     El problema emocional quizás sea el más difícil. Pero el discípulo sólo puede eliminar su propia autoconmiseración y liberarse de las tormentas emocionales internas que experimente. [i57] Debe reconocer que su integración es muy débil, porque trabaja en dos fases o secciones, [e67]

físico . . . . . . . emocional
y
mental . . . . . . . . . . alma.

     A veces actúa en una, otras, en otra, y por lo general en forma completa. Esta dualidad debe llevarse a una más estrecha relación y de ello debe ocuparse cuando trata de establecer y mantener la necesaria síntesis y la integración alma y personalidad. ¿Cuándo aprenderá el discípulo que esa condición en que se adopta la actitud de "no me importa" y una especie de indiferencia, es uno de los medios más rápidos para liberar al yo de las demandas de la personalidad? Esta actitud de "no me importa" no afectará la disposición del discípulo hacia otras personas. Es la actitud que adopta la personalidad reflexiva e integrada del discípulo hacia el cuerpo astral o emocional, llevándolo a asumir la posición de que nada que produzca reacción, dolor o angustia al cuerpo emocional, tiene importancia. Estas reacciones son simplemente reconocidas, vividas y toleradas, pero no se permite que constituyan una limitación. Todos los discípulos deberían reflexionar sobre lo que acabo de decir. El proceso se basa en la creencia profundamente arraigada de la supervivencia del Ser inmortal dentro del alma y la personalidad.

     Esta comprensión interna aumenta a la par que se desarrolla el poder en la meditación, sea individual o grupal. La meditación es esencial para establecer una interacción recíproca interna más libre -sea como alma en relación con la personalidad, como grupo de discípulos en relación con su Maestro, o entre sí. Podrían preguntar aquí, ¿por qué se considera necesaria esta interacción sensible entre los discípulos del grupo de un Maestro? ¿No es la vida bastante complicada, como para ser también conscientes de las condiciones, personalidades y contactos con el alma, de aquellos con quienes estamos asociados y con los cuales tratamos de caminar juntos como condiscípulos? Quisiera recordarles que como discípulos se están preparando para la iniciación y que esa inminente condición de la conciencia implica tres cosas:[i58]

  1. Creciente percepción y sensibilidad hacia cada experiencia y hacia la vida en todas las formas.

  2. El poder de hacer para otros lo que yo trato de hacer para ustedes; por ahora en escala menor y, posteriormente, en otras vidas, tal como yo lo hago.

  3. El valor y la fortaleza para poder saber todo, comprender todo y amar con paciente sabiduría e invariable sinceridad.

     [e68] Esto será evidente para ustedes. En el trabajo grupal que se les pide a los discípulos participar, se les ofrece la oportunidad de ayudar a despertar las cualidades necesarias como aspirantes a la iniciación, en fecha no muy distante, según consideramos nosotros el tiempo desde el aspecto interno.

     Se ha enseñado siempre que el discípulo o iniciado debe adaptarse a las condiciones en que se encuentra y aprender de ellas y de la situación y del medio ambiente con el cual la vida en el plano físico lo pone en contacto diariamente. Esta es una de las generalidades iniciales del sendero. Sin embargo, en una época fue un concepto nuevo para el aspirante y el discípulo en entrenamiento, como lo es ahora la enseñanza que trato de impartir a mi grupo de discípulos y la oportunidad que quisiera aprovecharan. El entrenamiento desarrollado hasta hoy en los planos internos, sin que el discípulo aceptado se diera cuenta a menudo en su conciencia vigílica, debe ahora ser captado, utilizado y dominado en la conciencia vigílica y en el cerebro físico. En el pasado, el discípulo procuraba establecer relaciones armoniosas con su medio ambiente -la armonía es una de las fuerzas liberadoras que debe preceder a la liberación de la energía a emplearse después de la iniciación. Entonces practicaba la paciencia, la indulgencia y procuraba ser útil, prestando además servicio, todo lo cual se hacía mediante un proceso de correcta conducta externa, basada en la correcta orientación y actitudes internas. Pero de acuerdo al nuevo sistema (necesario en virtud del progreso racial alcanzado), este correcto ajuste externo en la nueva era, debe ir a la par de correctas relaciones internas, conscientemente establecidas, mantenidas y reconocidas por lo que son, por la mente y el cerebro conscientes del discípulo. Por lo tanto, esto implica verdadero conocimiento de la relación grupal interna del discípulo, la penetración espiritual en la vida interna del condiscípulo y la consiguiente y simultánea fusión en el corazón, la mente y el cerebro [i59] del discípulo, de todo lo que se conoce en los planos externos e internos, lo cual no ha sucedido hasta ahora. Ésta es una de las razones principales para la formación de dichos grupos, en lo que a sus miembros individuales concierne. Se logrará gradualmente y sin peligro, mediante la práctica diaria de las meditaciones grupales que asignaré, el renovado interés en el trabajo telepático y el amor más profundo e íntimo que cultiven.

     Tres cosas son de gran importancia y constituyen su responsabilidad individual:

  1. Facilidad de armonizarse. Es esencial, como miembro de [e69] mi grupo, que cultive dos aspectos del "arte de establecer armonía", basado siempre en la atracción amorosa:

  1. Armonía o contacto con el alma, por el cultivo del alineamiento y la correcta meditación.

  2. Armonía o contacto con los hermanos del grupo, lo cual sienta las bases para el trabajo unido y constructivo.

  1. Impersonalidad. ¿Puedo decir algo más sobre este tema? Cualesquiera de los miembros del grupo debe aprender a considerar cuanto diga o sugiera, con un total y cuidadoso desarrollo de la "divina indiferencia". Observe el empleo de la palabra "divina", pues contiene la clave para la actitud necesaria. Es algo muy distinta la indiferencia en la actitud de no me importa, la indiferencia de "evadirse de lo desagradable", desarrollada psicológicamente; tampoco se refiere a la indiferencia de la superioridad, sino a la que acepta todo lo que se le ofrece, emplea lo que es utilizable, aprende lo que puede, pero no lo detienen las reacciones de la personalidad. Esta es la actitud normal del alma o yo, hacia el no-yo. Es rechazar todo prejuicio, preconcebidas ideas estrechas, tradiciones, influencia o trasfondo de la personalidad. Es el proceso de desligarse "del mundo, del demonio y de la carne", de que habla El Nuevo Testamento.

  1. Amor. Es esa actitud incluyente que no censura y esa comprensión magnética que en el trabajo grupal mantiene la integridad del grupo, fomenta el ritmo grupal y no permite que dañen al trabajo grupal los actos o actitudes secundarios de la personalidad.

     [i60] Contacto, impersonalidad y amor, constituyen los tres objetivos individuales que presento a todos y a cada uno de ustedes.

     Los requisitos grupales que debe cumplir y mantener el grupo como tal, son:

  1. Integridad grupal. Ésta deriva de la correcta integración y se refiere al delicado equilibrio que deben mantener los miembros del grupo. Es de tal índole que oportunamente traerá firmeza grupal, liberará al grupo de las "oscilaciones" y le permitirá llevar a cabo en forma ininterrumpida el trabajo e interacción grupales. Se obtendrá si cada uno de los miembros del grupo se ocupa de sus propios asuntos y deja que sus hermanos se ocupen de los suyos; vendrá si mantienen los asuntos personales, las preocupaciones y las dificultades privadas, fuera de la vida [e70] del grupo y si se abstienen de discutir entre ustedes los asuntos y actitudes de cada uno. Esto es de suprema importancia a esta altura del trabajo grupal, pues significará, si lo logran, que pueden mantener la mente apartada de las cosas sin importancia, que sólo conciernen a la vida de la personalidad. Esto significa que la mente estará libre para el trabajo del grupo.

  2. Fusión. Con esta palabra quiero significar la capacidad del grupo para trabajar como unidad. Depende de la adquisición de las correctas actitudes individuales y (cuando trabaja) del desarrollo de la capacidad de perder de vista todo, excepto el profundo amor por sus hermanos y el trabajo que debe realizarse.

  3. Comprensión. Empleo esta palabra refiriéndome a la comprensión que tiene del trabajo que debe emprender. No la empleo en lo que se refiere a su propia actitud o a la de sus hermanos de grupo. Quiero decir que cada grupo trabaje sabia y comprensivamente en la tarea designada, sabiendo que contribuye a este todo existente en la mente del Maestro.

     Integridad, fusión y comprensión. Tal el orden del trabajo y la secuencia del desarrollo. Todos los grupos que trabajan en el mundo externo, en relación con los Ashramas de los Maestros, seguirán ciertas etapas iniciales y finales de su trabajo, las [i61] que serán iguales para todos los grupos, no importa cuál sea el trabajo grupal específico e individual. De esta manera se establecerá una relación intergrupal y se producirá el consiguiente fortalecimiento de los grupos individuales. La tercera etapa del trabajo será especial y particular, distinta para cada grupo, y debe seguirse meticulosamente. Pediré a los distintos grupos que trabajan bajo mi dirección, que se ocupen de los asuntos de su propio grupo, y no hagan conjeturas sobre la índole del trabajo que realizan los demás grupos.

     Delinearé las etapas que se deberán seguir:

ETAPA UNO

     Alineamiento. Contacto con el alma. Equilibrio espiritual. El equilibrio consiste en mantener con firmeza el contacto que se ha establecido con el alma.

  1. Eliminar conscientemente las reacciones personales.

  2. Reconocer que el amor es la expresión de ese contacto con el alma -manifestado por medio de la personalidad. [e71]

  3. Fusionar imaginativamente los rayos del alma y de la personalidad.

     Esto constituye la etapa vertical.

ETAPA DOS

Sigue luego la integración y fusión grupales, llevada a cabo conscientemente:

  1. Relacionarse cada miembro del grupo conscientemente, pronunciando sus nombres y enviándoles amor.

  2. Ver a los miembros del grupo y verse a sí mismo, sin ubicarse en el centro, que forman un círculo de puntos vivientes de luz.

  3. Imaginar que esos puntos de luz se combinan y fusionan para formar un sol radiante, cuyos rayos de luz se extienden a los cuatro puntos cardinales de la tierra.

     Esto constituye la etapa horizontal.

ETAPA TRES

     Considerar detenidamente el propósito y la técnica grupales; la técnica será distinta para cada grupo; sólo se obtendrán resultados si se aplica en forma dinámica e [i62] ininterrumpida la técnica indicada, que nadie debe cambiar, excepto yo.

     Luego de un cuidadoso trabajo durante tres meses, las etapas uno y dos deberían dar, en forma casi instantánea, resultados rápidos y eficaces. Les pido que le presten cuidadosa y paciente atención, para que con el tiempo se conviertan en hábitos estables y no causen molestias ni dificultades. Las etapas iniciales en este tipo de trabajo son de suprema importancia.

ETAPA CUATRO

     Una vez terminado el trabajo especial del grupo, designado en la etapa tres, los miembros procurarán vincularse con los demás grupos, así como se vincularon con los miembros de su propio grupo. Sin embargo, en este caso, los discípulos no se ocuparán del personal de los grupos ni del propio, sino que, como grupos, deben vincular su grupo con los otros. Así asumirán la correcta proporción en sus mentes los conceptos de la ilusión y de la separatividad y se obtendrá la fusión. [e72]

a. A continuación, como grupo, recitar tres veces la Gran Invocación:

"Que las fuerzas de la Luz iluminen a la humanidad.
Que el Espíritu de Paz se difunda por el mundo.
Que el espíritu de colaboración una a los hombres de buena voluntad donde quiera que estén.
Que el poder acompañe los esfuerzos de los Grandes Seres"
.

b. Entonar tres veces la Palabra Sagrada, OM.

c. Finalizar con la plegaria que la personalidad eleva al alma:

"Que las palabras que salen de mi boca y la meditación que brota de mi corazón, sean siempre aceptables a tus ojos, oh Alma, mi Señor y mi Redentor".


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