Astrología Esotérica - Capítulo 7

      


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CAPITULO VII


LOS RAYOS, LAS CONSTELACIONES Y LOS PLANETAS


(Según la Tabulación X)


[e429] [i579] Llegamos a la última parte de nuestro estudio sobre el zodíaco y su relación con los siete rayos. Hemos considerado los signos y sus efectos, y la nueva y profundamente esotérica astrología, que reemplazará en forma gradual a la actual astrología mundana. Al final de este siglo habrá conquistado el lugar que le corresponde en el pensamiento humano, pero hay algo que deben recordar constantemente. Ahora que la guerra ha terminado y los momentos de aguda prueba y tribulación ha llegado a su fin, se producirá un gran despertar espiritual –de calidad y naturaleza actualmente impredecibles. La guerra habrá enseñado a la humanidad muchas lecciones y arrancado la venda que el yo inferior puso sobre los ojos. Los valores que hasta ahora han sido expresados y comprendidos sólo por aquellos cuyos “ojos están puestos en Dios" serán la meta y el deseo de incontables millares; la verdadera comprensión entre hombres y naciones será el objetivo anhelado. Lo que la humanidad decide obtener, siempre lo logra. Constituye una ley oculta, pues el deseo es la fuerza más poderosa en el mundo; el deseo organizado y unificado fue la razón fundamental de los primeros y asombrosos éxitos del Eje. El único factor que puede oponerse triunfalmente al deseo es la Voluntad, empleando la palabra en su significado espiritual y como expresión del primer gran aspecto divino. Muy poca voluntad espiritual organizada fue demostrada por las [i580] Naciones Aliadas, aunque, lógicamente, estaban animadas por el deseo de obtener la victoria y llevar a un fin a este cataclismo mundial omniabarcante, por el deseo de paz y de retornar a la estabilidad, terminar con las guerras de una vez por todas y romper con su constante repetición cíclica, y por un acrecentado deseo de finalizar con el terrible sufrimiento, la crueldad, la muerte, el hambre y el temor, que están estrangulando a la humanidad para acabar con su vida. [e430]


1. La Naturaleza de la Voluntad.


Esta determinación, en la mayoría de los casos, es simple­mente la expresión de un deseo fijo y unido, no el empleo orga­nizado de la voluntad. El secreto de la voluntad consiste en reco­nocer la naturaleza divina del hombre. Sólo esto puede evocar la verdadera expresión de la voluntad. En verdad debe ser evo­cada por el alma, cuando domina a la mente humana y controla a la personalidad. El secreto de la voluntad está también estre­chamente ligado al reconocimiento de la naturaleza inconquis­table de la bondad, y a la inevitabilidad del triunfo final del bien. Esto no es una determinación ni la activación y estimulación del deseo para poder ser trasmutado en voluntad; tampoco es un enfoque implacable, inmutable e inconmovible de todas las ener­gías, por la necesidad de triunfar (los enemigos de las Fuerzas de la Luz son expertos en eso). La victoria para las Naciones Aliadas residió en el esfuerzo por producir este enfoque con ma­yor efecto que del enemigo. El empleo de la voluntad no se expresa mediante una determinación férrea por mantenerse firme y no ceder a las fuerzas del mal. La determinación, el enfoque de la energía y la demostración de un total esfuerzo por la vic­toria, fueron sólo (respecto a las Naciones Aliadas) la expresión de un firme deseo por obtener la paz y terminar con [i581] el desorden. Las masas pueden hacer este tipo de esfuerzo y ambos bandos lo han hecho en este conflicto.


Sin embargo, hay un factor plus, un algo más que le trajo la victoria a los Aliados. Vino por medio de un inconsciente es­fuerzo por expresar y comprender la cualidad de la Voluntad espiritual; la manifestación de esta energía divina hizo que el primer aspecto divino de voluntad o poder, sea lo que es, rasgo característico de la fuerza de Shamballa; esta cualidad es tan diferente, peculiar y distintiva de la divinidad, que ni el Mismo Cristo pudo expresarla con facilidad y comprensión. De allí el episodio de Getsemaní. No me resulta fácil expresar su significación en palabras. Han pasado dos mil años desde el episodio de Getsemaní, y desde que Cristo estableció el primer contacto con las fuerzas de Shamballa; por este medio y en bien de la humanidad, estableció una relación que, después de XX siglos, sólo es una frágil y débil línea de energía vinculadora.


Sin embargo, esta fuerza de Shamballa está disponible para ser empleada correctamente, pero el poder de expresarla reside [e431] en su comprensión (hasta donde sea posible en este punto medio. de la evolución humana) y su empleo grupal. Es una fuerza unificadora sintética, pero puede ser utilizada como una fuerza regimentadora y estandarizante. Permítaseme repetir las dos palabras clave para el empleo de la energía de Shamballa: Empleo y Comprensión grupales.


El género humano ha tenido mucha dificultad en compren­der la significación del Amor. Si esto es así, su problema en relación con la Voluntad será lógicamente aún más difícil. Para la vasta mayoría de los hombres el verdadero amor constituye sólo una teoría. El amor (como generalmente lo interpretamos) se expresa como bondad, pero es una bondad hacia el aspecto forma de la vida y de las personalidades que están a nuestro alrededor, y se satisface a sí mismo a menudo mediante el deseo de cumplir [i582] con nuestras obligaciones, y sin obstruir en forma alguna esas actividades y relaciones que tienden al bienestar de nuestros semejantes. Se expresa por el deseo de terminar con los abusos y lograr mundialmente condiciones materiales más felices; se demuestra en amor materno y entre amigos, pero raras veces como amor entre grupos y naciones. El amor es el tema de la enseñanza cristiana, así como la voluntad divinamente expresada constituirá el tema de la futura religión mundial, siendo el impulso que subyace en gran parte del buen trabajo realizado en los campos de la filan­tropía y del bienestar humano, pero, en realidad, el amor no ha sido nunca expresado -excepto por el Cristo.


Si esto es así quizás me preguntarán, ¿ por qué hago tanto hin­capié sobre este superior aspecto divino? ¿ Por qué no esperar hasta que sepamos algo más sobre el amor y cómo manifestarlo en nuestro medio ambiente? Porque, en su verdadera expresión, la Voluntad es necesaria hoy como fuerza propulsora y expulsora, y como agente clarificador y purificador.


El primer registro de las palabras que el Cristo pronunció a Su madre fueron (símbolo del aspecto sustancia de la divinidad) “¿ No sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Esos asuntos que Él relacionó con el primer aspecto divino, la Mónada o aspecto Padre, fue llevar a cabo el propósito y cumplir la intención, la voluntad y el propósito de Dios. Su segunda enun­ciación fue pronunciada durante el Bautismo, en el Jordán, cuando dijo a Juan el Bautista: “Deja que esto sea así, pues nos corres­ponde cumplir con toda rectitud”. Aquí, en esta segunda inicia­ción –que simboliza la conquista del deseo—, el Cristo penetra en el reino de la realización, del cumplimiento y de la correcta actividad planeada. Su propio deseo personal (necesariamente de [e432] orden superior, debido a Su elevado grado de evolución) sustituye a la Voluntad divina. Nuevamente, al [i583] final de Su vida, en la experiencia de Getsemaní, exclama: “Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha”. Aún entonces, incluso para Él, era casi im­posible poder expresar plenamente la voluntad, porque todavía estaba consciente del inherente dualismo de Su posición y del contraste entre Su voluntad y la voluntad de Dios. En estas tres enunciaciones, Cristo demostró Su reconocimiento de los tres as­pectos emergentes de la vida, la cualidad y la energía de Sham­balla:


  1. La Voluntad que condiciona el aspecto vida.

  2. La Voluntad que trae el cumplimiento de correctas relaciones humanas.

  3. La Voluntad que, finalmente, conquista a la muerte.


Estos tres aspectos están relacionados con las tres expresiones divinas de espíritu, alma y cuerpo, o vida, conciencia y forma, o vida, cualidad y apariencia. Este aspecto de la expresión de la vida del Cristo nunca ha sido debidamente estudiado, sin embar­go, aunque sea una pequeña captación y comprensión de ese as­pecto, ayudaría a la humanidad a hacer retroceder el mal (indi­vidual. grupal y planetario) al lugar de donde vino y también a liberar a la humanidad del terror que ahora acecha en todas partes, desafiando a Dios y al hombre.


Por lo tanto, la energía de Shamballa es aquello que está re­lacionado con la vivencia (por medio de la conciencia y de la forma) de la humanidad; no es necesario que consideremos su relación con el resto del mundo manifestado; concierne al esta­blecimiento de correctas relaciones humanas, y constituye esa condición de ser que, oportunamente, niega el poder de la muerte. Por lo tanto, es el incentivo y no el impulso, es el propósito rea­lizado y no la expresión del deseo. El deseo asciende desde y a través de la forma material; la voluntad desciende a la forma, doblegándola conscientemente al propósito divino. Uno [i584] es invo­cador, la otra evocadora. Cuando el deseo está acumulado y en­focado, puede invocar a la voluntad; cuando la voluntad es evo­cada, da fin al deseo y se convierte en una fuerza inmanente, propulsora e impulsora, estabilizando, clarificando y finalmente -entre otras cosas- destruyendo. Es mucho más que esto, pero, en la actualidad, es todo lo que el hombre puede comprender, pa­ra lo cual posee ya el mecanismo de comprensión. Esta voluntad -despertada por la invocación- debe ser enfocada en la luz del [e433] alma y dedicada a servir los propósitos de la luz y establecer correctas relaciones humanas, que deben ser aplicadas (con amor) para destruir todo lo que obstaculiza la libre afluencia de la vida humana y está produciendo la muerte (espiritual y real) de la humanidad. Esta Voluntad debe ser invocada y evocada.


No me refiero aquí a una de las dos Grandes Invocaciones ni a la tercera que ha sido dada últimamente, sino a la concien­cia enfocada de hombres y mujeres de buena voluntad, cuyas vi­das están condicionadas por la voluntad de llevar adelante con amor los propósitos de Dios, que tratan de comprender altruistamente esos propósitos y no temen a la muerte.


Hay dos grandes impedimentos para la libre expresión de la fuerza de Shamballa en su verdadera naturaleza. Uno, es la sensibilidad de la naturaleza inferior a su impacto, y su consi­guiente prostitución para fines egoístas, como en el caso del sensitivo y negativo pueblo alemán, y el empleo por parte de las naciones del Eje para fines materialistas. El segundo es la oposición bloqueadora, obstaculizadora, confusa pero masiva, de los pueblos bien intencionados del mundo, que hablan vaga y bellamente sobre el amor, pero se niegan a considerar las técni­cas de la voluntad de Dios en acción. Según ellos nada tiene que ver personalmente con esa voluntad, y se niegan a reconocer que Dios ejerce Su voluntad por intermedio de los hombres, así [i585] como también Él trata de expresar Su amor a través de ellos; no creen que esa voluntad pueda expresarse mediante la destrucción del mal, con todas sus consecuencias malignas. Tampoco pueden creer que un Dios de Amor emplee el primer aspecto divino para des­truir las formas que obstruyen la libre actuación del espíritu di­vino; esa voluntad no debe infringir el concepto que ellos tienen del amor. Tales personas son individualmente de poco valor e importancia, pero su negatividad masiva constituyó un real de­trimento para dar fin a la guerra, así como la negatividad masiva del pueblo alemán y su incapacidad de emprender la correcta acción, cuando los propósitos de Hitler fueron descubiertos, hi­cieron posible la gran afluencia del antiguo y enfocado mal, que trajo al hombre la actual catástrofe. Tales personas, similares a una piedra de molino atada al cuello de la humanidad, malogran el verdadero esfuerzo, susurrando “Amemos a Dios y amémonos mutuamente”, pero no hacen nada más que repetir plegarias y necedades, mientras la humanidad agoniza.


Fácilmente podrán apreciar el hecho de que la evocación de la energía de la voluntad y su efecto sobre las personas sin prepara­ción y materialistas, podría ser y sería un desastre. Serviría [e434] simplemente para enfocar y fortalecer su propia voluntad inferior, nombre dado a determinados deseos satisfechos. Entonces podría crear una fuerza tan impulsora, dirigida hacia fines egoístas, que las personas se convertirían en monstruos de maldad. En la historia de la raza, una o dos personalidades avanzadas han hecho esto con terribles resultados, tanto para ellos como para los pueblos de su época. Uno de estos personajes de la antigüedad fue Nerón; el ejemplo más moderno fue Hitler. Sin embargo, el que este último fuera un enemigo tan peligroso para la familia humana, hizo que la humanidad, durante los últimos dos mil años, haya avanzado hasta un punto en que también puede responder a ciertos aspectos de esta fuerza de primer [i586] rayo. Por lo tanto, Hitler encontró aso­ciados y colaboradores que añadieron su receptividad a la suya, de manera que todo un grupo se convirtió en agente que respondía a la energía destructora expresada en su aspecto más inferior. Esto les permitió trabajar sin piedad poderosa, egoísta, cruel y exitosamente, en la destrucción de todo lo que trataba de impe­dir sus proyectos y deseos.


Sólo existe una manera por la cual la enfocada maligna vo­luntad, debido a que puede responder a la fuerza de Shamballa, puede también ser superada, y ello, oponiendo una voluntad es­piritual igualmente enfocada, demostrada por hombres y mujeres de buena voluntad que responden y pueden entrenarse para llegar a ser sensibles a este tipo de nueva energía entrante y aprender a invocarla y evocarla.


En consecuencia, podrán ver que en mi mente había algo más que el uso casual de una palabra común, cuando consideré los términos buena voluntad y voluntad al bien. Mantuve en mis pensamientos no sólo la bondad y la buena intención, sino la en­focada voluntad al bien que puede y debe evocar la energía de Shamballa y utilizarla para detener las fuerzas del mal.


Comprendo que esta idea es relativamente nueva para muchos lectores; para otros significará poco o nada; algunos podrán tener débiles vislumbres de este nuevo acercamiento y servicio a Dios que puede y debe hacerse, repito, para reconstruir y reha­bilitar al mundo. Quisiera indicar aquí, que sólo se entra en contacto con el aspecto voluntad desde el plano mental y, por lo tanto, quienes trabajan con la mente y por intermedio de ella, pueden empezar a apropiarse de esta energía. Aquellos que tra­tan de evocar la fuerza de Shamballa se están acercando a la energía del fuego. El fuego es el símbolo y la cualidad del plano mental y también un aspecto de la naturaleza divina, aspecto sobresaliente [i587] de la guerra. El fuego, producido por medios físicos [e435] y por la ayuda del reino mineral, fue el elegido y amenazante gran medio de destrucción en esta guerra; y dio cumplimiento a la antigua profecía de que la tentativa de destruir a la raza Aria sería por medio del fuego, así como la antigua Atlántida fue destruida por el agua, pero, la ardiente buena voluntad y el uso enfocado y consciente de la fuerza de Shamballa, pueden contra­rrestar el fuego con el fuego, y esto debe hacerse.


No puedo decirles mucho más sobre este tema, hasta haberlo estudiado durante un tiempo, tratando de comprender el empleo de la voluntad, su naturaleza, propósito y relación con lo que en­tienden por voluntad humana. Deben reflexionar sobre cómo debe­ría ser empleada y de qué manera los aspirantes y discípulos, mentalmente polarizados, podrían enfocar esa voluntad y hacerse cargo, sin peligro, de la responsabilidad de emplearla inteligentemente. Después, cuando conozcan más al respecto, les proporcio­naré mayor conocimiento sobre la materia. Sin embargo, quisiera hacer una sugerencia práctica. ¿No se podría organizar un grupo que tomara este asunto como tema de meditación, y tratara de capacitarse –por medio de la correcta comprensión— para ha­cer contacto con la energía de Shamballa y aplicarla? ¿No sería posible elaborar gradualmente el tema de la revelación de la vo­luntad divina, para que el tópico general pueda estar preparado para presentarlo al público reflexivo cuando llegue verdadera­mente la paz? Muchas cosas se han de considerar a este respecto. Tenemos la demostración de los tres aspectos de la voluntad, tal como han sido enumerados anteriormente: la preparación del individuo para expresar esta energía; una madura consideración de la relación de la Jerarquía con Shamballa, llevada a cabo a medida que los Maestros tratan de desarrollar el propósito di­vino y ser Agentes distribuidores de la energía de la voluntad. Además tenemos que hacer el esfuerzo para comprender algo de la naturaleza del [i588] primer aspecto y su impacto directo sobre la conciencia humana, aparte de todo el centro jerárquico -un im­pacto hecho sin ningún proceso de absorción ni aminoración, al cual lo somete la Jerarquía. En otra parte me he referido a este contacto directo, que puede ser más directo y completo cuando haya mayor seguridad, como resultado de un acercamiento humano más comprensivo.


Una de las causas de la Segunda Guerra Mundial consistió en el establecimiento de un contacto prematuro -un contacto hecho por ciertas mentes egoístas, de cualidad relativamente elevada, ayudadas por la Logia Negra. Para contrarrestar esto y, opor­tunamente, eliminar la influencia de las fuerzas oscuras de [e436] nues­tro planeta, debe haber un empleo consciente y activo de las fuer­zas de Shamballa por la Logia Blanca, ayudada por hombres y mujeres cuya voluntad al bien es suficientemente fuerte como para salvaguardarlos del peligro personal en su Trabajo, y de ser desviados hacia líneas erróneas y peligrosas. Esta ayuda nece­sita ciertos contactos e interacción definidos y planeados, entre los dos centros: la Humanidad y la Jerarquía. Cuando esté se haya establecido mejor, podrá haber una cooperación real y orga­nizada, y los miembros de los dos grandes centros “unirse en in­tención masiva , lo cual será la analogía, en el plano mental, de la intención masiva del público en general, cuyos labios y corazo­nes poseen el poder de la demanda. A esta demanda puede aña­dirse la voluntad enfocada de los pensadores e intuitivos mun­diales, que utilizarán sus mentes y cerebros para reafirmar los derechos.


Debido a que estaba involucrado el aspecto voluntad, procuré que el último punto a considerar sobre los siete rayos fuera: Los Rayos, las Constelaciones y los Planetas, tal como se dan en la Tabulación X. La interrelación dada concierne al primer aspecto de la voluntad, como ya he [i589] indicado. El análisis de esta clasifica­ción completará nuestra consideración de la astrología esotérica.


Las siete estrellas de la Osa Mayor son las fuentes originan­tes de los siete rayos de nuestro sistema solar. Los siete Rishis de la Osa Mayor se expresan por medio de los siete Logos pla­netarios, que son Sus representantes, y de quienes son Su Pro­totipo. Los siete Espíritus planetarios se manifiestan por inter­medio de los siete planetas sagrados.


Cada uno de estos siete rayos, provenientes de la Osa Mayor, son trasmitidos a nuestro sistema solar por intermedio de tres constelaciones y sus planetas regentes. La siguiente tabulación aclarará esto, pero debe ser interpretada sólo en términos de la actual vuelta de 25.000 años de la gran rueda zodiacal.


2. Varios Aspectos de la Voluntad.


Tenemos ahora la difícil tarea de considerar un aspecto de la manifestación divina, poco evidente aún en el plano físico, que carecemos de la palabra exacta para expresarlo, y los términos disponibles inducen análogamente a error. Sin embargo, inten­taré proporcionarles ciertos conceptos, relaciones y paralelos que puedan servir para concluir esta parte sobre astrología y sentar las bases para la futura enseñanza, alrededor del año 2025. Por [e437] este método vendrá toda revelación. Se da un pensamiento; se describe un símbolo; se delinea una idea. Entonces, a medida que las mentes de los hombres reflexionan sobre ellos y los intui­tivos del mundo captan el pensamiento, sirve como pensamiento simiente que, oportunamente, fructifica mediante la presentación y el despliegue de una revelación que sirve para que la raza de los hombres se acerque más a su meta. [i590]


TABULACIÓN X


Rayos Constelaciones       Planetas Ortodoxos Planetas esotéricos

    Aries   El Carnero Marte Mercurio
1ro. Voluntad o Poder Leo   El León El Sol El Sol
    Capricornio   La Cabra Saturno Saturno

    Géminis   Los Gemelos Mercurio Venus
2do. Amor-Sabiduria Virgo   La Vigen Mercurio La Luna
    Piscis   Los Peces Júpiter Plutón

    Cáncer   El Cangrejo la Luna Neptuno
3ro. Inteligencia Activa Libra   La Balanza Venus Urano
    Capricornio   La Cabra Saturno Saturno

    Tauro   El Toro Venus Vulcano
4to. Armonía a través del Conflicto Escorpio   El Escorpión Marte Marte
    Sagitario   El Arquero Júpiter La Tierra

    Leo   El León El Sol El Sol
5to. Ciencia Concreta Sagitario   El Arquero Júpiter La Tierra
    Acuario   El Portador de Agua Urano Júpiter

    Virgo   La Vigen Mercurio La Luna
6to. Devoción Idealismo Sagitario   El Arquero Júpiter La Tierra
    Piscis   Los Peces Júpiter Plutón

    Aries   El Carnero Marte Mercurio
7mo. Orden Ceremonial Cáncer   El Cangrejo la Luna Neptuno
    Capricornio   La Cabra Saturno Saturno


Estamos considerando la expresión de la fuerza de Shamballa en términos de Voluntad, es decir, del propósito divino, latente en la mente de Dios desde Los principios del tiempo y en los albores de la creación. Esa idea existe total y completa en la mente de [e438] Dios. En la manifestación es una actividad gradual evolutiva, autorreveladora y manifestada. Conocemos algo del aspecto inte­ligencia de Dios, que está revelado en la actividad viviente de la sustancia. Lentamente vamos aprendiendo algo respecto al amor de ese Gran Pensador, y su revelación ha llegado a la etapa en que la mente humana puede comparar su [i591] método de activi­dad viviente con el amor de la Deidad visualizado y sentido, ex­presado hasta ahora por el deseo de correctas relaciones humanas y el correcto trato de todo lo que no es humano. Acerca de la voluntad y el propósito de Dios, la humanidad nada sabe, porque la voluntad individual o la voluntad humana colectiva, que podría actuar como intérprete revelador y también servir como método de contacto, está dedicada al egoísmo y es ciega a los nive­les más elevados de la expresión divina. La así llamada acepta­ción de la voluntad de Dios, por el género humano, está basada en su vida de deseo, en su negatividad y en la visión de los santos, cuya nota clave fue la sumisión, y su punto de contacto espiritual más elevado estaba matizado por el dualismo y condi­cionado por los métodos humanos de interpretación.


De acuerdo al método ocultista, debemos comenzar por lo universal y el todo; a su tiempo, lo individual y lo particular serán revelados, pero siempre en relación con el todo. Debería ser posible, mediante un estudio de los siete rayos, de sus constelacio­nes relacionadas y sus agentes transmisores, los planetas, obtener una idea general de la afluencia de la energía de Shamballa, como propósito emergente en el plano físico.


Anteriormente, me he referido a las tres expresiones prin­cipales del aspecto voluntad. Tenemos la voluntad, como condi­cionador del aspecto vida. Esto no se refiere a ciertos aconteci­mientos u ocurrencias, sino a la naturaleza de las manifesta­ciones de la vida en cualquier ciclo, a través de cualquier nación o raza, en lo que concierne a la humanidad, y se refiere, además, a las amplias líneas generales que, en un momento dado en el planeta, determinan el progreso de la evolución de las formas que tienen básicamente que ver con la fuerza y la persistencia de la vida, que al manifestarse crea esas condiciones externas cualificadas y expresadas en términos de vida, cualidad y aparien­cia. La palabra vida, en esta triplicidad de términos, se refiere a la vida tal como [i592] la humanidad la comprende. Aquí me refiero a la palabra vida que H. P. B. considera como la que sintetiza espíritu, alma y cuerpo. (La Doctrina Secreta, T. I) En realidad, es esa cuarta Cosa indefinida que está detrás de toda manifes­tación, objetos, expresiones cualificadas de la divinidad, [e439] insinua­da en El Bhagavad Gita con las palabras: “Habiendo compene­trado todo el universo con un fragmento de Mi Mismo, Yo permanezco.”


Después tenemos la voluntad que lleva a la realización, base de todas las relaciones y procesos de interrelación en nuestro sistema solar y (en lo que a la humanidad respecta) en el pla­neta. Es el principal factor responsable de la inevitabilidad de la culminación divina; la causa de la fructificación de todas las formas en todos los planos, y de la intención divina, y lo que está detrás de la conciencia misma. No encuentro palabras para expresar esto y lo dicho resulta totalmente inadecuado. Existe un reflejo vago e incierto de este cumplimiento de la voluntad, en la alegría de la realización, tal como lo registra el ser humano que ha hallado lo que su corazón desea. Largos procesos de evo­lución y una extensa experiencia de la actividad viviente de la voluntad de Dios, como Vida, preceden a esta realización. Este concentrado esfuerzo evolutivo y propósito indesviable, ha exi­gido mucho más que el deseo y aún más que la voluntad de estar activo. Existe una realización cumplida desde el mismo comienzo, porque la divina voluntad de realizar precede al es­fuerzo creador. Es la síntesis de la creación o esfuerzo persistente, adhesión a la visión y sacrificio total, y todos ellos en términos de la divina experiencia experimentada, si puedo formular así la idea. Recuerden, por lo tanto, que a través de todas estas expe­riencias de la voluntad divina corre el hilo de una síntesis rea­lizada. Esto es algo más que cohesión en tiempo y espacio, es más [i593] que el principio de privación, del cual habla H. P. B., y también más que la limitación autoimpuesta. Es el fin visto desde el principio, el Alfa y el Omega, produciendo el todo completo y la perfecta fructificación de la voluntad divina.


Finalmente, constituye la voluntad que conquista a la muerte. Tampoco esto debe ser interpretado en términos de muerte, tal como afecta a la naturaleza forma de la manifestación. La tónica de la síntesis y del triunfo -realizada y completada- persiste detrás de todo lo que podemos reconocer como muerte. Esta vo­luntad es el principio de la historia, de la meta final de la vida cuando se logra la fructificación es el triunfo final unido o la conformidad unificada, con un propósito previsto hace tiempo del espíritu-materia, vida-forma, más ese algo que cons­tituye el sueño y la ¡neta y con el cual entran en contacto los más altos iniciados de la Jerarquía -la revelación secreta de Shamballa. Nada más puedo decir. Si el Cristo Mismo está [e440] esfor­zándose por adquirir ese conocimiento, nosotros sólo podemos ha­cer conjeturas.


En estas pocas palabras he tratado de dar una idea de una vasta comprensión subjetiva. Lo que insinúo es en realidad el objetivo de ese “interminable Camino del cual el Nirvana es la puerta abierta” -el Camino que conduce a la evolución superior, para el cual nuestro proceso evolutivo prepara al género humano. Señalo la meta de todo esfuerzo jerárquico. La humanidad está tan preocupada con la actitud y el esfuerzo de la Jerarquía, res­pecto al bienestar y guía humanos, que la meta de los esfuerzos de los Maestros de Sabiduría es lógicamente pasada por alto. En realidad, no le concierne al hombre. Sin embargo, la imagen del Plan divino, tan a menudo destacada en los libros y por los instructores ocultistas, está desfigurada, a no ser que se comprenda que así como la humanidad se esfuerza hacia la Jerarquía, Ella se esfuerza hacia Shamballa. El Antiguo Comentario dice: [i594]


“Quien puede ver la luz oscura de Shamballa, penetra hasta lo que está más allá de nuestra pequeña esfera, aquello que puede ser presentido detrás del triángulo sagrado (Venus, Mercurio, la Tierra. A. A. B.) Allí existe el punto de fuego radiante que brilla dentro del ojo (Tauro), que arde sobre la cima de la montaña (Capricornio) y que el agua no puede apagar (Acuario). Son los tres sagrados”.


Al considerar los siete rayos, tal como están delineados en la Tabulación X, deben recordar que los observamos como expresio­nes de esta triple voluntad. Los siete rayos los hemos estudiado algo detalladamente en mis libros, desde el ángulo de la concien­cia y desde el punto de vista en que producen cambios y expansio­nes de conciencia en el hombre, en las naciones y en las razas. Ahora, dentro de lo posible, consideraremos estos rayos a medida que vayan expresando la actividad viviente y pura de la Deidad, cuando se realiza a Sí misma en la manifestación como incentivo puro, energía impersonal dirigida, e instinto divino, siendo este último una mezcla de fuerza instintiva y energía intuitiva. Po­dría decirse, a quienes poseen cierto grado de percepción esoté­rica, que esta Vida sintética, por ser cósmica, emana de los pla­nos cósmicos y no del sistema. De allí la dificultad de compren­derla:


  1. La voluntad condicionadora es la síntesis de la vida del plano físico-cósmico, del cual nuestros siete planos son los siete subplanos. Por lo tanto, mientras la conciencia humana no se [e441] haya expandido más de lo que está ahora, el hombre no podrá comprender tal realización sintética.


  2. La voluntad que trae realización es el divino incentivo [i595] (pues impulso no es el término apropiado) del plano astral cósmico.


  3. La voluntad que conquista a la muerte es una emanación del plano mental cósmico.


Desde estos tres planos cósmicos (abarcando la personalidad sa­grada de los Logos solar y planetario) llegan las energías unidas de las tres constelaciones que controlan y energetizan a nuestro sistema solar: La Osa Mayor, las Pléyades y Sirio, actúan por intermedio de los siete rayos y éstos a su vez se expresan por intermedio de las doce constelaciones que forman la gran rueda zodiacal. Los Señores o Poderes Regentes de estas doce fuentes de luz y vida aminoran la potencia de estas tres energías mayores para que nuestro Logos solar pueda absorberlas; ellas se desintonizan los aspectos de las tres Potencias que no son ade­cuadas a nuestra vida del sistema, en este punto del proceso evolutivo, así como la Jerarquía desintoniza o aminora, sobre nues­tro pequeño planeta, las energías provenientes de Shamballa. Estas tres energías mayores, se expresan en forma misteriosa por intermedio de los siete rayos, así como todas las triplicidades se subdividen en septenarios, conservando sin embargo su iden­tidad. Estas siete energías que emanan de las tres mayores y son trasmitidas por conducto de las doce constelaciones, están cor­porificadas en los siete planetas sagrados y representadas en nuestra Tierra por los siete Espíritus ante el trono de Dios (el símbolo de la síntesis). Esta grandiosa interrelación está perso­nificada en el gran proceso de: Transmisión, Recepción, Absorción, Relación y Actividad Viviente. El método es de Invocación y Evocación. Ambas frases contienen uno de los indicios más importantes de todo el proceso evolutivo, la clave para el enigma del tiempo y del espacio y la solución de [i596] todos los problemas. Pero el factor más importante consiste en que toda la cuestión cons­tituye la expresión de la Voluntad enfocada.


Al considerar este proceso, quisiera que estudiaran la Tabu­lación X, la cual es una forma simbólica que encierra lo que trato de impartir. Señalaré que el aspecto voluntad -tal como está personificado en los rayos y trasmitido por las constelacio­nes- actúa destructivamente cuando se concentra a través de un planeta ortodoxo y constructivamente cuando se concentra a través de un planeta esotérico. He aquí la guía secreta de la sig­nificación de la muerte y de la inmortalidad. Esto es algo que el [e442] astrólogo común será incapaz de comprobar, porque los ciclos involucrados son demasiado extensos, sin embargo, puede captar intuitivamente la probabilidad de mi proposición. Volveré a recordarles que nuestro tema es el plan, el propósito y la voluntad divinos, no la evolución de la conciencia o del segundo aspecto de la divinidad. Concierne al espíritu y no al alma. Trata de for­mular en cierta medida la vida del Padre, la voluntad de la Mó­nada y el propósito del Espíritu. En éstos (los tres aspectos de la voluntad) está germinando la simiente del próximo sistema solar, el tercero, y la fructificación de la Manifestación de la Per­sonalidad del Logos. Por lo tanto, es necesario interpretar los siete rayos en términos de voluntad y no de amor o conciencia. Esto es lo que trataremos de hacer ahora.


1er. RAYO. - La energía de Voluntad o Poder. Este rayo está destacadamente relacionado con ese aspecto de la voluntad que conquista a la muerte, sin embargo, es el Rayo del Destructor. Sobre esto les recordaré que la actitud humana de que la muer­te es el destructor, presenta un punto de vista limitado y erró­neo. El primer rayo destruye a la muerte, porque en realidad no existe tal cosa; ese concepto es parte de la Gran Ilusión, una limitación de [i597] la conciencia humana, y está básicamen­te relacionado con el cerebro y no con el corazón, por ex­traño que parezca. Es, en un verdadero sentido, “una ficción de la imaginación”. Cavilen sobre esto. La abolición de la muerte y la destrucción de la forma es una manifes­tación de primer rayo, que en realidad trae la muerte de la negación e inaugura la verdadera actividad. Es la ener­gía que puede ser llamada “incentivo divino”; es la vida que reside en la simiente, que destruye sucesivamente to­das las formas, a fin de que pueda efectuarse la fructifi­cación final. Ésta es la clave del primer Rayo. Es la Voluntad de Iniciar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su más elevada realización es la iniciación.


2do. RAYO. - La energía de Amor-Sabiduría. Esta energía fun­damental es la voluntad de unificar, sintetizar, lograr cohe­rencia y atracción mutua y establecer relaciones, pero -re­cuerden esto- son relaciones totalmente independientes de la conciencia de la relación o la realización de la unidad. Es la unificación tal como se ve desde el principio, que existe siempre y eternamente en la Mente de Dios, Cuya voluntad abarca el pasado, el presente y el futuro y Cuya [e443] mente no piensa en términos de evolución o de proceso. El proceso es inherente a la simiente; el anhelo de evolu­cionar acompaña inevitablemente la vida en manifestación. Es la Voluntad de Unificar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es la visión mística.


3er. RAYO. - La energía de Inteligencia Activa. Es la volun­tad del propósito condicionado. Los factores que se desa­rrollan por su intermedio llevan a cabo enérgicamente el plan reconocido, con una meta inteligente, [i598] concebida con un incentivo activo, que lleva adelante el proceso inteli­gentemente, por la fuerza de su propio impulso. Vuelvo a recordarles que no me refiero a la conciencia humana, sino a la totalidad de esa empresa que supedita a la materia y la adapta a la idea básica en la mente de Dios. Pero nin­gún ser humano es aún capaz de concebir esa idea. Nadie sabe cuál es la voluntad de Dios ni la naturaleza de Su pro­pósito inteligente. Es la Voluntad de Evolucionar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es la educación, o el desarrollo progresivo por me­dio de la experiencia.


4to. RAYO. - La energía de Armonía a través del Conflicto. Ésta es fundamentalmente la voluntad de destruir las li­mitaciones, que no es lo mismo que la voluntad de destruir la negación, como en el caso del primer rayo, pero es un aspecto similar a ése. No me refiero al aspecto conciencia que reconoce y se beneficia de esa lucha, sino a la energía inherente a todas las formas, y particularmente fuerte en la humanidad (porque el hombre es autoconsciente), que produce, ineludible e inevitablemente, la lucha entre la vida y lo que ha elegido como limitación; esto oportunamente destruye o rompe esa limitación en el momento en que se logra una verdadera armonía o unificación. Esotéricamente podría decirse que cuando la forma (limitación) y la vida se equilibran, aparece inmediatamente una brecha, y a través de ella fluye una fresca emanación de la voluntad. Cristo tuvo que morir porque había logrado la armonía con la voluntad de Dios, entonces, “el velo del Templo se rasgó en dos de arriba a abajo”. Aquí aparecerá la signi­ficación de esta fresca [i599] emanación de la Voluntad; el esce­nario está preparado para una nueva y fresca actividad del principio viviente. En lo que a la humanidad se refiere, [e444] las “simientes de la muerte” emergen por intermedio de este rayo, y la inexorable parca, la muerte, no es más que un aspecto de la voluntad, condicionado por el cuarto rayo que emerge del cuarto plano. La muerte es un acto de la intuición, trasmitido por el alma a la personalidad y que, luego, de acuerdo a la voluntad divina, lo lleva a cabo la voluntad individual. Ésta es la Voluntad de armonizar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es la intuición, cuando se expresa a través de la actividad grupal. Siempre la muerte libera al individuo para que entre en el grupo.


5to. RAYO. - La energía de la Ciencia Concreta o Conoci­miento. Para comprender esta expresión de la voluntad divina, el estudiante debe recordar el aforismo ocultista que dice “materia es espíritu en el punto inferior de la ma­nifestación y espíritu es materia en su punto más elevado”. Básicamente, esta voluntad puede producir concreción y, sin embargo, al mismo tiempo constituir el punto donde espíritu y materia se equilibran y equiparan. Ésta es la razón de por qué la perfección humana se lleva a cabo cons­cientemente en el plano mental, el quinto plano; esto lo lleva a cabo el quinto rayo, y en ese plano tiene lugar la liberación, al recibir la quinta iniciación. Ésta es la volun­tad inherente a la sustancia, y pone en actividad a todos los átomos con los cuales están construidas las formas. Tam­bién está estrechamente relacionada con el primer sistema solar, aunque va liberando a esos miembros de la familia humana que constituirán el núcleo alrededor del cual se cons­truirá el tercer sistema solar. La energía de este rayo es inteligencia; es la simiente de la conciencia, pero no de la conciencia como la entendemos nosotros; es la vida [i600] inhe­rente a la materia y la voluntad para trabajar inteligen­temente; es ese algo viviente para lo cual no tenemos deno­minación, producto del primer sistema solar. Constituye uno de los principales haberes de Dios, el Padre, y también de la Mónada humana. Es la Voluntad de Actuar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su más elevada expresión es la liberación -por medio de la muerte o la iniciación.


6to. RAYO. - La energía de la Devoción o del Idealismo. Es la voluntad que personifica la idea de Dios. Proporciona el poder motivador que se halla detrás de la actuación de lo [e445] que pueda ser el propósito de la creación. No tenemos aún ni la más mínima idea de lo que ese- propósito puede ser. Un ideal está relacionado con el aspecto conciencia, en lo que a los seres humanos se refiere. Una idea se relaciona con el aspecto voluntad. Este rayo personifica una potencia dominante. Expresa el deseo de Dios y es la energía básica que emana del plano astral cósmico. Oculta el misterio que contiene la relación entre la voluntad y el deseo. El deseo se relaciona con la conciencia. La Voluntad no. Sin em­bargo, no estamos considerando la conciencia, sino esa fuer­za impersonal que impulsa adelante a través de los siete planetas de nuestro sistema solar y hace de la idea de Dios un hecho consumado en el Eterno Ahora. ¿Significa algo este enunciado para ustedes? Presumo que muy poco; es ]a enunciación básica de una realidad oculta, respecto a la energía cuando se expresa en forma excepcional y peculiar, por intermedio de la humanidad. Recordaré aquí un enun­ciado de La Doctrina Secreta, “una idea es un Ser incorpó­reo que no se sustenta por sí misma, pero da figura y forma a la materia informe y se convierte en la causa de la ma­nifestación”. Esta afirmación nos lleva directamente a Dios [i601] Padre, a la Mónada, al Uno. En consecuencia, está rela­cionada con la Voluntad y no con la conciencia. La con­ciencia es en sí el reconocimiento de un plan progresivo. La Voluntad es la causa, el Principio energetizante, la Vida, el Ser. Ésta es la Voluntad de Causar.

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es el idealismo, el incentivo y la causa de la acti­vidad humana.


7mo. RAYO. - Es la energía de Orden Ceremonial. Constitu­ye una expresión de la voluntad que impele hacia la ma­nifestación externa; contiene en sí la periferia y el punto en el centro. Es la voluntad para “la síntesis ritualista”, si puedo expresarlo así; la Necesidad es el principal factor condicionante de la naturaleza divina -la necesidad de expresarse a sí mismo; la necesidad de manifestarse en forma rítmica y ordenada; la necesidad de abarcar “lo que está arriba y lo que está abajo” y, por medio de esa acti­vidad, producir belleza, orden, perfectas totalidades y co­rrectas relaciones. Es la energía impulsora que emana del Ser cuando aparece, toma forma y vive. Es la Voluntad de Expresar. [e446]

Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es la organización.


En los enunciados que anteceden, respecto a los rayos, pueden ver que todo el círculo de su actividad es completo desde el ángulo de Dios, el Padre; la voluntad para iniciar la manifes­tación y su expresión progresiva resultante, se une con la voluntad para lograr la plena realización y la energía del Ser mismo -llega hoy en tiempo y espacio (en la mente de Dios) a la plena consumación. [i602]


3. Las Notas Claves de los Siete Rayos y el Aspecto Voluntad.


Las notas claves de los siete rayos, debido a que consti­tuyen la revelación de los siete Grandes Seres, son:


Iniciación. Unificación. Evolución. Armonización. Ac­ción. Causación. Expresión.


Éstas son las notas clave para la humanidad, en su punto actual de desarrollo evolutivo; cuando estas siete energías ac­túan en la conciencia humana, en un esfuerzo por producir y evocar el aspecto Voluntad en el hombre avanzado, producen:


Iniciación. Visión. Educación. Intuición. Liberación. Idea­lismo. Organización.


Un cuidadoso estudio de los siete rayos mayores y las siete notas clave menores, revelará estas verdades y su promesa. Al final de la Era acuariana dichas notas clave variarán algo, porque el reconocimiento de la Voluntad (que conduce a la cola­boración comprensiva) producirá grandes cambios en la pola­rización y objetivos humanos -objetivos ya logrados.


Veamos ahora cómo estas fundamentales energías de rayo actuarán en las relaciones planetarias y zodiacales del hombre, y por qué ciertas constelaciones y planetas están relacionados con algunos rayos y trasmiten influencias definidas y especí­ficas al centro que llamamos humanidad, produciendo ciertas tendencias, evocando ciertas actitudes de la voluntad y condu­ciendo, por consiguiente, a ciertos eventos inevitables, así como a definidos y determinados modos de ser.


Siguiendo con nuestra consideración de la Tabulación X, deben tenerse presentes ciertas ideas fundamentales. Las enu­meraré a fin de ayudarlos a comprenderlas:


  1. Consideramos el efecto de las siete energías de rayo, que afluyen de cualesquiera de las siete estrellas de la Osa [e447] Mayor a nuestro sistema solar. Estas energías [i603] son vida-cua­lidad de los siete Grandes Seres, Prototipos de los Logos planetarios de los siete planetas sagrados. Estos últimos son Sus reflejos en tiempo y espacio, así como el alma es el reflejo de la Mónada en los seres humanos.


  2. Cada uno de los siete rayos se expresa a través de tres constelaciones zodiacales. La analogía (no la corresponden­cia) reside en que estas tres constelaciones son para la vida de uno de estos Seres de rayo, lo que los tres aspectos mónada-alma-cuerpo, son para el hombre. Repito, aquí tam­bién es sólo una analogía. Recuerden que analogía y corres­pondencia no son lo mismo. En el primer caso el parecido es general, no en detalle. En el segundo es prácticamente idén­tica, por lo general en un nivel inferior.


  3. Estos siete grandes Seres se expresan en nuestro sistema solar como custodios o exponentes del aspecto Voluntad de la Deidad. Por lo tanto, Su efecto consiste en llevar a nuestro sistema solar y, oportunamente, a nuestra vida planetaria, la energía de la Voluntad en su aspecto planificador y constructor de la forma. Los libros esotéricos y la enseñanza esotérica necesariamente han hecho hincapié sobre la conciencia, porque expresa cualidad. Y así debe ser. Detrás de toda cualidad reside Aquello de lo que la cualidad es la expresión, y detrás de todo eso se halla la dinámica exteriorización (si se puede expresar así) que es el móvil de la cualidad o conciencia, y la precipitación de la voluntad y de la cualidad de la vida o apariencia.


  4. La naturaleza de la voluntad es todavía indefinible, pues sólo la Mónada responde a su impacto; únicamente después de la tercera iniciación puede el hombre llegar a captar algo de la naturaleza de la voluntad. Todo lo que puede comprenderse en este breve resumen, es el efecto que produce la voluntad cuando hace sentir su [i604] presencia y el resultado de su expresión, acentuado por medio de las tres constelaciones.


  5. Las constelaciones, en grupos de tres, trasmiten a nuestro planeta, por conducto del Sol, las siete influencias de los siete rayos; las relaciones que doy aquí están únicamente vinculadas con nuestra Tierra. No son aplicables en rela­ción a otros planetas de nuestro sistema solar, donde la configuración de la relación es distinta. Esto depende de [e448] la naturaleza de la red etérica a través de la cual tiene lugar toda la transmisión de energías. Las líneas de acerca­miento pueden ser indicadas de la manera siguiente:


    IMAGEN


  6. [i605] Este conjunto, en forma de rombo o “diamante”, de las energías interrelacionadas, es el canon prototipo que se halla detrás de la red etérica y su influencia final condi­cionante, en lo que a nuestra Tierra concierne. Se hace alusión a ello cuando se refiere al “alma diamantina”, de la cual el Buddha es un exponente. Lógicamente es un profundo misterio, pero la correlación es interesante y una garantía.


  7. Estas siete energías de rayo, que expresan la voluntad pro­totípica divina en siete formas son: [e449]


    1er. Rayo. La voluntad de iniciar.

    2do. Rayo La voluntad de unificar.

    3er. Rayo La voluntad de evolucionar.

    4to. Rayo La voluntad de armonizar o relacionar.

    5to. Rayo La voluntad de actuar.

    6to. Rayo La voluntad de causar.

    7mo. Rayo La voluntad de expresar.


    Cuando todo el trabajo creador esté completo, surgirá “un algo distinto”, para el cual no tenemos denominación, pero que será la simiente del próximo sistema solar. Este tercer sistema solar expresará la voluntad divina, al desarrollarse lentamente a través del experimento y la. experiencia del amor divino.


  8. Estos siete aspectos de rayo de la voluntad, meta de las iniciaciones superiores y personificación de lo que los Maes­tros Mismos se esfuerzan por comprender, constituyen aque­llo que florece en la Mónada cuando las almas han alcan­zado la expresión perfecta a través de la humanidad. En lo concerniente a la humanidad se expresan como:


    ler. Rayo Lo que impele a alcanzar la iniciación y la produce.

    2do. Rayo Lo que causa la visión o el poder de ver. [i606]

    3er. Rayo Lo que convierte la comprensión sensoria en conocimiento, el conocimiento en sabiduría y la sabiduría en omnisciencia.

    4to. Rayo Lo que es voluntad iluminada, la base de buddhi o intuición.

    5to. Rayo Lo que es la simiente cósmica de la libera­ción. Un aspecto de la destrucción.

    6to. Rayo Lo que es la causa de la facultad de cons­truir formas mentales, relacionada al impul­so creador.

    7mo. Rayo Lo que puede ser llamado el principio del orden.


  9. Así como el deseo ha producido a este “hijo de la necesi­dad” -nuestro sistema solar-, existe detrás de todas las energías del Corazón de Dios y de todas las fuerzas que han producido el universo manifestado, aquello que es el resultado de la necesidad divina; no la correspondencia [e450] cósmica del cerebro, o sea la mente, o la intención enfocada, como podrían suponer. Es ese algo sintético que pr9duce cohesión y da por resultado fructificación o síntesis, como efecto o resultado final de la manifestación.


Me es casi imposible aclarar esto, porque me refiero a algunos aspectos y efectos finales de las iniciaciones superiores. Sólo los menciono porque llevan a la consumación y culminación de este estudio de la psicología divina, al manifestarse por inter­medio de Dios y del hombre. Estoy dando, simplemente, páli­das e inadecuadas indicaciones de lo que emerge en la conciencia humana después de la tercera iniciación -el punto donde la vida de la personalidad o de la forma, es trascendida, y la Mónada se convierte en el objetivo de la meta deseada; entonces, su presión espiritual es acrecentadamente sentida. Por lo tanto, sólo es posible indicar metas distantes. [i607] Sin embargo, podemos obtener algunas vagas interpretaciones humanas de las metas divinas, relacionando a estos rayos y sus constelaciones transmisoras, con nuestra Tierra, y observando cómo esta relación. triangular puede actuar sobre nuestro planeta. La comprensión individual dependerá del grado de desarrollo, y sólo los inicia­dos superiores comprenderán las verdaderas implicaciones de mis palabras.


Deben recordar, cuando estudian estas profundas relacio­nes esotéricas, que las encaramos desde dos ángulos -los úni­cos dos por ahora posibles para la mente finita del hombre:


  1. La relación de las tres constelaciones con cada uno de los rayos que expresan la cualidad de la Vida de una Entidad animadora -el Ser que se está identificando por inter­medio de una de las siete estrellas de la Osa Mayor, Ursa Maior, como quizás debería denominarse a esa constelación.


  2. Los tres aspectos de la Voluntad que expresan las tres constelaciones, y a los cuales los seres humanos responden conscientemente después de la tercera iniciación, y son:


    1. La voluntad que condiciona e inicia.

    2. La voluntad que trae realización.

    3. La voluntad que conquista a la muerte.


Antes de entrar en un análisis más estrecho de nuestro tema, quisiera recordarles que, en realidad, consideramos lo universal, simbolizado por el enorme conglomerado de constelaciones con las cuales se relaciona nuestro tema: [e451]


  1. Las siete estrellas de la Osa Mayor o Ursa Maior, están involucradas en una relación intrincada con la Osa Menor o Ursa Minor, y las Pléyades. No nos ocuparemos de ello. Esta principal [i608] triplicidad de constelaciones tiene una re­lación peculiar con ese Gran Ser a quien me he referido a veces como Aquel del Cual Nada Puede Decirse. Todo lo que puede indicarse es que éstas tres galaxias de estre­llas son los tres aspectos de esa Mónada Absoluta Indescrip­tible, Causa Inefable de los siete sistema solares -de los cuales el nuestro es uno.


  2. Las doce constelaciones del zodíaco, cada una con sus propias interrelaciones, peculiares a su propia Vida integral, forman parte de un triángulo de energías. Cada uno de estos trián­gulos es una unidad en sí mismo, pero, en conjunción con los otros triángulos, forma parte de ese cuaternario mayor que es la analogía cósmica del cuaternario de la Vida Una -alma y naturaleza síquica dual, llamada en algunos de los libros esotéricos kama-manas, más la naturaleza. Estos cuatro son la expresión de la Causa Una Inefable.


  3. Nuestro sistema solar (de suprema insignificancia) es sin embargo parte de la séptuple apariencia de esa misma Causa Esencial. Como sabrán, por La Doctrina Secreta, nuestro sistema solar es un diminuto reflejo o réplica de los números 1, 3, 7, 12. Debido a esta innata e inherente correspondencia, contiene en sí la capacidad de responder a las energías que emanan de esa fuente de luz y voluntad. Nada más puedo decir, porque el tema es demasiado vasto para el pensa­miento humano, con sus limitaciones de conciencia y lo inadecuado de su lenguaje. Pero aún una débil percepción de este vasto conglomerado de Fuerzas inteligentes e inmen­sa concatenación de las estupendas Intenciones divinas, servirá para aclarar la comprensión de que nuestro sistema solar (y por consiguiente nuestro planeta) es parte de este vasto todo que se mantiene vivo por su virtud, [i609] fusionado por su voluntad y conservado por su Intención. Porque estas Fuer­zas existen, existimos; porque persisten, persistimos; porque se mueven en la forma, en el espacio y en el tiempo, nosotros hacemos lo mismo. [e452]


4. Energías Cósmicas y la Transformación.


Ahora les daré una pequeña idea de estas corrientes de ener­gía cuando se exteriorizan en el espacio desde la Ursa Maior, y son trasmitidas por ciertas constelaciones zodiacales a nuestro sistema solar, y de allí, por intermedio del Sol, a los siete pla­netas sagrados. estos producen lo que se llama transformaciones en nuestro pequeño planeta no-sagrado, la Tierra, poniéndolo pro­gresivamente en línea con el aspecto voluntad de la divinidad. El siguiente diagrama explicatorio aclarará en gran parte el proceso:

IMAGEN

Ésta es la única manera por medio de la cual puedo darles una idea de la distribución de las energías, su limitación dentro de los límites del zodíaco y su enfoque dentro de la periferia [i610] de nuestro sistema solar. Seamos más específicos respecto a uno de los rayos y su relación triangular, tal como es dada en la Tabulación X:


IMAGEN

  1. Por ser la Tierra uno de los cinco planetas no sagrados, se indican sólo cuatro entre los grandes agentes trasfiguradores.


  2. Los planetas rayados indican los agentes transmisores de las Fuerzas, que han pasado por el proceso de transformación, llevado a cabo por el Sol.


  3. El Sol y la Luna figuran entre los planetas no sagrados, pues son, en este caso, pantallas o velos.


  4. El origen del reloj de arena será observado en el diagrama de las energías afluyentes.


  5. El diagrama que antecede puede ser empleado en conexión con cualesquiera de los siete rayos, pero involucrará:


    1. El empleo de otros agentes transmisores, en forma de tres constelaciones zodiacales apropiadas y sus regentes. [i611]


    2. La indicación de planetas diferentes de los involucrados en la afluencia de la energía de primer rayo.


  6. La clave de todo el proceso en lo que concierne a la Tierra -y al individuo que vive en ella- reside en las palabras:


Trascendencia. - La causa trascendente.

Transmisión. - Las constelaciones zodiacales.

Transformación. - El Sol. El Alma.

Transfiguración. - Los planetas.


[e454] A éstas podría agregar una palabra en relación con la Tierra y su humanidad, la cual está aliada a lo antedicho. Esta palabra es Traslación, porque cuando las “almas de los hombres justos son hechas perfectas”, tiene lugar un proceso de traslación que [i612] eleva a la humanidad y la saca del planeta, llevándola a cual­quiera de los siete Senderos Cósmicos, para los cuales nuestras siete iniciaciones son las puertas de entrada.


En lo que respecta al individuo humano, en su progreso e iniciación o traslación, desde un estado de conciencia a otro, te­nemos una pequeña réplica de lo antedicho:


  1. El alma del hombre recibe de los tres centros o grupos planetarios principales.

  2. Los lugares oscuros indican centros que están despiertos o preparados.

  3. El diagrama indica el “mapa de la luz interna” de un as­pirante evolucionado, al borde del discipulado.


IMAGEN


[e455] La historia de la trayectoria del Uno a los Muchos y de los Muchos al Uno, está contenida en estos diagramas macro y micro­cósmicos.


Tomemos ahora cada uno de los siete rayos y veamos cómo personifican y trasmiten los tres aspectos de la voluntad, por conducto de las tres constelaciones y sus regentes, a nuestra Tierra. Entramos aquí en el reino de las causas y consideramos esos propósitos, incentivos, impulsos y objetivos tras­cendentes de Aquel en el Cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Esta gran Vida, el Anciano de los Días, el Señor del Mundo, Sanat Kumara, el Joven Eterno, el Logos plane­tario -Sus innumerables nombres son de importancia relativa-, la única Existencia sobre nuestro planeta capaz de responder a los objetivos del Logos solar y llevarlos a cabo. Éste, a Su vez, es el único en nuestro sistema solar capaz de responder a la séptuple Causa Emanante, expresada por intermedio de la Osa Mayor o Ursa Maior. Sin embargo, consideraremos los aspectos psicológicos de las emanaciones de los siete rayos que personifican la voluntad al bien. [i613]


Aries
1er. RAYO. Voluntad o Poder: Leo actuando a través de los cuatro
planetas: Marte, Mercurio, el Sol y Saturno
Capricornio


Esta voluntad subyace en toda actividad iniciadora, es decir, en la iniciación de:


  1. Las etapas previas a la creación.

  2. El anhelo de evolucionar, avanzar, progresar.

  3. El proceso diferenciador a fin de poder producir.


Éstas son todas expresiones o efectos de la actividad de la ener­gía de rayo y pueden ser resumidas, por un acto de voluntad enfocada, en el pensamiento de una dinámica penetración a un nuevo estado de conciencia. Conduce inevitablemente a una nueva comprensión del ser. En esta afirmación, tenemos una de las definiciones básicas de la iniciación en lo que ella con­cierne al ser humano. Éstos son débiles procesos dinámicos, a los cuales la Vida Una se somete al entrar en la condición dual de espíritu-materia. Me refiero a la voluntad que subyace en el dualismo, que es análoga a la recepción y enfoque de una idea inicial al entrar en la mente de un ser humano creador y [e456] evolucionado, sus procesos mentales y realizaciones. Llegará al­guna comprensión de esto si el discípulo considera qué tipo de aspiración fija, visión de la meta y visión para seguir la voluntad al bien, ha afectado su vida. No puede ir más allá de esta realización, pero contiene la simiente cósmica de la comprensión.


Debe recordarse que en el sendero de iniciación todo el proceso de entrenamiento está dirigido hacia la evolución de la voluntad, y ello es posible porque detrás del desarrollo del amor se halla la revelación de la voluntad. Se dice [i614] correctamente que la meta inmediata del hombre es el desarrollo (en plena expresión) de la naturaleza del amor. Esto empieza a tener lugar y alcanza una etapa relativamente elevada de desarrollo en el sendero del discipulado. El detalle del proceso, en un sentido amplio y general, podría ser establecido de la manera siguiente:


  1. El Sendero de Evolución y Probación

    1. Desarrollo del intelecto y de la percepción sensoria.

    2. Respuesta al centro llamado Humanidad

    3. La mente asume el control. La personalidad actúa.


  2. El Sendero del Discipulado.

    1. Desarrollo de la naturaleza del amor.

    2. Adquisición de la iluminación.

    3. Respuesta al centro llamado Jerarquía.

    4. Controla budhi o la intuición. El alma actúa.


  3. El Sendero de Iniciación.

    1. Desarrollo de la voluntad

    2. Realización de la síntesis.

    3. Respuesta al centro denominado Shamballa

    4. Controla el propósito dinámico. La voluntad al bien. La Mónada actúa.


Esto abarca un terreno familiar para todos ustedes, pero es necesario la constante repetición en un esfuerzo por alcanzar una visión del todo. Ahora nos ocuparemos de la tercera etapa del proceso evolutivo llevada a cabo en el sendero de iniciación, en el cual, en lo que a la humanidad concierne, se entra en la tercera y culmina en la séptima iniciación -la más fácilmente alcanzada por las personas que pertenece al primer rayo, más que las que pertenecen a otros rayos.


Esto -hasta donde pueden captarlo actualmente- concier­ne principalmente a la voluntad creadora cuando: [e457] [i615]


  1. Inicia la manifestación y condiciona lo creado.

  2. Da lugar al oportuno cumplimiento.

  3. Vence a la muerte o la diferenciación.


Todos los iniciados deben expresar, y eventualmente lo hacen, voluntad dinámica creadora, propósito enfocado, que sólo expre­sa voluntad al bien, y el esfuerzo sostenido que lleva a la reali­zación. Quisiera recordarles que el esfuerzo sostenido es la simien­te de la síntesis, la causa de la realización y aquello que finalmente vence a la muerte. La muerte es, realmente, deterioración en tiempo y espacio, y se debe a la tendencia de la materia-espí­ritu a aislarse, mientras está en manifestación (desde el punto de vista de la conciencia). Este esfuerzo sostenido del Logos mantiene a todas las formas en manifestación y hasta conserva el aspecto vida como factor integrante en la construcción de la forma y -lo que es también un acto de la voluntad sustenta­dora- puede abstraer o retirar intacta la conciencia de la vida al finalizar un ciclo de manifestación. Muerte y limitación son términos sinónimos. Cuando la conciencia está enfocada en la forma y totalmente identificada con el principio de limitación, con­sidera la liberación de la vida de la forma como la muerte; pero, a medida que prosigue la evolución, la conciencia se convierte acrecentadamente en percepción de aquello que no es la forma, y en el reino de lo trascendente, o el mundo de lo abstracto, por ejemplo, en lo que ha sido abstraído de la forma y enfocado en sí mismo. Dicho sea de paso, esto es una definición de la medita­ción desde el ángulo de la meta y de la realización. Un hombre puede verdaderamente meditar cuando empieza a emplear la men­te, reflejo del aspecto voluntad, y lo aplica en sus tres aspec­tos: al iniciar su entrada en el mundo de las almas, al condicio­nar su vida de la personalidad y al reforzar y, oportunamente, crear, el propósito del alma en su plena expresión. Esto da por resultado [i616] la total conquista de la muerte. Llevo todo este concepto a los niveles del microcosmos, aunque se evidenciará que sólo el discípulo consagrado, en preparación para la iniciación, puede empezar a comprender algo de las significativas implicaciones.


Quizás pueda resumir mejor la nota clave del primer Rayo de Voluntad y Poder, cuando trata de expresarse como propó­sito dinámico en la Tierra en relación con el ser humano, citando o parafraseando El Antiguo Comentario.


“El Uno Trascendente, la Vida, el Todo, la Totalidad, entró en comunión Consigo Mismo y por este acto se convir­tió en un punto vital de vida y de poder enfocado. [e458]

Yo soy y no soy. Mayor que Esto es Eso; más pequeño que Eso es Esto. Pero Eso debe mostrar a Esto la natura­leza del todo y probarse Él mismo a Sí Mismo.

Yo soy el principio. Soy el Camino externo e interno y vuelvo al punto de concentración, y desde ese punto vuelvo a Mí Mismo, llevando dentro de mi amoroso corazón aquello que Yo, el Uno, he servido y por lo cual me he sacrificado a Mí Mismo”.


En el proceso de sacrificio, lo que es el Todo sustentador, el núcleo interno de toda vida y principio de integración, realiza dentro de Sí Mismo las siguientes etapas de conciencia:


  1. Se conoce a Sí Mismo como la voluntad trascendente, la vo­luntad que ve todo el proceso desde el principio, pero que se limita a sí misma a una gradual expresión de esa voluntad, debido a las limitaciones de esos aspectos de Sí Mismo [i617] cuya conciencia no es la del Todo. Aquello que inicia, ve el final desde el principio y trabaja hacia la meta en etapas progre­sivas, no para Sí Mismo, sino para esos aspectos que aún están limitados, inconscientes, ciegos y no ven ni razonan.


  2. Se conoce a Sí Mismo como la voluntad transmisora, actuando desde el punto de síntesis, aminorando las energías dis­tribuidas, de acuerdo al plan creador evolutivo. La Vida de nuestro planeta es vivida en tres etapas principales, parti­cularmente desde el ángulo de la conciencia, es decir, por conducto de Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad. Desde allí la Vida transmisora se exterioriza en todos los reinos de la naturaleza. Por lo tanto, cada gran centro es un agente transmisor. La cuarta Jerarquía Creadora, el reino humano, es el agente por el cual serán enfocadas oportunamente las energías de Shamballa y de la Jerarquía para redimir la vida de todos los reinos subhumanos. Esto podrá tener lugar sólo cuando la humanidad pueda actuar con la voluntad enfocada, engendrada por la vida de Shamballa, inspirada por el amor, fomentada por la Jerarquía y expresada por medio del inte­lecto, que la humanidad misma ha desarrollado -aplicado todo dinámica y conscientemente bajo la presión de lo que superior y más grande que Shamballa.


  3. Se conoce a Sí Mismo como la voluntad tras formadora, o ese proceso aplicado y sostenido que da lugar a las mutaciones Y cambios necesarios, por medio de la acción del constante in­centivo de la voluntad al bien. Sin embargo, al mismo tiempo, [e459] no está identificado de manera alguna con el proceso. Estas mutaciones producen la transformación del Uno en los Muchos y más tarde, en tiempo y espacio, de los Muchos en el Uno, llevándose a cabo desde un punto de [i618] voluntad enfocada y dinámica, el “Punto en el Centro” que no cambia, sino que permanece siempre infatigablemente sujeto a su propio inhe­rente propósito.


    Cuando el discípulo o el iniciado puede también permanecer en el centro como voluntad transformadora, entonces le es posible efectuar los cambios necesarios en la naturaleza de la forma sin identificarse con ella ni ser afectado por los mismos. Esto podría servir para aclarar lo que quiere significar.


  4. Se conoce a Sí Mismo como la voluntad transfiguradora. Esta transfiguración constituye el cumplimiento del propósito y la expresión final de la síntesis, llevada a cabo por la susten­tadora voluntad al bien de la trascendente, transmisora y transformadora voluntad.


Los estudiantes harían bien en apartar sus ojos de la meta de la transfiguración (realizada en la tercera iniciación y acrecenta­damente presente en cada iniciación anterior) y prestar mayor atención al reconocimiento de lo que existe en ellos, lo cual “ha­biendo compenetrado su pequeño universo con un fragmento de sí mismo, permanece”. Entonces habrán afianzado sus conciencias en el centro del poder trascendente y garantizado la afluencia de la voluntad de realizar. Desde ese elevado punto en la concien­cia (alcanzado primero imaginativamente y luego prácticamente), hallarán de valor trabajar en el proceso de transmisión, reconocién­dose como agentes de transmisión de la voluntad al bien del Uno Trascendente. Después deberían pasar a la etapa de la transformación, donde podrían visualizar y ver la necesaria y desarro­llada transformación, llevada a cabo en sus vidas; luego, con la misma expectativa, deberían creer en la transfiguración de esas vidas, en línea con la voluntad del [i619] Uno Trascendente, el éxito del Uno Transmisor y la actividad del Uno Transformador -siendo todos Ellos el Uno, la Mónada, el Yo. Todo esto se hace emplean­do la voluntad condicionadora, realizadora y superadora.


Volviendo a nuestro tema del Todo mayor, dejando atrás por un momento los esfuerzos del microcosmos para comprender al macrocosmos, consideremos la relación de las tres constelaciones en la tarea de expresar el primer rayo:


  1. ARIES. A través de esta constelación afluirán las condiciones iniciadoras a nuestro sistema solar. Personifica la [e460] volun­tad de crear aquello que expresará la voluntad al bien. Es el rayo monádico de nuestro Logos planetario, cuyo rayo del alma es el segundo y el de la personalidad el tercero. Por lo tanto, observarán que el rayo transmisor de nuestro Logos planetario es el primero, de allí el lugar que ocupa la voluntad en el proceso evo­lutivo humano; Su rayo transformador es el segundo, trayendo eventualmente la transfiguración por intermedio del tercero; en esta combinación existe la razón de por qué en la evolución del aspecto voluntad hay influencia de Marte y de Mercurio -uno trae el conflicto y la muerte de la forma; el otro la iluminación y el desarrollo de la intuición, como resultado de ese conflicto y muerte. Nuevos ciclos de Ser y de conciencia son iniciados a través del conflicto. Esto parece ser por ahora la ley de la vida y el factor gobernante en la evolución. No obstante, si el resulta­do de esta voluntad iniciadora y energetizadora, consiste en producir los efectos benéficos de la comprensión intuitiva y de la actividad de Mercurio, como mensajero de los Dioses, podrá cier­tamente observarse el desarrollo de la voluntad al bien a través del conflicto.


  2. LEO. A través de esta constelación la voluntad de reali­zación o logro, afluye a la humanidad y al planeta. Es esencial­mente el espíritu de autodeterminación. [i620] Primero, la determinación del pequeño yo, la personalidad, el individuo autoconsciente. Des­pués, la determinación del Yo, el alma, el individuo consciente del grupo, del Todo mayor y de sí mismo, como parte integrante y básicamente unificada.


    Esta voluntad al bien (lograda por medio de la realización) actúa en relación con el ser humano, por intermedio de tres pun­tos culminantes:


    La voluntad al bien, demostrada por la realización de la autoconciencia Es la primera etapa de la completa reali­zación divina. Significa cuerpo, apariencia. Es la expresión del tercer aspecto.


    La voluntad al bien, demostrada en la tercera iniciación, cuando la autoconciencia cede su lugar a la conciencia grupal. Es la segunda etapa del cumplimiento divino. Implica alma, cualidad. Es la expresión del segundo aspecto.


    La voluntad al bien, demostrada en las iniciaciones superio­res, cuando se logra la conciencia de Dios. Es la tercera. etapa de la realización divina. Implica Mónada, Vida. Es la. expresión del primer aspecto. [e461]


    Resulta valioso observar estas relaciones. Será también evidente por qué el Sol rige a Leo, exotérica y esotéricamente. El Sol revela o ilumina las dos etapas de la oculta voluntad: el sol físico, iluminando a la personalidad en el plano físico, y el Corazón del Sol, revelando la naturaleza del alma.


  3. CAPRICORNIO. A través de esta constelación se obtiene la voluntad conquistadora, que libera al hombre de la vida de la forma y lo inicia en el reino donde se expresa el aspecto volun­tad (no el aspecto alma) de la divinidad. Recuerden que hay un estrecho vínculo entre [i621] la Tierra y Capricornio. La razón de ello consiste en que la Tierra proporciona condiciones ideales para este tipo particular de realización, porque está en proceso de tras­formarse de un “planeta no sagrado” en un “planeta sagrado”. Por eso Saturno rige tan poderosamente y trasmite a la Tierra la cualidad dinámica de primer rayo de poder. Esta afluencia de energía de primer rayo será grandemente acelerada de ahora en adelante. Dichas energías y sus afluencias deben ser cuidadosa­mente estudiadas, en relación con los diagramas dados anterior­mente en este tratado, recordando que la visualización es siempre una energía rectora, empleada para crear el efecto específico deseado.


Aries, el Iniciador, Leo, el Yo, y Capricornio, el Agente Transfigurador, constituyen algunas implicaciones relacionadas con el primer rayo y la humanidad.


Quisiera señalar aquí que he dado este triángulo de constela­ciones en el orden de sus relaciones con la Gran Vida, que los emplea como agentes transmisores para las actividades de primer rayo. Debe también observarse que la razón de esta relación es inherente a la naturaleza de las Vidas que animan a las conste­laciones especificadas. Son en Sí Mismas expresiones de la volun­tad al bien y, por lo tanto, constituyen la línea de menor resis­tencia para la distribución de la energía de primer rayo por todo nuestro sistema solar. Desde el ángulo de las relaciones humanas, este triángulo se reajusta a sí mismo y llega a ser Leo el dador de la autoconciencia; Capricornio es el signo donde puede ser reci­bida la iniciación, y Aries es el incentivo hacia un nuevo comien­zo. La ciencia de la astrología obtendrá nueva luz cuando se com­prenda la significación de las diferencias que existe entre las constelaciones, como galaxias de estrellas, y los signos, como influencias concentradas. Esto está fundamentalmente conectado con la diferencia que existe entre la relación de la energía de rayo y el triángulo de constelaciones, y la relación [i622] humana. Nada más puedo decir, pero esto dará un indicio al astrólogo intuitivo. [e462]


Géminis
2do. RAYO. Amor-Sabiduría: Virgo actuando por intermedio de cinco planetas:
Mercurio, Júpiter, Venus, la Luna, Plutón.
Piscis.


Esta “línea de distribución” (si puedo expresarlo así) se relaciona con la voluntad que produce la inevitable unión, uni­ficación y síntesis, mediante el poder de atracción, basado en la facultad de ver la visión. En el actual sistema solar y durante este ciclo mundial y, por lo tanto en el planeta, y durante todo el período en que nuestro planeta cambia su estado de planeta no sagrado al de planeta sagrado, éste es el dominante aspecto voluntad de la Deidad, energía que preocupa a nuestro Logos pla­netario. Esto ha traído a la existencia a la Jerarquía, debido al impacto de la fuerza de Shamballa o de primer rayo. Sin embar­go, la energía jerárquica preocupa actualmente a la humanidad. En la palabra preocupa, en relación con el Logos planetario y la humanidad, hallarán la indicación de una creciente respuesta entre dos centros, Shamballa y la Humanidad.


Los esotéricos del mundo saben mucho sobre esta energía de rayo, por tres razones:


  1. En la enseñanza dada durante los últimos trescientos cin­cuenta años el énfasis ha sido puesto sobre dicha energía.


  2. Los dos grandes exponentes de esta energía de rayo son los dos Instructores y Salvadores del mundo más conocidos, des­de el punto de vista humano, tanto en Oriente como en Occi­dente: el Buddha y el Cristo.


  3. Los dos Maestros, Morya y K. H. han intentado despertar a la humanidad en Occidente, para que comprendan a la Jerar­quía, [i623] y ambos trabajan en estrecha relación y expresan la energía de primero y segundo rayos.


En este ciclo predominan las notas claves: iluminación, vi­sión, videncia o percepción espiritual, y fusión del camino occi­dental o místico. El Buddha resumió en Sí Mismo toda la luz del pasado, en lo que respecta a la humanidad. Fue el Mensa­jero máximo y demostró las posibilidades innatas en la humani­dad, irradiando la luz de la sabiduría en relación con la luz de la sustancia y produciendo esa llama dual o luz flamígera, aven­tada y nutrida (aunque no plenamente expresada) por la huma­nidad, hasta ese momento. Surgió como florecimiento o [e463] fructi­ficación del pasado y como garantía de la capacidad innata en el hombre. Aunque el Cristo también pudo decir “Yo soy la luz del mundo”, fue más allá en Su manifestación, y proporcionó una visión del siguiente paso a dar, demostrando la luz del alma e indicando el futuro, presentado así lo que podría ser, porque Él había liberado en la Tierra el principio cósmico del amor. El amor es un aspecto de la voluntad, algo muy poco comprendido por la masa humana. Es la voluntad de traer y atraer hacia sí y cuando está dirigida hacia lo que no es material, como reacción de la mente diferenciadora, lo denominamos Amor. La humanidad tiene que saber ante todo lo que debe ser amado, antes de que ese poder de la voluntad sea suficientemente evocado. Entonces puede trasformar la visión en manifestación y la realidad en expresión.


Surge ahora en nuestra conciencia la maravilla del trabajo del Cristo, el Señor de Amor. Evidencia claramente que el amor que Él demostró, era un aspecto de la voluntad, actuando por intermedio del segundo rayo; este poderoso amor liberó en el mun­do el [i624] principio cósmico de amor. También se evidencia la actuación de los tres aspectos de la voluntad divina a través del segundo rayo:


  1. La voluntad de iniciar o condicionar, fue demostrada por el Cristo en Su trabajo, cuando inauguró la era que hizo posible la aparición del reino de Dios en la Tierra. En realidad, esto será una demostración de la fusión de dos centros, la Huma­nidad y la Jerarquía. Por fusión quiero significar su recípro­ca y total unificación. Inaugurará una era en la cual -por medio de la acrecentada capacidad de ver la visión y el incrementado poder de identificarse con ella- surgirá una raza de hombres cuya vida expresará ese amor-sabiduría.


  2. La voluntad que lleva a la realización se demuestra, a tra­vés del segundo rayo, por medio de esa fuerza impulsora que permite al alma de segundo rayo alcanzar firmemente su meta, avanzando inflexiblemente, sin permitir ninguna pausa y desviación, hasta lograr el objetivo deseado. Ésta es una expresión distinta de la voluntad de primer rayo, la cual es dinámica y arremete hacia adelante a pesar de todos los obs­táculos; esto último no requiere los lentos métodos de empuje constante.


  3. Es también la voluntad que conquista a la muerte, debido a su intenso amor a la realidad y a ese “Uno persistente” que existe detrás de todo fenómeno. [e464]


En El Antiguo Comentario se habla de este tipo de voluntad -la voluntad de amar- en los siguientes términos:


“El Uno Trascendente dijo: Estoy solo. Debo levantarme y buscar con incesante anhelo aquello que produce la culmi­nación, cerrar Mi círculo, intensificar Mi vida y convertirme verdaderamente en Uno, y esto porque reconozco a los Dos. Debo unirme con mi otro Yo, el que yo presiento tenuemente. [i625] Atraje a ese otro hacia Mi corazón, y atrayéndolo Le di ilu­minación; Lo doté con riquezas; di con largueza”.


Esto no representa la visión mística de ese otro, sino el aspecto voluntad del Logos planetario, el incentivo que está detrás de la vida de Shamballa. Es el Señor del Sacrificio Que habla. La nota clave del sacrificio o “proceso de integración” corre a través de todo lo que concierne al aspecto voluntad cuando actúa por inter­medio de los siete rayos; esto se evidencia bellamente en la acti­vidad del segundo rayo, pues es el canal para la voluntad de Dios.


Se conoce a sí mismo como la voluntad trascendente, porque detrás de su expresión de amor cósmico (atrayente, fusionante y cohesivo) hay una visión sintética de la Intención divina. Discier­ne entre proceso y meta, iniciación y aquello que es revelado por el proceso iniciador y ese algo aún desconocido para los iniciados de categoría inferior a la de tercer grado. He aquí la diferencia entre el Cristo y el Buddha. Este último reveló el proceso, pero el Cristo personificó en Sí Mismo la meta y el proceso. Reveló el principio cósmico del amor y por su intermedio -personificado en Sí Mismo- también produjo efectos y cambios importantes en el mundo, a través de aquellos que le fueron presentados para recibir la iniciación.


El segundo rayo se conoce a sí mismo como la voluntad transmisora, pues por su intermedio algo pasa entre los pares de opues­tos (espíritu-materia) que los une hasta que, oportunamente, for­man un todo fusionado. Éste es un misterio básico -misterio fun­damental de la iniciación y concierne a la voluntad unificadora que actúa por medio del amor. Su expresión inferior y su símbolo más material es el amor entre los sexos. [i626]


Se conoce a sí mismo también como la voluntad transformadora, porque todo el proceso evolutivo (que es, en último análisis, la actuación de la interrelación entre Dios y Su mundo, causa y efecto, Vida y forma) esta basado en la transformación realizada por la atracción divina. Esto permite que el “espíritu suba a los hombros de la materia”, tal como H. P. B. lo expresa, obligando a [e465] la materia a realizar la purificación que oportunamente hará que actúe como algo trasparente para revelar la divinidad.


Finalmente, se conoce a sí mismo como la voluntad transfiguradora. Esta transfiguración la manifestó el Cristo cuando apare­ció ante los asombrados ojos de Sus discípulos como la Luz en­carnada y “se transfiguró ante ellos”.


Todo el proceso de la trascendencia da por resultado la transfiguración; se lleva a cabo en relación con el segundo rayo me­diante las influencias combinadas de las tres constelaciones, a través de las cuales este rayo “ha elegido actuar en tiempo y espacio” por la acción de la adecuada voluntad. Considerémoslas por un momento:


  1. GÉMINIS. Es la gran constelación simbólica de los Dos Hermanos, expresando la interacción entre las dualidades. Debido a que está regida por Mercurio y Venus, tenemos la luz de la intuición y de la mente, fusionadas en un todo iluminado, típico de la fusión espíritu-materia y expresión de su unicidad esencial. Como bien saben, Géminis es el signo de la interacción divina, y es la vida del Padre (espíritu y voluntad) que afluye a través de los Dos Hermanos, los polos opuestos, haciendo de ellos uno, en realidad, aunque dos en manifestación. Su naturaleza real como “hermano mayor e hijo pródigo”, es revelada por la intuición cuan­do se introduce en la mente. Pero la voluntad de amar rige la relación, realizándose finalmente la síntesis divina. [i627]


  2. VIRGO. Es la constelación que simboliza la segunda etapa de la relación entre los pares de opuestos. He aquí, como ya saben, la Madre del Cristo-Niño y el proceso que fomenta el in­tercambio que produce la vida, el amor y su manifestación conjunta en una sola forma. Por lo tanto, el segundo rayo está estrecha­mente relacionado con Virgo y su aspecto inferior, el amor ma­terno, con el cuidado instintivo de lo que debe ser nutrido y protegido. Su aspecto más elevado es el Cristo encarnado, manifes­tado. Luego el instinto es trasmutado en sabiduría y con ello se produce la voluntad de manifestarse y de traer a la luz del día al Cristo hasta ahora oculto. Este signo y esta voluntad de se­gundo rayo tiene una relación misteriosa con el factor tiempo, con el proceso y con la vida sustentadora de la Madre (materia) que, a través del período de gestación, nutre y cuida al Cristo-Niño en rápido desarrollo. La Luna también tiene una función peculiar que sólo puede ser expresada en la idea de la muerte -la muerte de las relaciones entre la Madre y el Niño, porque llegará el momento en que el Cristo-Niño surgirá liberado en la luz de la [e466] materia de la matriz del tiempo. Lógicamente, esto se deberá a los numerosos factores inherentes, pero principalmente a la volun­tad sustentadora de la Madre, más la voluntad dinámica del Cris­to-Niño. Aquí tenemos nuevamente un aspecto de la curiosa y misteriosa relación que existe entre los rayos primero y segundo.


  3. PISCIS. En este signo culmina el trabajo, y actúa la voluntad del Padre, como voluntad de salvar por intermedio de la voluntad de segundo rayo. En Géminis, tenemos a ambos, el par de opuestos y la voluntad de relacionar; en Virgo, trabajan en colaboración, nutriendo la vida de ese fenómeno de segundo rayo, un Cristo, culminación de la tarea de la materia, y su ele­vación al cielo. En Piscis, culmina el trabajo de lo [i628] que el aspecto materia ha hecho posible y el Cristo aparece como el Salvador del mundo. Esto ha tenido lugar por medio del aspecto voluntad del segundo rayo, enfocado en Shamballa, expresándose por inter­medio de la humanidad y consumado en la Jerarquía. Aquí tienen toda la historia de la unidad, realizada mediante la vida y la voluntad de segundo rayo, produciendo el surgimiento de la con­ciencia crística y la aparición del principio crístico a la objeti­vidad.


En tiempo y espacio y desde el ángulo de la humanidad, el triángulo de constelaciones es Virgo, Géminis y Piscis y no en el orden dado aquí: Géminis, Virgo y Piscis, visto esto último desde el ángulo de Shamballa.


Cáncer,
Libra actuando por intermedio de cinco
3er. RAYO. Inteligencia Activa planetas: la Luna, Venus, Saturno,
Neptuno, Urano.
Capricornio.


En esta expresión divina de la energía de rayo se halla la clave o indicio de lo que comúnmente se denomina evolución. El énfasis se pone necesariamente en la naturaleza de la forma y en el aspecto fenoménico. Sin embargo, el proceso evolutivo puede ser considerado hoy desde dos aspectos: el de la evolu­ción de la forma y el de la evolución de la conciencia; la ciencia y la psicología contribuyen a este cuadro o imagen, que se va desarrollando gradualmente. Pero lo que estoy dilucidando aquí es la evolución de Aquello que es conciencia y forma y, sin embargo, es algo más que cualesquiera de los dos, es decir, Aquel que quiere manifestarse, saber o ser consciente. Esto es lo que subyace detrás y es mayor que la Identidad en tiempo y espacio, [e467] y denominamos Logos. Por lo tanto, me ocuparé de la Voluntad Creadora que va manifestándose dinámicamente, estableciendo conscientemente contacto y que está persistentemente enfocada en la forma, mientras existe tiempo y espacio. [i629]


Este tercer aspecto de la expresión divina es el resultado de la actividad de los otros dos rayos principales. Deben dis­cernir cuidadosamente entre la materia de la Madre y la sus­tancia, o “el Espíritu Santo que influye sobre la Madre”; de esto último nos ocupamos aquí, pues estamos considerando todos los rayos en términos de voluntad, espíritu y vida. Este tratado, por lo tanto, considera una idea que está detrás de todo el contenido del conocimiento moderno y es, por consiguiente, inexplicable para la mente finita. Sólo es posible indicar Aquello improbable, incognoscible e intangible que existió antes de la manifestación y persistirá después que haya pasado el ciclo de manifestación. Esta inherente realidad es, para el Logos mani­festado, lo que el presentido Yo inmortal es para el hombre encarnado. A medida que la mente abstracta del hombre se desarrolla, tales temas subjetivos, que conducen al Tema cen­tral de la manifestación, se esclarecerán y la densidad del mis­terio se sutilizará. Deben conformarse con esta promesa pues aún no son iniciados. El iniciado presentirá a qué me refiero.


Esta Realidad evolucionante está enfocada en el tercer Rayo de Inteligencia Activa que, durante el “período aparición” -en este sistema solar-, ha emprendido la tarea de desarrollar una consciente “conciencia de Sí Mismo en aquello que no es”. Esto se realiza en tres etapas -todas resultado del proceso y el progreso de la actividad de la mente, o la percepción inteli­gente, y son:


  1. La etapa donde la percepción sensoria es trasmutada en conocimiento, y la forma, gradual y constantemente, se adap­ta a los requerimientos del Yo que percibe.


  2. La etapa donde el conocimiento es trasmutado en sabidu­ría [i630] o conciencia, utilizando el conocimiento gradualmente adquirido para lograr el desapego de la forma, vehículo de la percepción.


  3. La etapa donde la sabiduría es trasmutada en omnisciencia y la conciencia y la forma son reemplazadas por el Uno existente, Que es consciente, pero más grandes que cual­quiera de estas dos fases de la vida divina. Este Uno quiere encarnar, conocer, ser consciente, pero no constituye [e468] esen­cialmente ninguna de estas fases, habiéndolas realizado antes de la manifestación.


La voluntad de tercer rayo produce la síntesis externa en eta­pas sucesivas, llevadas a cabo desde la síntesis temporaria hasta la existencia de una completa unificación entre conciencia y forma y, más tarde, una total expiación entre Eso que no es conciencia ni forma, sino el Creador de ambas, y el principio que relaciona espíritu-materia. Se verá, por la definición an­terior, que la función del tercer rayo consiste en ser la voluntad de iniciar, en el plano físico, aquello que expresará la divinidad; no sólo define la apariencia sino que revela esa cualidad de la que la apariencia es el efecto o resultado; inherente a estas dos proposiciones, es la tercera, la cual establece que esa vo­luntad creadora no es sólo la causa de la manifestación y la garantía de la realización, sino también la prueba de que la potencia de esa Vida siempre vence y aniquila a la muerte. De esta manera volvemos a la proposición inicial de esa divina tri­nidad de Vida-Cualidad-Apariencia (considerada en la intro­ducción del T.I.) y también a la creatividad de los tres rayos principales, a su relación básica y a su síntesis duradera y per­sistente. El círculo de la revelación se cierra; el ciclo se com­pleta, las serpientes de la materia, de la sabiduría y de la vida se unen en un [i631] todo, y detrás de las tres “permanece el Eterno Dragón para engendrar siempre la triple serpiente, exclamando continuamente: Ve y vuelve”. Así habla El Antiguo Comentario respecto a este tema.


Tres palabras se relacionan con esta triple manifestación:


Atracción, Sustracción, Abstracción, y están relacionadas (en lo que se refiere al hombre) con las tres primeras iniciaciones, pero sólo desde el aspecto voluntad y definidamente en rela­ción con el tercer rayo en el plano físico, o más bien en el plano del cuerpo etérico, o de la actividad vital efectiva. Esto debe tenerse presente cuando se considera el trabajo activo de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Esta Trinidad en manifestación se conoce a Sí Misma como la Realidad Trascendente, y pronuncia siempre las palabras:


“Habiendo compenetrado todo el universo con un fragmento de Mí mismo, Yo permanezco”.


Esta Trinidad en manifestación se conoce a Sí Misma como el Uno Transmisor, y dice a través de las palabras del Cristo:


“Yo, si fuera elevado, atraería a todos los hombres hacia Mí”, [e469] haciéndolo por medio del poder de atracción que trasmite el Uno Transmisor.


Esta Trinidad en manifestación se conoce a Sí Misma como el Agente Transformador, y por medio de la voz de los muchos entona las palabras: “Gloria a Dios en las, alturas, paz en la Tierra y buena voluntad entre los hombres” -gloria, paz y vo­luntad al bien, son los efectos de la vida trasmitida por el Uno Trascendente.


Por último, al finalizar la era, se conoce a Sí Mismo como el Uno Transfigurado, y se da cuenta de que el cántico de los Ángeles: “Gloria a Dios en las alturas”, es la enunciación de su perfección y su triunfo finales.


¿Qué más podría decirse sobre este tema? Los Rayos mayo­res de Aspecto, personifican toda la historia; los Rayos me­nores de Atributo contribuyen a los detalles del proceso y de la empresa. Éstos [i632] están condicionadas por los tres Rayos mayo­res. Por lo tanto, no tengo la intención de analizar los cuatro triángulos restantes. En este tratado he dado bastantes indica­ciones para que el estudiante interesado desarrolle por sí mismo su tema subjetivo. Sin embargo, consideraré brevemente las tres constelaciones relacionadas con el tercer rayo; su signifi­cación es relativamente clara.


  1. CÁNCER. Esta constelación simboliza la voluntad de la masa, y condiciona su psicología y respuesta. Éste no ha sido todavía el tema del estudio astrológico, pues implica mucho más que la conciencia de masa. Constituye básicamente el enfoque de la voluntad de la masa por intermedio de la conciencia de la masa -algo desconocido hasta ahora, aunque los rudimentos de este conocimiento pueden verse en ese factor peculiar, en la vida de la humanidad, denominado opinión pública. Esto se está llevando ahora al campo educativo por medio de lo que común­mente se denomina propaganda. Las implicaciones serán claras para ustedes. Una opinión pública entrenada e iluminada es algo desconocido en escala mundial, aunque van apareciendo rápidamente grupos iluminados. De la opinión pública (expre­sión enfocada de la expansión de conciencia de la masa) surgirá la voluntad al bien de la masa, inherente a cada individuo; para ello la humanidad debe trabajar y esperar.


  2. LIBRA. Como bien saben, esta constelación implica el punto de equilibrio en la larga relación e interacción entre los pares de opuestos. Indica la voluntad de expresar -en [e470] per­fecta proporción y armonía- la vida del espíritu y la potencia de la materia.


  3. CAPRICORNIO. Esta constelación representa la in­fluencia que llevará la voluntad de Shamballa a la Jerarquía o a los iniciados del mundo, dándoles ese espíritu dinámico [i633] em­prendedor que les permitirá llevar adelante el cumplimiento de la Voluntad de Dios en la Tierra. El “ángel, nacido bajo Capri­cornio”, se le apareció al Cristo en el Huerto de Getsemaní y fusionó Su voluntad individual con la Voluntad divina, capacitándolo para terminar Su misión. Esto no sólo trajo la revela­ción del amor divino al mundo sino -como dice la leyenda en los archivos de los Maestros- vino “para hilar el hilo sutil que ligó a ambos y vinculó el lugar del Altísimo (Shamballa) con la Ciudad Santa (la Jerarquía). El puente entre el Lugar Santo y el Sanctum Sanctorum fue así erigido firmemente. La volun­tad de Dios pudo ser llevada a la fructificación”. De acuerdo a la misma enseñanza simbólica, podríamos decir que los términos siguientes caracterizan los tres rayos que hemos estado consi­derando.


  1. 1er. Rayo. El Sanctum Sanctorum. Shamballa.

    La Morada del Altísimo.

    Espíritu. Vida. Energía.

    Voluntad. Identificación.


  2. 2do. Rayo. El Santo Lugar. Jerarquía.

    El Lugar Secreto donde mora la Luz.

    Alma. Conciencia. Luz.

    Amor. Iniciación.


  3. 3er. Rayo. El Atrio Externo. La Humanidad.

    Cristo en nosotros, esperanza de gloria.

    Forma. Apariencia. Cuerpo.

    Inteligencia. Individualidad.


Recuerden, sin embargo, que estos Tres son Uno. Detrás de ellos está eternamente Aquel que permanece trascendente [i634] y tam­bién inmanente, mayor que nuestro todo, no obstante, dentro de ese todo.


Por intermedio del cuarto Rayo aprendemos a unificarnos con esta eterna síntesis y voluntad; por intermedio del quinto Rayo, desarrollamos el medio de comprender la naturaleza de esa síntesis y voluntad; por intermedio del sexto Rayo, [e471] avanzamos hacia la total identificación con esa síntesis y voluntad, y por intermedio del séptimo Rayo, demostramos en la Tierra la naturaleza de esa síntesis a través de la forma que aparece y del propósito de esa voluntad subyacente.


Y así los Muchos son absorbidos en el Uno.



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