Astrología Esotérica - Capítulo 6

      


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CAPITULO VI


LAS TRES CRUCES


[e411] [i553] NO podré tratar detalladamente el tema de las tres Cruces zodiacales -las Cruces Mutable, Fija y Cardinal- porque conciernen a las totalidades o a la síntesis de la manifestación y a la experiencia unificada de una entidad encarnante, sea Dios

o el hombre. Por lo tanto, sólo pueden comprenderlo quienes poseen conciencia incluyente, es decir, percepción iniciática. Sin embargo, pueden hacerse algunos comentarios generales.


Las tres cruces son, como bien saben:


  1. La Cruz del Cristo Oculto - La Cruz Mutable.


    1. Es la Cruz de las cuatro energías principales, que producen las circunstancias condicionantes y transforman al hombre animal en un aspirante.


    2. Es la Cruz de la personalidad o del ser humano, que se desarrolla en forma constante, integrándose finalmente. Esto tiene lugar, primero, en respuesta a las circunstancias y luego, a la inclinación del alma.


    3. Es la Cruz del cambio temporal y temporario, de la fluidez y de esos ambientes que se alteran constantemente e impulsan al alma, que anima la forma, a ir de una extrema experiencia a otra, de manera que la vida oscile entre los pares de opuestos. [i554]


    4. Es la Cruz de la forma que responde, nutre y desarrolla la vida del Cristo que mora internamente, el alma oculta o Señor del Ser.


    Los cuatro brazos de esta Cruz son Géminis-Virgo-Sagitario-Piscis. Algunas veces se la denomina la Cruz Común, porque condiciona al rebaño común, la masa humana.


  2. La Cruz del Cristo Crucificado - La Cruz Fija.


    1. Es la Cruz compuesta por las cuatro energías que condicionan la vida del hombre, que es ante todo un [e412] discípulo en probación y luego un discípulo aceptado o con­sagrado.


    2. Es, destacadamente, la Cruz del alma. El hombre que se halla en la Cruz Fija está llegando a ser acrecentadamente consciente de su orientación e influencia, y no responde tan ciegamente como el hombre que se halla en la Cruz Mutable. No “asciende, en un sentido técnico a esta Cruz de Correcta Orientación”, hasta no haber alcanzado, en cierta medida, contacto con el alma y reci­bido un toque de iluminación y de intuición espiritual -no importa cuán fugaz pueda ser ese destello.


    3. Es la Cruz de “la visión fija y de ese intento inmutable que impele al hombre a ir desde un punto de luz hasta la brillante luz solar”. El hombre en la Cruz Fija dice: “Soy el alma y aquí permanezco. Nada moverá mis pies fuera del estrecho lugar en el que permanezco. Enfrento la luz. Soy la Luz, y en esa luz veré la Luz”.


    4. Es la Cruz cuyas cuatro energías se mezclan con [i555] las ener­gías del sistema solar mismo y las trasmiten. Esto puede hacerlo el hombre porque en la Cruz Fija está llegando a ser acrecentadamente consciente de los acontecimientos más importantes que él, y más absorbentes que sus ante­riores intereses que conciernen a la humanidad, en su relación con las fuerzas solares, no sólo con las fuerzas planetarias. Va siendo cada vez más sensible a un todo mayor.


    5. Las energías de esta Cruz continúan evocando respuesta hasta el momento de recibir la tercera iniciación.


    Los cuatro brazos de esta Cruz son Tauro-Leo-Es­corpio-Acuario. Se la denomina Cruz Fija porque el hom­bre está crucificado en ella por la directa elección y la intención inamovible de su alma. Una vez tomada esta decisión no puede retroceder.


  3. La Cruz del Cristo Resucitado - La Cruz Cardinal.


    1. En esta Cruz, de acuerdo a la paradoja ocultista y al tiempo y espacio, el Espíritu es crucificado. Sus cuatro energías rigen y dirigen al alma cuando avanza en el Sendero de Iniciación. Lógicamente, tratándose de un estado de conciencia tan excelso, poco puedo decir res­pecto a esta Cruz. excepto hacer vagas generalizaciones.


    2. Por lo tanto es preeminentemente, la Cruz de la [e413] Iniciación y de los comienzos. Concierne fundamentalmente “al comienzo del interminable Camino de la Revelación” que se inicia cuando se entra en el Nirvana, para lo cual todas las etapas previas al Sendero de Evolución no han sido más que preparatorias.


      La citas dadas a continuación pueden aportar com­prensión y ayuda a fin de iluminar este [i556] tema tan difícil, indicando el significado de esta Cruz Cardinal como in­fluencia culminante y revelando lo que tienen por de­lante quienes logran la categoría jerárquica:


      “Toda belleza y bondad, todo lo que contribuye a la desaparición del dolor y la ignorancia en la Tierra, debe ser dedicado a ‘la Gran Culminación. Entonces, cuando los Señores de Compasión hayan civilizado espiritualmen­te a la Tierra y hecho de ella un Cielo, quedará revelado para el peregrino el interminable Sendero que se extiende hasta el Corazón del Universo. El hombre, que entonces ya no será hombre, habrá trascendido la naturaleza, e impersonalmente, no obstante en forma consciente, unificado con todos los Seres Iluminados, ayudará a cum­plir la Ley de la Evolución Superior, de la cual el Nirvana no es más que el principio”. (Yoga Tibetano y Doctrinas Secretas.)


    3. Ésta es la Cruz de los “brazos extendidos, del corazón abierto y de la mente superior”, y quienes se hallan en ella conocen y gozan de la significación subyacente en las palabras: Omnipresencia y Omnisciencia, y están en proceso de desarrollar los aspectos superiores del Ser, que inadecuadamente describimos con la palabra Omnipo­tencia.


    4. Las energías de la Cruz Cardinal se fusionan con esas energías a las cuales sólo podemos dar el nombre de energía cósmica, aunque ésta no les signifique nada. Con­tienen la cualidad de Aquel del Cual Nada Puede Decirse, y están “matizadas con la Luz de los siete sistemas sola­res”, de los cuales nuestro sistema solar es uno.


    5. El alcance y el ciclo de su influencia en la vida del ini­ciado son absolutamente desconocidos, incluso para nues­tro Logos [i557] planetario, que está crucificado sobre sus “brazos abiertos”. [e414]


1. La Cruz del Cristo Oculto.


Hablando en forma general, la Cruz Mutable rige por lo tanto a la forma o naturaleza corpórea; controla todo el ciclo de vida del alma individual a través de las etapas de las expe­riencias inferiores de la humanidad, etapas estrictamente huma­nas, y los procesos integrantes del desarrollo de la personalidad, hasta que el hombre se trasforma en una persona alineada, reorientándose lentamente hacia una visión superior, una capta­ción horizontal y vertical más amplia de la realidad, y convir­tiéndose en aspirante. Esta Cruz rige a la triplicidad inferior en manifestación y a los tres mundos de la evolución humana. La Cruz Fija rige al alma, que ahora es consciente dentro de la forma humana y en los tres mundos, pero controla todo lo denominado “los cinco mundos de la realización humana” -los tres niveles de actividad estrictamente humanos y los dos super­humanos, es decir, la trinidad inferior y la Tríada espiritual. Concierne a toda la vida de la experiencia y la expresión del alma, después que la Cruz Mutable ha obligado, en realidad, al hombre a pasar los senderos de purificación y del discipulado. Se relaciona con la integración del alma y la personalidad y su total mezcla o fusión. La Cruz Cardinal rige la manifesta­ción de la Mónada en toda su gloria y belleza, ciclo de influencia que tiene dos etapas: Una, en que la Mónada se expresa en los seis planos de manifestación, en “sabiduría, fuerza y belleza”, por intermedio del alma y de la personalidad integradas. Esta etapa es relativamente breve. La otra, en que -retirado y abs­traído de esas formas de Ser- “el UNO prosigue en un Camino superior y pasa a [i558] reinos desconocidos, hasta para los más ele­vados Hijos de Dios en nuestra Tierra.


Podría decirse que la Cruz Mutable constituye la influencia condicionante de ese gran centro planetario denominado humano; la Cruz Fija constituye eminentemente la principal serie con­troladora de energías regentes, trasmitidas por el centro deno­minado Jerarquía planetaria; la Cruz Cardinal rige y condiciona (en forma desconocida para los hombres) ese gran centro plane­tario denominado Shamballa.


Por lo tanto, verán cuán grandioso es mi tema. Permítase­me repetir que sólo quienes pueden pensar en términos de cuales­quiera de las tres Totalidades mencionadas, sabrán de lo que ha­blo; las mentes menos capacitadas obtendrán una imagen o visión [e415] de posibilidades trascendentales que los ayudará a obtener una expansión de conciencia, pero lo que expondré permanecerá en el nivel de lo (momentáneamente) inalcanzable.


Técnica y académicamente se aclarará el tema, si puntualizo que:


  1. La Cruz Mutable es la Cruz del Espíritu Santo, de la tercera Persona de la Trinidad Cristiana, pues organiza la sustancia y evoca la respuesta sensible de la sustancia misma.


  2. La Cruz Fija es la Cruz del Hijo de Dios, de la segunda Per­sona de la Trinidad, impulsado por el amor a encarnar en la materia y a ser conscientemente crucificado en la Cruz de la materia


  3. La Cruz Cardinal es la Cruz del Padre, el primer aspecto de la sagrada Trinidad, que envió al Espíritu Santo (el Aliento) porque la Mente de Dios visualizó un destino para la materia, que ha tardado mucho tiempo en cumplirse, [i559] “ya cercano el momento”, el Hijo cumplió la ley en colaboración con el Espí­ritu Santo, y esto en respuesta al “hágase” del Padre.


Estas tres Cruces en su total manifestación se relacionan con las tres energías básicas, que trajeron a la existencia el sistema solar; constituyen las tres expresiones principales y sintéticas de la Vo­luntad suprema, motivadas por el amor y expresadas por la acti­vidad. En estas Cruces, la capacidad de Ver el Todo, propósito-­móvil-expresión, vida-cualidad-apariencia, se trasforma y cambia. En la Cruz Mutable, el hombre crucificado no ve nada. Sufre, agoniza, desea, lucha, y es la víctima aparente de las circunstan­cias, caracterizándose por la visión velada y los anhelos incipien­tes, que gradualmente toman forma hasta que alcanza la etapa de aquiescencia. y aspiración. Luego, en la Cruz Fija, empieza a com­prender la totalidad del propósito de la experiencia en la Cruz Mutable (en lo que a la humanidad concierne) que hay un propó­sito jerárquico que puede ser captado sólo por el hombre que está dispuesto a ser crucificado en esa Cruz. Alcanza la etapa de la responsabilidad, de la autopercepción y de la correcta dirección. Su orientación es ahora “espiritualmente vertical, lo que implica la incluyente horizontal”. En esta etapa va adquiriendo forma, en su conciencia, el Plan del Logos. En la Cruz Cardinal, el pro­pósito y la culminación unificada de las dos crucifixiones anteriores evidencia en forma casi cegadora, aparece con toda claridad la visión de la intención unificada de las tres Personas de la Tri­nidad subyacente -cada una en Su Propia Cruz.


[e416] Quizás la simplicidad de los tres símbolos que se darán a con­tinuación, puedan servir de algo para aclarar lo que he tratado de impartir.


[i560] La Cruz Mutable, de cambio material y movimiento constante, puede ser representada por la svástica. El Hombre es inconsciente


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de la naturaleza de las cuatro energías entrantes y poco puede in­terpretar en términos del alma. Las energías hacen impacto sobre él y lo impulsan a la actividad material. La Cruz de la personali­dad hace que el hombre crucificado en ella, se dedique a las co­sas materiales, para poder en su oportunidad emplearlas divina­mente. Los nazis eligieron de esta Cruz el aspecto inferior del símbolo, expresando así al finalizar el ciclo material de la exis­tencia humana, el falso y maligno empleo de la materia, cuya clave es la separatividad, la crueldad y el egoísmo. El mal uso de la sustancia y la prostitución de la materia y de la forma para fines malignos, constituye el pecado contra el Espíritu San­to. Podría decirse que la svástica “lleva a un terrible peligro y a erróneos caminos a aquellos cuya codicia es grande y no ven la belleza de la Cruz que alborea ni sienten amor por las vidas humanas”. Para quienes no responden a los aspectos y efectos inferiores de la Cruz que gira (según se la denomina a veces), “la svástica los arroja lejos y fuera de sí misma hasta que se detienen en la Cruz de la crucifixión elegida”, la Cruz Fija del discípulo consagrado.


El símbolo de la Cruz Fija (en lo que a la humanidad se re­fiere) puede ser expresado así. Ésta es la [i561] Cruz de la Humanidad.


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En ella el hombre obtiene la iluminación y es consciente de los efectos del ciclo completo (indicado por el círculo) de las cuatro energías, a las cuales estaba sometido en la Cruz Mutable.


El símbolo de la Cruz Cardinal es más complicado y puede ser representado así: [e417]


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He aquí el triángulo de la Mónada manifestada, más los tres ciclos de cuatro energías, enfocadas y mezcladas en una unidad, y también la línea de la evolución (la evolución de la conciencia) descendiendo profundamente e incluyendo a la materia y, al mis­mo tiempo, extendiéndose a los “Espacios de la Divinidad”.


Mucho de lo que puede decirse sobre las tres Cruces ya se ha expuesto en forma diseminada, cuando fueron considerados separadamente cada uno de los doce signos del zodíaco, y es in­necesario repetirlo. Este tratado, igual que La Doctrina Secreta está destinado a incitar la investigación y tiene el poder de desentrañar y buscar, porque el proceso produce un efecto definido sobre las células del cerebro y conduce al estímulo necesario. En el estudio de las Cruces, el verdadero significado de sus in­fluencias sólo aparecerá cuando empiecen a pensar en términos de síntesis o en relación con las cuatro corrientes de energía que fluyen en forma unida sobre y a través de cualquier tipo de ma­nifestación divina. Esto no es fácil de realizar, pues la capacidad de pensar sintéticamente recién está comenzando a aparecer en las mentes más destacadas de la raza, lo cual puede ser ilustrado y ello analíticamente (que siempre niega la síntesis), afirmando en lo que respecta a la Cruz Mutable, que, por ejemplo, la [i562] sín­tesis de la evolución, su problema y su meta, aparecen como si estuvieran unidos en una total presentación, cuando las influen­cias son observadas como:


  1. Géminis - la presentación de la dualidad.

  2. Virgo - la presentación de la vida y la forma fusionadas.

  3. Sagitario - la presentación de la energía enfocada.

  4. Piscis - la presentación de una radiación fusionada.


Esta radiación culminante es el resultado del enfoque de la vida, la intención y la energía en un “punto de poder radiante”. Se ha dicho que, en conexión con la Cruz Mutable, actualmente el signo Piscis es el más poderoso y, cuando el trabajo de la Cruz Mutable ha sido realizado, el discípulo pasivo pasa a la Cruz Fija y se prepara para las pruebas y experiencias de la iniciación. Esto [e418] lo expresa El Antiguo Comentario en su simbología oculta, de esta manera:


“La Luz brilla porque la luz mayor y la menor se acercan y se invocan mutuamente. Sus luces mezcladas, aunque todavía no son un sol radiante, se están fusionando rápidamente. Estas luces fusionadas revelan el Camino Iluminado.

El hombre se ve a sí mismo siguiendo al otro Camino, el de las totalidades iluminadas, que conduce desde la forma al alma, desde la oscuridad a la luz, y así alrededor de la Rueda. Retrocediendo sus pasos y yendo hacia atrás en el Camino (la rueda revertida del zodíaco, A. A. B.), avanza.

Penetra una nueva luz. Las siete hermanas desempeñan su parte (las Pléyades en Tauro son el primer signo de la Cruz Fija), entonces brillan tres luces. Y así aparece un radiante sol”.


[i563] El tema de las tres Cruces es fusión e integración. La fusión de la personalidad en un todo funcionante; la fusión consciente del alma y la personalidad; la fusión de la triple expresión de la divinidad -Mónada, ego y personalidad, a fin de que apa­rezcan las energías fusionadas. La nota clave de sus influencias es el poder de incluir y la plena expresión en forma simultánea de la vida vertical y horizontal en tiempo y espacio.


Debería observarse que hay siete formas de luz, relacionadas con la sustancia de los siete planos, los cuales son estimulados y realzados por las doce formas de luz de las Jerarquías Creadoras, relacionada cada una con cualquiera de los doce signos del zodía­co. No puedo extenderme sobre esto, pues se relaciona con los misterios de las iniciaciones superiores. Las enuncio simplemente pa­ra que puedan apreciar una realidad oculta, que aún no pueden comprobar. Una afirmación paralela sería que la luz de los siete centros en el hombre (cuando están realzados por la luz de los siete centros planetarios) y los cinco reinos de la naturaleza (7 + 5 12) además de las doce luces del zodíaco, culminarán la efectividad de la luz que posibilitará la expresión de la totali­dad, y esto por medio de la humanidad. Esta afirmación funda­mental tiene muy poco significado para ustedes todavía, pero constituirá -en el próximo siglo- un pensamiento simiente o “sonido clave” para la próxima revelación de la Sabiduría Eter­na.


Mientras la significación de las tres Cruces no sea compren­dida en forma más plena y sintética por los astrólogos y los in­vestigadores de la astrología es casi imposible hallar las [e419] pala­bras necesarias para trasmitir con claridad el significado desig­nado. Hasta ahora no ha habido una real tentativa, por parte de los astrólogos (aún de los más avanzados), para llegar a una comprensión general o sintética del efecto que producen las Cru­ces [i564] sobre la humanidad. Todo lo que hasta ahora se ha trasmitido es el efecto que ejerce un brazo de la Cruz sobre el sujeto nacido en un signo particular. Pero hay una fusión de energía que debe observarse cuando, hablando esotéricamente, el hombre “perma­nece en el punto medio donde se unen las cuatro energías”. El hombre cuyo signo del Sol está en Géminis, por ejemplo, está su­jeto a las fuerzas que afluyen a través de toda la Cruz, a menos que sea un ser humano de grado muy inferior; será sensible a las influencias de los otros tres signos, cuando entran a ejercer poder, a medida que el zodíaco menor del año desempeña su parte. Más tarde, cuando el valor práctico de la astrología esotérica sea mejor comprendido, los hombres aprovecharán las tres energías de los otros tres signos de la Cruz en la que está ubicado el signo del Sol. Éste es un futuro desarrollo de la ciencia de la astrología esotérica. En términos más simples y, por lo tanto, limitando nece­sariamente la significación, podría decirse que el hombre, cuando está en Sagitario, tratará de practicar la centralización sobre de­terminada línea; cuando se halle en Virgo, sabrá que tiene la opor­tunidad de poner a la forma bajo la influencia del Cristo oculto y que, en Piscis, la sensibilidad a la impresión superior será su derecho y privilegio. Estas cuatro posibilidades, en lo que al ini­ciado avanzado se refiere, están bellamente demostradas para no­sotros en la vida de Jesús, el Maestro que pertenece al sexto rayo.


El aspecto Géminis de Su vida está demostrado en la fusión perfecta de la dualidad básica que reside en la humanidad: lo hu­mano y lo divino.


El aspecto Virgo vino a la expresión en Su duodécimo año, cuando dijo: “No sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre”, indicando con ello la subordinación de la vida de la forma a la voluntad del Cristo interno; lo cual fue consumado cuando “la divinidad descendió sobre Él” en el Bautismo. [i565]


La energía de Sagitario Lo capacitó para decir, cuando en­frentaba con pleno conocimiento el inminente sacrificio que ten­dría que hacer: “Debo ir a Jerusalén”, y leemos que entonces Él “volvió Su rostro” y recorrió el Sendero del Salvador, que conduce a la liberación de la humanidad.


El aspecto Piscis, en su expresión más elevada, está demos­trado por Su sensibilidad al contacto inmediato e ininterrumpido con Su “Padre en los Cielos”; Él estaba en comunicación [e420] constante con la Mónada, probando así al mundo que Él había sido iniciado en esos estados de conciencia de los cuales la tercera iniciación es sólo el comienzo.


Todo ello demuestra que las tres Cruces funcionaron simultáneamente en Su Vida -algo hasta entonces desconocido en la perfección que Él demostraba. la perfección de la perfecta res­puesta y también la perfecta demostración del resultado, dándo­nos una manifestación y un ejemplo de la fusión de las doce energías en una sola Personalidad divina (expresando la Indivi­dualidad) en el plano físico. Completaré brevemente la demostra­ción de esta verdad -la verdad de que en el iniciado de grados superiores las doce energías zodiacales pueden enfocarse simul­táneamente y producir una total manifestación de la divinidad, que está destinada oportunamente a expresarse a través de la humanidad en este planeta. He dado la forma en que se expresa la Cruz Mutable. Consideraremos las otras dos en relación con el Cristo y con el Cristo cósmico.


LA CRUZ FIJA


Tauro. - El Cristo dijo (como lo dijeron todos los Hijos de Dios que conocieron la verdadera significación de la Cruz Fija) “Yo soy la luz del mundo”, y añadió, “si tu ojo fuese ilumina­do. todo tu cuerpo estaría pleno de luz”. Tauro es, como ha­brán oído decir, la Madre de la Iluminación, y [i566] el “ojo del Toro” es el símbolo del ojo al cual se refirió Cristo.


Leo. - Es el signo de la identidad autoconsciente Esto lo testi­monio el Cristo en las palabras que pronunció a sus discí­pulos: “¿ De qué le serviría al hombre ganar el mundo y per­der su alma ?o su propio centro de autoconciencia -ese significativo punto de realización que debe preceder a los más incluyentes estados de conciencia


Escorpio. - La significación de este signo en la vida del Cristo ha sido eliminada de El Nuevo Testamento, pero conservada para nosotros en la antigua leyenda cristiana que -en la cuna misma- Cristo mató o estranguló a dos serpientes, re­firiéndose a los pares de opuestos, los cuales ya no podían controlarlo


Acuario. - La expresión de esta influencia nos ha sido bellamente dada en la historia de la Ultima Cena. El Cristo envió a Sus discípulos a la ciudad para que buscaran al hombre que llevaba un cántaro de agua” sobre sus hombros. Éste [e421] es el símbolo del signo Acuario, en el cual la universalidad del agua de la vida llegará a ser un factor en la conciencia humana; entonces todos compartiremos oportunamente la comunión del pan y del vino. Se refirió indirectamente a la misma idea cuando dijo que Él era “el Agua de la Vida”, que apaga la sed de la humanidad.


Por medio del empleo de las energías de los cuatro signos de la Cruz Fija, el Cristo demostró la perfección. [i567]


LA CRUZ CARDINAL


En los cuatro signos de esta Cruz hallamos que Él tam­bién manifestó sus energías en su forma más elevada (desde el ángulo de la comprensión humana), aunque más por impli­cación que por enunciación directa.


Aries. - El signo de los comienzos proporcionó el impulso de la energía que Lo capacité paran inaugurar la era cris­tiana; inició, por Su intermedio, la “era del Amor”, que sólo ahora está empezando a tomar forma, y su potencia es tan grande que ha traído (en forma paradójica) la actual separación mundial.


Cáncer. - La potencia de este signo está expresada en las pa­labras del Cristo, a menudo mal interpretadas: “Otros cor­deros tengo que no son de este rebaño, y a esos también debo traerlos”. Se refiere a la conciencia masiva, en oposi­ción a la conciencia iniciática de Sus discípulos. Cáncer es el signo de las masas.


Libra. - El Cristo permaneció en el punto de equilibrio de la evolución humana; permaneció entre el viejo mundo y el nuevo, entre Oriente y Occidente. En la era cristiana se obtiene un “punto de equilibrio”, o esas crisis de equilibrio en el reino humano.


Capricornio. - Este signo marca el punto de concreción y cris­talización que trae oportunamente la muerte de la forma, y es lo que está sucediendo actualmente. En Su triunfo sobre la muerte y Su resurrección a la vida, el Cristo in­dicó el profundo misterio de Capricornio. [i568]


Un estudio de estas pocas sugerencias respecto a la vida del Cristo, traerá luz y vivencia sobre el tema de las tres Cruces. Es innecesario recordarles aquí, que en el Monte Gólgota las tres Cruces están representadas como: [e422]


  1. La Cruz Mutable-el ladrón que no se arrepiente. Huma­nidad.

  2. La Cruz Fija-el ladrón arrepentido. Jerarquía.

  3. La Cruz Cardinal-la Cruz del Cristo. Shamballa.


2. La Cruz del Cristo Crucificado.


Para quienes lean este tratado, la Cruz de primordial im­portancia es la Cruz Fija de los Cielos. El número de aspiran­tes a los Misterios aumenta constantemente en la actualidad, y esto implica su reorientación hacia la luz, su reversión cons­ciente en la rueda del zodíaco y su comprensión respecto a los objetivos de los procesos a los cuales se han dedicado en la Cruz Fija. Los discípulos tienden a pensar que el hecho de ocupar su lugar en esa Cruz y demostrar su disposición para someterse a las pruebas y manifestar una inalterable estabi­lidad, constituye el principal factor implicado. Pero en realidad no es así. Cada una de estas Cruces hace sentir su presencia como una cuádruple esfera de influencia o un potente centro de energía, por intermedio de un “sonido invocador”. Este so­nido se eleva de cada una de las Cruces y produce resultados y respuesta en alguna parte. Este nuevo dato respecto a las Cru­ces es importante y lo trataré brevemente. Sólo cuando la in­fluencia de los cuatro brazos de cada Cruz haya producido un efecto en el sujeto, tendrá lugar una transición en la conciencia, de una Cruz a otra -marcando cada transición un punto de crisis, tanto en [i569] el individuo como en el todo mayor. Entonces se iniciará un proceso de invocación -al principio inconscien­temente, y será en este caso algo así como un esparcido lla­mado y luego, conscientemente, cuando adquiera la forma de un llamado enfocado.


Cuando llega el momento de la transición de la Cruz Mu­table a la Cruz Fija, suceden tres cosas:

  1. La influencia de las cuatro energías de la Cruz Mutable ha proporcionado a la forma una vasta experiencia de la vida.


  2. Actualmente existe una gradual, creciente y profunda dis­conformidad en la conciencia del hombre que realiza la transición. Ha agotado en gran medida el deseo material, ya no le atrae el sendero que lleva a la materia; no lo do­minan las necesidades de la naturaleza física; teme a los impulsos que emanan del plano astral: está mentalmente [e423] despierto y activo como una personalidad funcionante, pe­ro permanece insatisfecho y está penosamente consciente de ello.


  3. Se dedica a invocar. Este proceso de invocación se divide en dos etapas:


    1. La etapa de la aspiración irregular y vaga, pero que gradualmente adquiere poder.


    2. La etapa del misticismo, fusionándose con el ocultismo (el estudio de lo que está oculto). La dualidad es ahora consciente y penosamente reconocida, y se pone en con­tacto con el camino superior y la visión espiritual. El deseo cede el lugar a los vagos impulsos de lo que podría llamarse amor. Este amor es la actividad producida en la personalidad por ese emergente aspecto divino, el cual él trata de invocar. Cuando es adecuadamente fuer­te, entonces tiene lugar [i570] la verdadera evocación y el dis­cípulo (el hombre es eso ahora) asciende a la Cruz Fija.


Lo que antecede es aplicable al discípulo individual y también a la entera humanidad y, como he dicho a menudo, este proceso de invocación está teniendo lugar en la familia humana, produ­ciendo la terrible crisis actual. Las dos etapas ya descritas es­tán presentes hoy en la humanidad en forma general y potente.


El reconocimiento de estas dos etapas en la humanidad, me indujo a dar, bajo instrucciones de la Jerarquía, como pun­tos ampliamente separados en el tiempo, dos estrofas de un gran mántram oculto. La primera, empleada en 1936, se refería a la vaga aspiración general del conjunto de pueblos del mundo, evidenciada hoy más que nunca y enfocada cada vez más hacia el verdadero bienestar.


LA GRAN INVOCACIÓN


Que las Fuerzas de la Luz iluminen a la humanidad.
Que el Espíritu de Paz se difunda por el mundo.
Que el espíritu de colaboración una a los hombres de buena voluntad dondequiera estén.
Que el olvido de agravios, por parte de todos los hombres, sea. la tónica de esta época.
Que el poder acompañe los esfuerzos de los Grandes Seres.
Que así sea, y cumplamos nuestra parte.


El empleo de esta primera estrofa, obtuvo un éxito inmediato y plena respuesta de esas personas buenas y bienintencionadas, [e424] cuyo enfoque es predominantemente astral y anhelante y cuya meta es paz y tranquilidad. La paz y la tranquilidad propor­cionan una “zona de conciencia” en la que puede florecer la aspiración, alcanzarse el bienestar físico y emocional y posi­bilitar el reconocimiento de la visión mística. [i571]


Que surjan los Señores de la Liberación.
Que traigan ayuda a los hijos de los hombres.
Que aparezca el Jinete del Lugar Secreto
Y con su venida salve.
Ven, oh Todopoderoso.
Que las almas de los hombres despierten a la Luz,
Y que permanezcan en conjunta intención.
Que el Señor pronuncie el fíat:
¡Ha llegado a su fin el dolor!
Ven, oh Todopoderoso.
Ha llegado para la Fuerza Salvadora la hora de servir.
Que se difunda por el mundo, oh Todopoderoso.
Que la Luz, el Amor, el Poder y la Muerte
Cumplan el propósito de Aquel que Viene.
La VOLUNTAD de salvar está presente.
El AMOR para llevar a cabo la tarea está ampliamente difundido.
La AYUDA ACTIVA de quienes conocen la verdad, también está presente.
¡Ven, oh Todopoderoso y fusiona a los tres!
Construye la muralla protectora.
El imperio del mal debe terminar AHORA.


Esta invocación fue dada a las masas durante esta prueba, pero estaba principalmente destinada a ser empleada por esos aspi­rantes y discípulos que no sólo son místicos, sino que han lo­grado por lo menos un pequeño progreso en su tentativa de hollar el camino oculto; están mentalmente enfocados y reco­nocen el camino superior; han visto la visión y están ya pre­parados para algo más cercano y real. Por lo tanto, la última estrofa está destinada principalmente a los que han ascendido o están en proceso de ascender a la Cruz Fija.


Por eso fue relativamente limitado el empleo de la segunda parte de [i572] la Gran Invocación, repudiada (a veces casi vio­lentamente) por las personas de tipo emocional que no pueden ver más allá de la belleza de la paz -expresión de la meta en el plano astral. Su visión del todo mayor y la evocación de la [e425] voluntad al bien (que no es voluntad por la paz) estaba extre­madamente limitada, aunque no por su culpa. Simplemente in­dicaba el lugar que ocupaba en la escala de la evolución, y marcaba un punto relativamente útil de servicio, pero en pro­ceso de ser trascendido. Los pueblos del mundo ya están com­prendiendo (por medio del sufrimiento y su consiguiente re­flejo) que existe algo más grande que la paz, y es el bien de la totalidad, y no únicamente pacíficas condiciones individuales o paz nacional. Esta reorientación de la conciencia humana es creada por la actitud determinada de las almas de los hombres en forma masiva y fusionada, organizada y enfocada por la visión del bienestar general de la humanidad.


Sin embargo, fue esencial que las diferenciaciones en las actitudes aparecieran con toda claridad y, por lo tanto, dimos las dos estrofas de la Gran Invocación, en forma separada y en distintos momentos. Así aprendieron a apreciar la diferencia entre las actitudes de la masa de personas bien intencionadas del mundo y las actitudes correctamente orientadas de los aspi­rantes y discípulos inteligentes. Esto fue necesario antes de que pudiera tener lugar una acción más amplia. Hago una pausa aquí para recordarles que ambos grupos son necesarios: el pri­mero -emocional e idealista- tiene que desempeñar su parte para enfocar la masiva aspiración fluida, cuya responsabilidad es hacia el público en general. El otro grupo de pensadores entrenados y personas que están principalmente animadas por la voluntad al bien (que es de mayor importancia en este ciclo mundial que la voluntad para la paz) tienen la función de evocar respuesta jerárquica, [i573] contestando a la aspiración del primer grupo. Enfoca su aspiración en el plano mental, creando una forma mental que personifica el objetivo y proyecta el “llama­do” que puede llegar a oídos de los Señores de la Liberación.


La invocación fusionada y el llamado unido, elevará una poderosa demanda desde los distintos niveles de la conciencia humana hasta los Centros ocultos de la “Fuerza Salvadora”. Tal el llamado unido que deben ahora organizar. Así la masa de la humanidad será estimulada para pasar de la Cruz Mutable a la Cruz Fija, y el nuevo ciclo mundial que empieza en Acuario (un brazo de la Cruz Fija), será definitivamente inau­gurado por la humanidad misma.


Por lo tanto, podría decirse que la Gran Invocación, tal como fue dada la primera vez, es para que la empleen aquellos que están crucificados en la Cruz Mutable, la Cruz del cambio, mientras que la Segunda Invocación es para quienes están [e426] cru­cificados en la Cruz Fija, la Cruz de la correcta orientación, y también para que la empleen esos hombres y mujeres cuya fi­nalidad es expresar la voluntad al bien, y pensar en términos de servicio mundial, porque están orientados hacia la luz -la luz del conocimiento, la luz de la sabiduría y de la comprensión y la luz de la vida misma.


En la Cruz Fija, la influencia unida de sus cuatro corrien­tes de energía, cuando se expresan plenamente por intermedio de un discípulo individual y de la Jerarquía, produce también tres condiciones emergentes:


  1. Hay una vasta experiencia de vida, actividad y percepción grupales. El hombre autoconsciente en Leo, se convierte en el hombre consciente del grupo en Acuario.


  2. Surge en la conciencia del discípulo una visión del “Ca­mino interminable, del cual el Nirvana no es más que el principio”. [i574]


  3. Reconoce su trabajo mediador, tarea principal de la Je­rarquía, que media entre Shamballa y la Humanidad. Sabe que debe llevar adelante simultáneamente, la tarea dual de invocación y evocación -la evocación (por medio de la correcta invocación) de la voluntad al bien de los pensadores y aspirantes del mundo y, además, la voluntad de salvar de los Señores de Shamballa, por conducto de la Jerarquía, pues él está en posición de acercarse directa­mente. Señalo grandes misterios.


Por lo tanto, al principio se despierta en él una vaga de­terminación que cede su lugar, con el tiempo, a la evocación de la voluntad en sí mismo. Esto oportunamente lo relaciona con el aspecto voluntad de la Deidad cuando emana y desciende ami­norado, desde Shamballa, por conducto de la Jerarquía, en cuya organización espiritual está siendo gradualmente integrado, mediante la experiencia de la Cruz Fija. Aquí debería obser­varse que:


  1. La experiencia en la Cruz Mutable íntegra a un hombre en el centro denominado Humanidad.


  2. La experiencia en la Cruz Fija íntegra al discípulo en el segundo centro planetario denominado la Jerarquía.


  3. La experiencia en la Cruz Cardinal integra al iniciado en el principal Centro planetario que denominamos Shamballa.

Oportunamente, se convierte en un radiante centro de voluntad espiritual que afecta a la humanidad y evoca su voluntad al [e427] bien, la fusiona con la de la Jerarquía hasta donde puede, y a su vez fusiona esta voluntad humana con la actividad jerár­quica, en un esfuerzo por evocar respuesta desde Shamballa. [i575]


3. La Cruz del Cristo Resucitado.


No puedo extenderme más sobre este tema, ni será útil que lo haga, respecto a las condiciones que emergen en la con­ciencia del iniciado en la Cruz Cardinal. Mis palabras no ten­drían significado. La mayoría de ustedes se halla en el estado de transición, en el que están estabilizando la voluntad indi­vidual y tratando acrecentadamente de expresarla como volun­tad al bien. Quisiera que comprendieran profundamente que si están condicionados por la voluntad para la paz, significa que aún actúan en niveles emocionales, y que deberán trabajar con la primera estrofa de la Gran Invocación y distribuirla a las masas. Si la voluntad al bien los influye y dirige, entonces, a la tarea de despertar la aspiración de las masas, deben agregar la de evocar respuesta a la necesidad mundial en los pensadores y aspirantes, por medio de la segunda estrofa, fusionando los dos acercamientos en un esfuerzo por evocar -por conducto de la Jerarquía- la voluntad de salvar de Shamballa.



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